Seáis o no seáis unos membrillos, sé que sabéis que el veranillo de San Miguel ha finalizado y que tampoco tiene que ver con la marca de cerveza. Así que yo, «veranófobo» hasta la médula, no sin cierta tristeza por la lejanía de las temperaturas tórridas, os doy la enhorabuena a vosotras, personas «otoñófilas». Que gustáis de la contemplación paisajística teñida de ocre a media tarde, con una bebida humeante o infusión especiada entre las manos tras el cristal de la ventana.
El otoño ha llegado a vosotras, criaturas espirituales. Anima vuestro cotarro existencial y os empuja a soltar lo que ya no sirve. Así que ya tardáis en revisar a fondo el trastero y el garaje; os sorprenderéis. Después, practicad el autoconocimiento y la introspección, a ver si encontráis algo ahí dentro. Y reflexionad sobre lo aprendido y lo que habéis crecido, aunque haya sido a lo ancho. Disfrutad, pues, de la transformación y de la transición a un mejor estado de consciencia.
La caída de las hojas alfombra el camino de tierra y también os prepara para el futuro. De modo que revisad la ropa de abrigo, purgad los radiadores y tened la caldera de gas a punto. Y el grueso de la cuenta corriente para el disparo del consumo eléctrico, también.
Y sobre todo, criaturas «otoñófilas», conservad el sentido del humor.
¡Viva el sentido del humor ya sea verano o invierno! Un placer leerte.
ResponderEliminarGracias, Rebeca. El placer es mío de verte por aquí. :)
EliminarHola, Cabrónidas, me parece que con el cambio climático (guste o no) ni hay otoño ni primavera, sino que hay un veroño y un invera...
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Hola, Merche. Acaba de empezar, ja, ja, dale tiempo.
Eliminar