18/7/22

153. La canción del verano

    No podrás escapar de la canción del verano por muy lejos que huyas. Te encontrará allí donde estés, porque sonará en todos los putos lugares en todo momento. Y cómo no, será esa brillante composición pegadiza que se supone bailable, cuyo profundo mensaje será una valiosa enseñanza para la humanidad, hasta el punto que millones de oyentes sentirán sus espíritus enaltecidos y sus almas conmovidas.

    Mientras que yo, incomprendido e ignorante melómano de minorías, cuyo gusto musical se considera, para muchos, anidado donde amargan los pepinos, y aun entendiendo y aceptando que en la música, como en la literatura y el cine, todo vale, visitaré el retrete con insistencia para cagar mi tristeza y resignación cada vez que esa canción viole mi rango auditivo. 

    Porque quiero creer que la música sigue siendo esa dama rica en matices y fusiones, ante la cual te arrodillabas con adoración, y no esa puta a la que se han follado tantas veces en tantos veranos, que ya no tiene nada que ofrecer.


14/7/22

152. Sesión de hipnosis

    Yo apenas guardaba recuerdos de mis vidas pasadas cuando estaba despierto, y eso que eran recurrentes en la fase uno del sueño y muy vívidos en el estado REM. Una amiga aficionada al trasiego desmesurado de alcohol, los sudokus y la hipnosis regresiva, me dijo que esos recuerdos convivían en mi interior en eterno conflicto, estaban desordenados y pertenecían a universos paralelos. 

    Recuerdo también que me tumbó en su diván, balanceó un péndulo delante de mis narices y dada mi predisposición, me hizo caer en trance. La extraña conversación que mantuve con ella en ese delicado estado, quedó registrada en una cinta de casete TDK de sesenta minutos. 

    Transcribo un breve y fidedigno extracto de lo referido a mis encarnaciones pasadas.

    —Cabrónidas, ¿cuántas vidas pasadas has tenido hasta llegar a la actual?
    —Muchas.
    —¿Qué recuerdas de tu vida anterior más inmediata?
    —Blog, Nihilismo. Teocracia. Oligarquía. Epígonos del PP. Redes sociales. Hijos de puta. 
    —¿Y antes?
    —Guitarra. Cataluña. Butifarra. Autodestrucción. Hijos de puta.
    —¿Y antes?
    —Coño. Follar. Mujer. Hostia. Ruptura. Masturbación. Muñeca hinchable. Vómito. Hijos de puta.
    —¿Y antes?
    —Colegio. Instituto. Exámenes. Aprobado. Mierda. Dinero. Hijos de puta. 
    —¿Y antes?
    —Maxi Cosi. Tacatá. Babas.
    —¿Y antes?
    —Un gran vacío insondable. ¡El horror!, ¡el horror!, ¡el horror! Carrera. ¡He llegado!, ¡he llegado!, ¡he llegado!

    Y llegado también a este punto, desperté en un estado catatónico alarmante, por lo que mi amiga decidió ingresarme en un centro especializado donde me lobotomizaron. Os puedo asegurar que allí hicieron un gran trabajo: mis vidas anteriores ya no me atormentan, tengo memoria de pez y, lo que es mejor, mi entorno social no ha notado la diferencia y me considera un igual.


11/7/22

151. Hay que morir

    Suicidas a parte, está claro que nadie desea una muerte prematura y mucho menos morirse, pese a la certeza de la muerte y lo asimilado de esta. Lo que no comprendo es qué hay de maravilloso en trascender nuestra propia mortalidad. Cierto que en esta vida hay mucha tristeza, desigualdad e hijoputas, pero también hay júbilos intensos y goces inolvidables.

    Efímeros, sí, pero insuperables por su cualidad caduca: la lluvia cayendo a cántaros sobre un mar en calma; una brisa veraniega que despega el pelo de la frente sudada; el petricor llenando tus pulmones... Qué nos ofrece la inmortalidad y no envejecer, sino restar calidad a cualquier tipo de goce en favor de un sinfín de repeticiones que no harían más que desvirtuar todo aquello que sabemos finito. 

