Durante estos días, si me buscas, me encontrarás callejeando con paso apresurado justo cuando anochece. No sé andar de otra manera por más que viva sin prisa. Te será sencillo identificarme entre toda esa turba animada de vampiros, zombis, brujas, esqueletos y fantasmas de postín porque nunca me disfrazo.
Más tarde estaré en algún bar, apoyado en la barra en lugar de sentado en una mesa. Si es ahí donde das conmigo, me reconocerás de inmediato porque seré el único que no estará abstraído en el móvil, sino en algún periódico tendencioso de izquierdas o sectario de derechas, que tanto da: carezco de ideología.
A mi izquierda, porque soy zurdo, tendré una cerveza con alcohol. No esperaré que me la sirvan con los cinco pasos, pero sí con profesionalidad. Verás que la degusto con lentitud porque para eso tampoco hay apremio. Puede que me beba una segunda, pero nunca más de dos. Voy a menos en todo con el paso de los años.
Durante todo ese ritual de consumo observarás que en ningún momento dirijo la mirada al televisor, si lo hay. Lo que sí puede ser es que de improviso saque el móvil del bolsillo como si quemara y me ponga a teclear. Por si te lo preguntas, siempre es alguna idea de esas que llegan de improviso y con un poco de dedicación terminan aquí, para mí y para ti.
Sobre todo para ti.
Cuando salga del bar, si ya me has encontrado y decides seguirme, continuaré mi camino, indiferente a los escaparates, cuyas luces ambarinas iluminan disfraces de ultratumba y calabazas sobrevoladas por murciélagos estáticos que parecen sacados de alguna antigua película en blanco y negro de la Hammer. Tienen su encanto, eso sí.
Como que ya no puede ser de otra manera, supongo que también me cruzaré con algún reducido grupo de chiquillos que van disfrazados y picando a las puertas de su vecindario para el truco o trato. Y sonreiré sin poder evitarlo. Los niños siempre consiguen que sonría y me olvide de que existen cosas feas en el mundo.
Y así llegaré a mi destino. A uno de esos puestos todavía mágicos que parecen vestigios de otro tiempo, donde compraré una papelina de castañas asadas.

 
Gracias, ves? esto es una absoluta preciosidad , todo, además ! Me ha gustado mucho, pero ...¿ papelina? ¿no será un cucurucho? ; )
ResponderEliminarAy, María, sabes bien que mis comentarios no son malintencionados. No te enfades con este incomprendido bloguero. Y muchas gracias. Celebro que te guste. :)
Eliminar