Si bien creo que el conflicto entre Israel y Palestina es más político que religioso, también creo que nunca finalizará, si pervive en ambos bandos la creencia de la existencia de un ser imaginario que todo lo puede y todo lo sabe. No hay cura para semejante enfermedad, tan poderosa, tan arraigada y tan antigua como el tiempo.
16/10/23
12/10/23
282. De paseo por el festejo
Indepe amaneció el Día de la Hispanidad con el escroto endurecido y rebosante de dicha. Así que aprovechando la ducha matutina, lo vació bajo el agua que salía de la alcachofa en nombre del Rey, del Papa y de la Santísima Trinidad. Después del ritual de secado y aseo, aparte de otras prendas necesarias, se vistió con una camiseta en la que había estampado la bandera estelada y salió a la calle.
Subido de ánimo, Indepe transitaba con calma por las calles de su ciudad catalana, abarrotadas de una vociferante multitud de españoles y españolas, que expresaban su patriotismo de naftalina y mierda seca ondeando con orgullo y adoración las banderas rojigualda y franquista. Indepe sintió un leve retortijón y dejó escapar un cuesco cuya fetidez fue mucho más real que la existencia de cualquier dios.
Inmerso en la delirante turbamulta, Indepe leyó grandes pancartas, muchas a favor y pocas en contra, sobre la celebración de ese día. Sus pasos lo llevaron a una gran plaza en la que habilitaron una tarima sobre la que había un atril y un micrófono, a través del cual los presentes podrían escuchar por boca de políticos casposos, todo un elaborado y tergiversado discurso sobre lo que supuso aquel genocidio.
Como esperaba, y tampoco podía ser de otra forma, nada oyó Indepe sobre evangelización impositiva, aculturación, violencia y muerte. Y sí sobre integración, intercambio de riqueza y fusión de culturas en pos del progreso. Durante el transcurso de aquella oratoria demagógica, tras Indepe, Progre y Conservador empezaron a discutir y a profesarse expresiones tales como comunista, facha, capitalista y rojo.
Indepe vio en aquel par de idiotas irreconciliables, la semilla de la cual germinan la mayoría de males social-políticos que aquejan al grueso de la ciudadanía de Hispañistán desde la Guerra Civil, si no antes. Tanto fue así, que asumiendo el riesgo, Indepe eructó hacia ellos con una potente sonoridad más auténtica que cualquier dogma religioso.
Progre y Conservador callaron y clavaron la mirada en Indepe. En cuanto vieron su camiseta, aparcaron sus rencillas ideológicas y más unidos que nunca, cargaron contra él en descalificaciones tales como golpista, terrorista, separatista, nazi y nazilaci.
Indepe, un tanto decepcionado aunque no sorprendido, esperaba una mayor creatividad. Y como que era un paisano educado, en el idioma de ellos y no en el suyo, les replicó que eran unos don nadies, mequetrefes, botarates, pincha uvas, mierdecillas, mierdas secas, pichas frías, atontolinados, tontolabas, atontados, sosos, sosainas, insípidos, chiquilicuatros, lelos, alelados, bobos, sandios, badulaques, gaznápiros, tardos, ceporros, panolis, pasmados, pasmarotes, empanados, zotes, zoquetes, obtusos, blandos, blandengues, tontos de baba, bobos de Coria, escasos de cerebro, pobres diablos, necios, ineptos, incapaces, torpes, mentecatos, estólidos, estultos, tontos de capirote, tamarugos, memos, cortos, fatuos, burros, borricos, majaderos, melones, pendejos, alcornoques, bodoques, pavitontos, tuercebotas, limitados, lerdos, tochos, mendrugos, gilís, menguados, piltrafillas, tolondros, zopencos, zurumbáticos, insustanciales, ignorantes, marmolillos, zambombos, mastuerzos, pollinos, asnos, estúpidos, cortitos, zorrocotroncos, ciruelos, mamelucos, tarugos, soleches, mamacallos, bolonios, papanatas, palurdos, cacho bolos, zopos, palomos, camuesos, cenutrios, zanguangos, cabestros, acémilas, pardales, abrazafarolas, zonzos, apardalados, merluzos, besugos, catetos, bobales, cretinos, matados, tolais, moniatos, cualquieras, abundios, brózanos, pichotes, desgraciados, lechones, cebollinos, mangurrinos, abotargados, tarambanas, berzas, berzotas, carapapas, rústicos, pringados, escoria, pagafantas, peina