    La saciedad eterna de cualquier anhelo nos conduciría a un hastío insondable como el universo. Una vida sempiterna derivaría en una desgana rayana en la locura en la que olvidaríamos qué es la satisfacción. Y la ciencia que nunca se detiene, se empeña en ir más allá de la longevidad y de que podamos vivir más que un roble milenario. Y más que todo eso, no estamos preparados para ello. 

    Ni lo estaremos. 


7/7/22

150. Consonantes y vocales

     Algunos de mis conocidos, mayores y menores de edad, se mofan de mí porque escribo en el wasap con tanta corrección como puedo. Parece ser que utilizar todos los signos de puntuación y ortográficos existentes, así como empezar una oración con letra mayúscula y finalizarla con punto final, es una muestra inequívoca de mi involución como último vestigio de una especie en vías de extinción. 

    No me molestan las burlas en ese sentido, ya que no son malintencionadas y nacen desde el cariño. Y entiendo que esa manera de escribir en un foro, en un chat o en el wasap, siendo como es una aplicación de mensajería instantánea, requiere de inmediatez y de expresión escueta. Pero bien sabe toda persona que me conoce, que modas, tendencias y demás me las paso por los huevos. Y no por ello deja de irritarme más allá de lo que me atrevería a confesar, el irrespeto que muestran ellos por el lenguaje escribiendo de forma tan hiriente.

    No hace mucho y sin ir más lejos, una conocida que sabe de mi furia al respecto y que no es ninguna analfabeta, me envió un wasap que me dejó sin resuello, como un puñal de hielo clavándose en mis entrañas. Un sudor, frío como una noche de ultratumba, perló mi frente arrugada de desconcierto, y a medida que mis ojos, muy abiertos e inyectados en sangre, intentaban descifrar aquel batiburrillo de pesadilla, tuve que sentarme para no caer de bruces en el suelo de la cocina recién fregado. La mano con la que sostenía el móvil temblaba más que la de un toxicómano privado de su veneno intravenoso, y empezaba a sentirme más destruido que el disco duro del pc de Bárcenas. 

    Por aquel atentado sin parangón a la escritura, campaban en abundancia emoticonos, una barroca mezcolanza de consonantes, y también puntos suspensivos que iban de cinco en cinco o de dos en cinco. Por el contrario, escaseaban las vocales más que la empatía en el cerebro de un psicópata, y cualquier atisbo apreciable de que un ser humano se estuviera comunicando conmigo. 

    El wasap, sin los emoticonos, decía así:

    «Hol kpullo......  ya acab d currar.. tu ya hs dscansdo? l otro dia stuve x alli cn mi hrmno y a lo mjr vuelvo a psar.. no t enfads si mñna no vengo..... xq mñna tbjo y tngo que hablar con vip.....  enga m voy ke tngo ke condcir.....ke te pten, jijijijiji».

    Ya me gusta, y es incluso estimulante, que pongan a prueba mi capacidad intuitiva. Seguro que ni el visionario George Orwell pensó en algo así en su concepto de neolengua. Y otra cosa: ¿por qué cojones se pone una P al final del sí y del no?


4/7/22

149. La subnormal del siglo

    Ayer por la tarde fui testigo de algo espeluznante que me provocó diversas reacciones corpóreas. En un mismo segundo sentí como si algo me asaeteara el espinazo; las orejas se me erizaron como las de Spock; el esfínter se contrajo casi hasta la desaparición física, y los testículos ascendieron hasta la yugular. Sin más verborrea que añadir, a escasos metros de mí, estaba una mujer de unos treinta años que con ademán abstraído daba profundas caladas a un cigarro mientras repostaba su vehículo. 

    ¿Se habrá visto en el pasado y en alguna otra gasolinera una demostración de tan escandaloso despiste? ¿Es esta calamidad bípeda una portadora de accidente, desgracia y muerte? 

    Bastante caro resulta llenar el depósito para que encima te cueste la vida. Acusando la breve tensión del momento, no pude más que increparla con alarma: «¡Pero es que no ves donde estás! ¡Apaga el cigarro, coño!», y eso hizo, con una expresión facial que pedía que se la tragara la madre Tierra. El tono y las palabras empleadas, aunque surtieron efecto, no fueron las apropiadas, pero había que evitar un posible desastre, y ante la seguridad ciudadana no cabe clemencia alguna contra la inconsciencia de la subnormal del siglo.


