La primera vez que Porfirio vio un arma de verdad tenía dieciséis años de edad, allá por 1973. Fue Archibaldo quien se la enseñó, dos años menor, una noche en la que estaban en el reservado de una discoteca. Archibaldo llevaba el revólver entre la cintura del pantalón y la barriga. El revólver era plateado y tenía la culata negra. Cuando Porfirio lo tuvo en la mano se sintió incómodo y un hormigueo antinatural le ascendió hasta el hombro.
En aquel momento sonaba I shot the sheriff de Bob Marley.
El padre de Archibaldo era el dueño de la discoteca y en ella se traficaba costo y cocaína. Y es que su padre pertenecía al bando vencedor, por lo que contaba con el beneplácito de la Comisaría Central de la Policía Nacional, ubicada un par de calles más abajo. En cuanto a la discoteca, era un antro inspirado en la estética de La naranja mecánica (1971) y en el que predominaba la luz negra.
A esa edad, entre semana, Porfirio y Archibaldo tenían que regresar a casa antes de las veintidós, por lo que nunca vieron la discoteca llena, salvo por el tránsito aislado de algunos adictos que estaban de compras, y la presencia de los maderos de la comisaría que se entonaban antes de empezar el servicio.
De entre los habituales había unos malnacidos pertenecientes a una brigada nocturna, que se dedicaban a hostiar a cualquiera no afín al régimen establecido, sin más pretexto que el de la higiene social. Después de cumplidos sus deberes patrios, muy altos de anfetamina y con la noche avanzada, se iban a retozar gratis con las putas del barrio chino.
Las diferencias entre Porfirio y Archibaldo fueron creciendo con el paso del tiempo, de modo que nunca fueron grandes amigos. Porfirio inició su carrera universitaria y se distanció de Archibaldo, del colegio y del barrio en general. Aunque de vez en cuando se encontraban, y aún se soportaban lo suficiente como para abocarse a un rato de litrona y fumeteo ilegal.
Por aquel entonces, Porfirio descubrió que Archibaldo le daba a la aguja con recurrencia y que ya nunca se separaba de su pistola. El tiempo pasó, y ambos se perdieron la pista durante una eternidad. Hasta que Porfirio decidió visitar su propio pasado, paseando de recuerdo en recuerdo por un barrio tan cambiado e irreconocible como él mismo.
Frente a la entrada de la discoteca, decadente y hace años clausurada, tuvo un encuentro casual con los padres de Archibaldo, a los que reconoció muy consumidos. La madre le contó que antes de morir, Archibaldo salía y entraba de la cárcel con frecuencia y que nunca paraba en casa. Porfirio no preguntó cómo murió Archibaldo. Le bastó con ver el abatimiento de la madre y el plomo de la culpa en el rostro del padre.
Y con muy poco todo quedó dicho.
Oiga, aquí todavía es su ayer, o sea, estoy visitándolo desde el pasado y no sé qué le iba a decir, pues me distraje con el ''tubo'' que se le escapó en el primer párrafo.
ResponderEliminarHoy justo hablaba con un amigo españoleto sobre lo horroroso que es que la ''v'' y la ''b'' estén pegadas. Estoy segura de que fue un alma malsana las que las puso juntas en el teclado.
Se me coló. Gracias por avisarme de semejante error.
EliminarHay personas que solo pasan la vida, sin más. Conocí a alguien que siempre estaba en todas partes, conocía a casi todos, seguimos creciendo, muchos se fueron primero, otros nos fuimos después, él continuaba en el mismo sitio, en la misma esquina, en el mismo barrio, vivió hasta los veinte, murió de una forma cruel.
ResponderEliminarCuando metes en tu vida a la aguja hipodérmica, suele acabar en cementerio de forma prematura.
EliminarLa aguja fue una de las mayores causas de muerte por este país en esa época y creo que todavía más en los ochenta(la heroína sí, era la villana). Llenó funerarias y sí, lo explicas bien, previo paso por la cárcel.
ResponderEliminarSí, principios de los ochenta y hasta bien entrados los noventa, causó estragos.
Eliminarya imagino que archibaldo no tenía hermanos para compensar a los padres, que si rondaban la antigua discoteca debían vivir en un bucle.