ovejas, sonajas, ablandabrevas, cantamañanas, bobalicones, robaperas, casca valeros, chalados, polichinelas, bacines, papatostes, cirigallos, fantoches, títeres, vainas, cagaollas, papamoscas, farfollas, pelagatos, cagarrutas, esperpentos, virutas, lentos, cazurros, pusilánimes, arracachos, zamacucos, carajotes, carajotados, mamarrachos, trogloditas, berenjenas, ceporros, papafritas, cansa almas, analfabestias, abejarrucotes, chanflones, espantajos, cerriles, romos, bausanes, zamarrazos, figurones, atropella platos, engaña baldosas, destiñe rubias, batuecos, garabatos, dompedros, inútiles, cagamandurrias, enreda bailes, chapuceros, bodrios, patosos, boludos, guiñapos, animales de bellota, petates, espantapájaros, gurdos, bestias, alcachofos, pelotudos, monigotes de feria, gandumbas, pachucos, caraculos, elementos, pelados, brutos, arrabaleros, pincha bombillas, cerrojos, cachivaches, churriburris, gilipuertas, chuscos, burdos, pamplinas, nichichanilimoná, babiecas, chafallones, patanes, estafermos, mostrencos, percebes, descerebrados, canijos, guarripatos, agapimús, peleles, troncha monas, mamporreros, gansos, panarras, botargas, gañanes, tocapelotas, bandarras, pellejos, asuras, rudos, papirotes, desastres, beocios, cansinos, incultos, burdos, pardillos, chorras, tontos del culo, huevones, birrias, marionetas, pegotes, boquerones, estorbos, petardos, lechuzos, primaveras, longuis, trastos, mazacotes, pantomimos, destripaterrones, pánfilos, toscos, fuñiques, gagas, simplones, bastos, energúmenos, gurruminos, ramplones, personajillos, capullos, masca chapas, cipotes, hazmerreír, groseros, chinga flautas, ceros a la izquierda, mangarranas, mandrias, pichiruches, chabacanos, melindros, borregos, plomos, ilusos, cabezas de chorlito, mangorreros, cernícalos, margaritos, modorros, pela cañas, plastas, pimpollos, chirrichotes, culos de trapo, bandurrias, cortos, cafres, metepatas, lilas, borricos, jumentos, chafandinos, ridículos, despojos, residuos, zascandiles, caracandados, badajuelos, inoperantes, zafios, maleducados, lilipendos, caras cartón, chupa charcos, chirimbainas, atorrijados, tontucios, tocinos, pintamonas, cuadrúpedos y pollas flojas.
Indepe tomó aire, pues aún le quedaban 1492 calificativos por enumerar, cuando reparó en que había anochecido, las manifestaciones se habían disuelto y aquel par de maleducados se habían convertido en piedra. «¡Collons! Que ràpid passa el temps quan estàs entretingut», se dijo.
Entonces, con la misma calma de hace unas horas, se alejó de allí dirección a su casa silbando con envidiable entonación el himno de Els segadors, mientras correspondía a los amigables saludos de algunos latinoamericanos que se cruzaban a su paso, los cuales se hacían selfies, colocándose muy sonrientes en medio de las jetas de Progre y Conservador, petrificadas en un rictus eterno de horror.
9/10/23
281. En vivo y riguroso directo
Pues veréis, ya muy de mañana, Rosalía, Shakira, C. Tangana, Miley Cyrus, Bad Bunny, Karol G, Maluma, J Balvin, Daddy Yankee, Ozuna, María Becerra, Don Omar, Ivy Queen, Becky G, Nicky Jam, Anuel AA, Dani Martín, Melody, Amaral, Bruno Mars, Britney Spears, Justin Bieber, Katy Perry, Rihanna, Alejandro Sanz, Joaquín Sabina, Loquillo, David Bisbal, Melendi, Las Ketchup y Estopa estaban actuando en un macrofestival ante millones de exaltados espectadores.
Empezó a oscurecer y aquel melódico evento parecía no tener fin. Cuando de pronto, un sonido afilado, barroco y distorsionado irrumpió en el macroconcierto desde todas las dimensiones conocidas.
Eran Dying Fetuss, Pig Destroyer, Fleshgod Apocalypse, Malevolent Creation, Possessed, Vio-lence, Evildead, Destruction, Benighted, Nile, Cryptopsy, Suffocation, Aborted, Malignancy, Incantation, Disharmonic Orchestra, Morgoth, Cattle Decapitation, Defeated Sanity, Ingested, Brutus, Devourment, Abominable Putridity, Exhumed, Citotoxin y Gorgasm en persona y riguroso directo.