30/6/22

148. Bombas y balas

    Me dijo Johnny —el del bombardero, no el del fusil— que los gobernantes yanquis nunca renunciarán a una guerra de ser necesario si eso obedece a sus intereses. Pero nunca librarán una contra esa industria tan lucrativa y tan global de la que también obtienen cuantiosas ganancias más de cien países. 

    También es bien sabido que en algunos estados del país de las barras y las estrellas, si te abres una cuenta bancaria, te ofrecen una pistola de aire comprimido en lugar de una cubertería de mala calidad. En otros, puesto que la enseñanza ya está considerada una profesión de riesgo, los profesores de escuela pueden ir armados. En esos mismos estados, dentro de poco, si no ya, será un riesgo el solo hecho de vivir.

    Johnny y los gobernantes yanquis, aun sabiendo que la raza humana es hostil, defectuosa y no tiene arreglo, otorgan a su población civil la opción de armarse si el ciudadano que la conforma lo considera oportuno, para defenderse y proteger su propio jardín. Si a eso le sumamos una policía de gatillo fácil, el panorama es, cuanto menos, intranquilizador.

    Los civiles armados, chiflados o no, se eliminan entre ellos o bien uno inicia una cruzada en solitario, mientras que el resto rezan por no encontrarse, el día menos pensado, en la trayectoria mortal de una bala. Y si sus plegarias no son escuchadas y se las lleva el olor de la cordita junto con sus vidas, ya saldrán en pantalla personas relevantes llorando un poco y condenando la tragedia. 

    En cualquier caso, resulta menos caro que invertir en salud mental y enfrentarse al NRA. Y los verdaderos intereses de Estado, esos que nunca sabremos y van más allá de acuerdos históricos entre republicanos y demócratas, son intocables, dispare a quien se dispare.



27/6/22

147. Vida confinada

    Tú no vas de safari para llevarte la cabeza de algún animal con la que adornar la entrada de tu salón. Tú no traficas con el marfil. Tú no alfombras tu casa con el pelaje de un felino. Tus abrigos y calzados son sintéticos. No eras muy mayor cuando supiste de la crueldad de los circos. Te asquea la tauromaquia y tu perro no podría tener mejor amigo que tú.

    Pero tienes unos peces muy bonitos en una pecera muy grande. Y qué más da: nacieron y se criaron en cautiverio; ni siquiera tienen memoria.

    Y tienes montones de pájaros enjaulados. Hasta tienes un loro y no te parece horrible que unas criaturas que vuelan vivan así. Pero claro, si no vuelan: nacieron y se criaron en cautividad. No conocen otra cosa.  

    Y tienes una iguana alucinante en un gran terrario. Y en otro un par de tortugas. Y el otro día fuiste al acuario donde tienen ballenas, focas y delfines amaestrados para nuestro disfrute. Y cuando no vas al acuario te vas al zoológico. Allí han recreado el hábitat natural de una gran variedad de animales a los que tienen prisioneros, pero muy bien atendidos, y así de paso protegen a alguna que otra especie en peligro de extinción. 

    Tú sabes que hubo una primera vez en la que el humano metió la mano y alteró el delicado equilibrio que dispuso la Naturaleza para todos los seres del planeta.

    Pero no tienes ni idea del verdadero respeto por la vida animal, miserable.


23/6/22

146. Verano

    Estoy en casa de mis padres y una melodía llega a mí fluctuando con la candencia del reggae. Después de la comida lavo unas tazas para prepararle un café a mi padre. Las gotas de sudor caen lentas por mi espalda en cosquilleante incomodidad. El agua de la piscina es un espejo destellante. Por el ventanal miro a mi madre mientras trabaja con manos experimentadas en el jardín de mi infancia: los geranios, las enredaderas, las azucenas, las margaritas, los cactus... 

    El agua del aspersor cae en el césped en un abanico de perlas. Huele a tierra mojada y lavavajillas. De pronto, una brisa de fuego aviva en un bucle imposible el vaho aromático del café y las pompas iridiscentes del Fairy. El aroma del café y las burbujas danzan a mi alrededor con pereza imprevisible, antes de salir bailando por la ventana para estallar y disiparse en la flora ajardinada.

    Ya es verano, joder.



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