ResponderEliminarpienso en los polis. ¿ cuanto tiempo tarda uno en hartarse de hacer las cosas impunemente " por qué puedo"? Diría que hasta les resultó liberador el cambio, que aún eue oficialmente fue en el 75, para ellos debió ser más largo, por la inercía y eso.
en mi calle uno murió por drogas, otro no sé sabe porque, ya que ya se había puesto a trabajar, y otros 4 ,guardias urbanos.
yo me fui con los de la calle de al lado, así que no pillé el chollo de guardia urbano. uno se ha jubilado este año ¡ que cabron!.
a los otros les perdí la pista.
abrazoo
Empezamos a ser viejos, Gabiliante.:)
EliminarTe ha salido un relato duro, implacable y realista, Cabrónidas. Muy bueno. Qué sórdidas pueden ser las vidas de algunas personas...
ResponderEliminarHola, Whatgoesaround. Es lo que pretendía, gracias. Aunque seguro que me quedo corto.
EliminarBien ambientado, Siente uno el ambiente de la discoteca, y uno siente que archibaldo no iba a terminar muy bien, pues una pistola, no le da uno la total seguridad. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarY si a la pistola le añades el consumo de cierta substancia, no se puede más que perder.
EliminarEsta historia me resulta tan, tan familiar... imagino que a los que somos del barrio nos suenan más a que otros. ;)
ResponderEliminarAsí es. O en zonas marginales de la ciudad. Esas barriadas...
EliminarLo malo de los barrios marginados es la poca memoria... y lo poco que se tratan los temas que realmente dañan al barrio. Ese veneno vuelve ya se notan sus jóvenes adeptos... que putada...
EliminarPistola, agujas y veneno, imposible no terminar como terminó ARCHIBALDO ( sigues encontrando nombres innombrables jaja) y tantos como él aun sin revólver en el cinturón. Me alegro que tu veneno en letras siga tan adictivo como siempre, un placer volver a leerte !!
ResponderEliminarEl placer es mío dado tu regreso.:)
EliminarVuelven Porfirio y Archibaldo, ¡bien! Cuántos Archibaldos se han quedado en el camino... Todos conocemos más de uno. Un abrazo, Cabro.
ResponderEliminarSólo en la reciente pandemia se ha pinchado más gente. Gracias y otro para ti.:)
EliminarDiego como te gusta joder con los blogs este blog es tuyo¿que se gana mintiendo?
ResponderEliminar¿que se gana cagando a la gente?
qué poca cosa eres tu viejo insatisfecho de la vida
No soy Mucha
porque cualquiera que te jode
piensas que es ella
A ella no le importas viejo de mierda lo que tú haces
Porqueria maldita del firmamento
Seas Mucha, Suficiente o Poca, ni se te ocurra darle a la aguja, que bastante jodida estás ya. Llevas tanto tiempo ensimismada en la contemplación de tus propias heces, que has perdido de vista el mundo real: ya no hay manera de recuperarte. Rezaré por ti al Innombrable después carcajearme.:)):))
EliminarEcho de menos a aquellos amigos del insti. Aquellos que, como bien decía Mecano en su canción... viajaron a Marte demasiado pronto. Muy buen relato. La realidad plasmada en pocas letras.
ResponderEliminarMil besitos y feliz semana.
A veces una mala decisión nos cuesta la vida. Gracias e igualmente.:)
EliminarLa cantidad de gente que se llevo esa plaga, la cantidad de drogadictos que sorteaba cada lunes para entrar al instituto.. una generación perdida, ¿verdad?
ResponderEliminarAsí lo creo. La más tristemente perdida.
EliminarAquella aguja marcó el tiempo de una época en la que la Movida fue bestial... aún recuerdo los lazos negros colgados en los balcones en los que la Heroína de aquellos años se llevó por delante las promesas de un futuro. Hoy ácidos, metas, y el polvo blanco han tomado el testigo y sigue cabalgando el jinete de la muerte con distintos caballos...
ResponderEliminarMe pregunto qué los empuja a esa clase de muerte lenta; a ese lento deterioro mental.
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