Los recién llegados unieron sus talentos y ejecutaron la mejor composición de sus vidas, en todas las realidades paralelas e imaginables. De tal modo que el cielo tembló y la Tierra se agrietó desde su núcleo hacia afuera, liberando toda su furia incandescente hasta que sólo quedaron ellos.
5/10/23
280. El veneno que llegó.
La primera vez que Porfirio vio un arma de verdad tenía dieciséis años de edad, allá por 1973. Fue Archibaldo quien se la enseñó, dos años menor, una noche en la que estaban en el reservado de una discoteca. Archibaldo llevaba el revólver entre la cintura del pantalón y la barriga. El revólver era plateado y tenía la culata negra. Cuando Porfirio lo tuvo en la mano se sintió incómodo y un hormigueo antinatural le ascendió hasta el hombro.
En aquel momento sonaba I shot the sheriff de Bob Marley.
El padre de Archibaldo era el dueño de la discoteca y en ella se traficaba costo y cocaína. Y es que su padre pertenecía al bando vencedor, por lo que contaba con el beneplácito de la Comisaría Central de la Policía Nacional, ubicada un par de calles más abajo. En cuanto a la discoteca, era un antro inspirado en la estética de La naranja mecánica (1971) y en el que predominaba la luz negra.
A esa edad, entre semana, Porfirio y Archibaldo tenían que regresar a casa antes de las veintidós, por lo que nunca vieron la discoteca llena, salvo por el tránsito aislado de algunos adictos que estaban de compras, y la presencia de los maderos de la comisaría que se entonaban antes de empezar el servicio.
De entre los habituales había unos malnacidos pertenecientes a una brigada nocturna, que se dedicaban a hostiar a cualquiera no afín al régimen establecido, sin más pretexto que el de la higiene social. Después de cumplidos sus deberes patrios, muy altos de anfetamina y con la noche avanzada, se iban a retozar gratis con las putas del barrio chino.
Las diferencias entre Porfirio y Archibaldo fueron creciendo con el paso del tiempo, de modo que nunca fueron grandes amigos. Porfirio inició su carrera universitaria y se distanció de Archibaldo, del colegio y del barrio en general. Aunque de vez en cuando se encontraban, y aún se soportaban lo suficiente como para abocarse a un rato de litrona y fumeteo ilegal.
Por aquel entonces, Porfirio descubrió que Archibaldo le daba a la aguja con recurrencia y que ya nunca se separaba de su pistola. El tiempo pasó, y ambos se perdieron la pista durante una eternidad. Hasta que Porfirio decidió visitar su propio pasado, paseando de recuerdo en recuerdo por un barrio tan cambiado e irreconocible como él mismo.
Frente a la entrada de la discoteca, decadente y hace años clausurada, tuvo un encuentro casual con los padres de Archibaldo, a los que reconoció muy consumidos. La madre le contó que antes de morir, Archibaldo salía y entraba de la cárcel con frecuencia y que nunca paraba en casa. Porfirio no preguntó cómo murió Archibaldo. Le bastó con ver el abatimiento de la madre y el plomo de la culpa en el rostro del padre.
Y con muy poco todo quedó dicho.
2/10/23
279. Colisión en la noche
La mayor parte del verano, cuando estoy en mi piso, lo paso en el balcón. Claro está, a horas en las que la radiación solar es piadosa. Desde mi atalaya observo multitud de ademanes y leo. Por la noche, cuando todo se detiene y no hay nada que observar, cubro mis orejas con auriculares y escucho música luciferina. Así mis vecinos pueden dormir y yo soñar.
De todos los habitantes de mi colmena sólo yo salgo al balcón. Al menos desde que allí me fui a vivir allá por el 2007. Aunque para ser precisos recuerdo que una vez sí salieron. Fue una noche veraniega en la que un par de motos chocaron la una con la otra, justo enfrente de mi campo de visión. Desde mi posición privilegiada domino el inicio de la carretera, que nace en el cruce alejado de mi izquierda, y va a morir en la rotonda de mi derecha, un poco más cercana.
Antes de que el impacto se produjera, yo ya había interrumpido mi audición musical. Estaba asomado y vi lo que iba a suceder. Las motos no iban a gran velocidad ni observé embriaguez en su conducción, pero colisionaron y la quietud nocturna se quebró en un pequeño estruendo de plásticos rotos. Antes de que aquel sonido alarmante se desvaneciera, se obró el milagro y la mayoría de mis vecinos —algunos cuya existencia hasta ese momento desconocía —, como por encantamiento se personaron todos a la vez en sus balcones recién descubiertos.
Por fortuna, los dos moteros, aturdidos y tambaleantes, se levantaron sin evidenciar fractura ósea alguna. Tampoco sangraban ni se enfrentaron cuerpo a cuerpo. De modo que los putos morbosos de lo ajeno enseguida volvieron al interior de sus nichos vivienda, no sin antes haber registrado en sus móviles los momentos posteriores al accidente.
Yo, por mi parte, me cagué en el día que fueron alumbrados y reconecté con mi ensoñación musical, venida de cierto barrio londinense de pasado sangriento, mientras la policía urbana hacía acto de presencia, y mi vista se perdía más allá de la magnificencia del firmamento estrellado.
28/9/23
278. Telerrealidad
Un nuevo concurso de GH salpica nuestras pantallas. Desde aquella primera y lejana edición, las pútridas hordas de la telerrealidad, año tras año hasta el actual, se han ido reinventado así mismas sin ofrecernos un segundo de tregua. Ni siquiera en época estival, que es la estación en la que algunos programas cesan su actividad.
Debo suponer que están bien pagados quienes suplen a los conocidos habituales que presentan toda esa orgía excrementicia.
Hace unos días, la porqueriza volvió a llenarse, otra vez y como siempre, con nuevos puteros, subnormales, rameras, indeseables, corruptos, chaperos, cocainómanos, astados, chulos de piscina y demás ralea. Todos elegidos de entre miles de aspirantes a vivir del detrito, generando detrito y lucrándose de ese detrito que tanto gusta a los televidentes.
Con todo, no deja de ser una rosa entre un vasto erial de mierda, el hecho de que son una minoría relativa la que nos jode la parrilla televisiva al resto. Somos muchos más los que conservamos el cerebro sin infectar, hostia, pero es difícil esquivar la saturación de esos programas cuando están siento emitidos a todas horas, en todos los contextos y por cualquier causa.
En parte es lógico que jóvenes y no tan jóvenes quieran vivir de los réditos que supone ser astro de la bronca barriobajera televisada. Para qué vas a trabajar para un empresario que a diario elabora nuevas putadas para joderte. Por qué opositar, si luego habrá un misterioso grupo de escogidos que habrán tenido acceso a las preguntas con total impunidad.
Con un poco de suerte y acierto en las decisiones a tomar, es muy rentable ser telefamoso. Incluso la mitad del camino ya está recorrido si, por ejemplo, eres una modelo venida a menos o un cantante en decadencia.
En cualquier caso, la estancia en la porqueriza no va de quién está más capacitado en un escenario, ante una cámara o un micro, no. El triunfo es para el que más grita, el que mejor insulta, el que más sabe engatusar a quien sea para que mienta sobre los que conoce y sobre los que no.
Y sobre todo, para el que mejor caiga a los entretenidos imbéciles del otro lado de la pantalla.
25/9/23
277. Introspección
Él volvía a ser un desempleado y ya no tenía tiempo ni recursos para opositar. Su único aliciente era recurrir a las apuestas del Estado, y esperar a que el hada dorada de los sueños inalcanzables lo tocara con la varita mágica de los billetes y las posibilidades.
La ciudad ya no estaba sofocada, pero el verano parecía resistirse a morir. Era tozudo como nosotros, pero todo está sometido a una invariable ley natural. El verano moriría en favor del ciclo de estaciones al que pertenece para luego volver, y nosotros moriríamos para no regresar jamás.
Los días pasaban y él vivía en un continuo estado de rotación y desánimo. Rotaba sobre sí mismo en su lecho, inmerso en sus largas noches de insomnio, desesperado por la precaria situación de sus circunstancias, que lo tenían contra la pared sin apenas margen de movimientos.
Un día amaneció descartando a la suerte, no por buena o mala, sino por inexistente, y se reencontró con el mundo de las letras, que de nuevo aceptó como única salida. Ellas siempre estaban ahí, esperando tras los periodos de ansiedad y las desavenencias consigo mismo, encendidas en su monitor, pálido como una luna creciente.
Se dio cuenta de que seguía apreciando el talle elegante y presumido de una serifa, y la claridad sobria y estilizada de una helvética. Que aún le interesaba todo lo que podían contarle si las combinaba, ya fuera con vanagloria o modestia, en un párrafo equilibrado.
Quizá todavía era demasiado pronto para rendirse.