7/4/25

436. Por el camino de tierra

    Hacía mucho que no transitaba por el camino de tierra que va paralelo al río. Queda muy cerca de donde vivo, pero los de urbanismo han estado tanto tiempo trabajándolo para hacerlo seguro y del todo practicable, que casi me había olvidado de su existencia. Caminando a buen ritmo cubres toda su longitud en poco más de media hora, lo cual supone una hora y pico de andadura, contando con los minutos de vuelta: tiempo más que suficiente para desconectar y soltar lastre mental.

    Por más que ande, no me acostumbro a hacerlo con los auriculares del móvil puestos, sean alámbricos o inalámbricos. La última vez que lo hice, por aquello de probar una vez más, fui presa de la chispa y acabé ofreciendo a la ciudadanía un baile gesticulante y esperpéntico. Aunque tampoco estuvo mal, la verdad. 

    El caso es que a la hora de andar, prefiero recibir los sonidos exteriores que me van envolviendo a cada paso, como en este caso los que producen el generoso caudal del río y el arrullo sedante del follaje. Además, tengo facilidad para aislarme de la contaminación acústica que genera la ciudad, y de su zumbido monocorde de baja frecuencia, omnipresente e incesante.

    Al poco de iniciar mi trayecto peatonal, con el río a mi derecha en función de la dirección emprendida, me encontré con que en el lado contrario habían habilitado un pequeño parque de cuatro columpios y cinco bancos ideados para la incomodidad más eficiente. Aunque eso no parecía importarle al cuerpo que, con total inmovilidad y cuan largo era, yacía tumbado, y descalzo, de cara al respaldo de uno de esos bancos.

    El cuerpo vestía un anorak, pantalones holgados y un gorro de lana que hacían indeterminable su sexo, y no muy alejadas y de cualquier manera, unas deportivas estaban tiradas junto a un par de calcetines arrugados. Tendente como soy a la negrura, me pregunté si estaría muerto. Aunque de ser así, a las tres mujeres con hiyab que estaban sentadas en los otros bancos sin perder de vista a sus retoños, tampoco parecía importarles demasiado.

    Seguí avanzando por el camino de tierra, absorbiendo toda la energía verde que flanqueaba mis pasos y susurraba por encima de mí. De vez en cuando me cruzaba con corredores adultos de edades diversas, y jóvenes granujientos repletos de hormonas enloquecidas. También con corredoras venidas a menos y diosas adolescentes favorecidas por la genética, de mejillas sonrosadas y saludables, que parecían música en movimiento. Y canes, joder, canes que tironeaban con ahínco de sus correajes y paseaban a sus dueños apáticos.

    Cuando me quise dar cuenta, ya había llegado al final del camino de tierra, de modo que tocaba regresar, esta vez con el río a mi izquierda. A mitad del tramo, un perro (o perra) detuvo con brusquedad a su dueña y se puso a ladrar con hostilidad en dirección al río, en cuya orilla más próxima al camino, un gigantesco jabalí bebía agua y olisqueaba a pasos cortos con total calma, como si aquello fuera suyo, o de sus antepasados más que de los nuestros. Y seguro que así era. Luego cruzó el río hasta la otra orilla, ascendió con facilidad el declive que lo separaba del bosque y desapareció entre los árboles.

    Llegué al parque de nuevo y otro enigma me asaltó: no había cuerpo alguno en el banco, pero las deportivas sucias y los calcetines arrugados seguían ahí. Lo que no me sorprendió fue ver a las tres mujeres con hiyab, todavía sentadas en esos bancos de madera nada confortables. Pero si sus maridos y parientes masculinos son capaces de aguantar cuatro o cinco horas en un bar con un café o un cortado, a ver por qué ellas no iban a aguantar toda la tarde de esa guisa.

    En fin, descargado, renovado y con mi aura henchida de vitalidad, llegué con la puesta de sol a mi nicho vivienda, acogedor y rebosante de luz.


 

28 comentarios:

  1. A mí me es imposible caminar o correr con cascos, como meterte en el mar con zapatos , pero claro,aquí no tenemos ese zumbido sordo y constante de las grandes ciudades y ...ese difunto andante? resucitaría y saldría corriendo descalzo ? ... muy agradable tu paseo!

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    1. Yo prefiero degustar la música en casa, desde luego. En cuanto al cuerpo: se fue descalzo pero bien abrigado. :))

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  2. Padrísimo!!! es de lo que más gozo. Irme a caminar. Tengo un río a unos 500 metros de casa y luego un cerro al que me gusta subir, hay camino seguro. Desde allí, domino gran parte de la ciudad y me siento la dueña del mundo. Es lo más relajante que hay.
    Besos.

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    1. Sí, caminar por la ciudad te ofrece otros estímulos, pero nada comparado con andar por la Naturaleza. :)

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  3. Estos paseos suelen ser entretenidos, hay mucha fauna que observar. Yo suelo ir con auriculares y al faltarme referencias sonoras, me voy inventando historias de la gente con la que me cruzo

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    1. Salir a la calle, y en concreto para ese tipo de pateadas, es transitar por un caldo de cultivo de potenciales historias. Ocurren a cada momento, pero muchas no las advertimos.

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  4. Hola Cabronidas, a mi me encanta esos paseos, en mi caso al lado del río no puede ser, pero me gusta subir a un parque natural que hay en el pueblo y pasear por sus sendas, respirar hondamente y sentir como el aire fresco llena mis pulmones, estar en comunión ese ratito con la naturaleza. Me relaja y desestresa, cuando estoy con mi madre aprovecho el sol, ya que vive en una casita con parcela en el campo, me siento fuera un rato y recargo pilas.
    Un abrazo!!

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    1. Hola, Dakota. En invierno, transitar por esos lugares ofrece estímulos algo diferentes a si lo haces en tiempos de calor y buena temperatura, pero se queda uno igualmente recargado con todo lo que sirve dejado en el camino. ;)

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  5. Cuando me escapo a la sierra raro es el día que no tengo que pedirle (creo que educamente) a mi acompañante si puede callarse un momento y disfrutemos simplemente del camino en silencio.
    Sobre el tipo del banco, lo tengo claro, has presenciado una abducción :)

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    1. Alguna mirada que otra eché en las calles adyacentes y por los alrededores. Pero nada, no estaba: se fue descalzo, eso sí. :)

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    2. ahora anda en gaminedes probando sondas rectales extraterrestres, no te apenas por él, ha encontrado su verdadera vocación ;)

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  6. Pues fíjate que yo me he aficionado al audiolibro en mis paseos urbanos. Es de lo más estimulante. Cuando la narración es buena consigo aislarme por completo. No lo he probado en zonas idílicas de ríos rumorosos con el verde estallando en los ojos, aunque cuando no puedo concentrarme en lo que oigo directamente me retiro la intrusión orejera y me entrego a lo que sea que está ocupando mis sentidos.
    Gran texto. Hacía tiempo que no te leía.
    Abrazos

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    1. Quizá pruebe lo del audiolibro, aunque si con la música ya no lo consigo... Agradezco tu vuelta por aquí, pues. :)

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  7. Cuando te he leído, fíjate que cosas que he pensado que a lo mejor te habías animado a participar en los relatos Jueveros con este viaje improvisado en la cotidianidad. Yo no uso cascos que a mi edad lo único que puede pasarme es que me atropelle un coche, moto, bicicleta o jabalí. Que en Málaga ya pasean más ellos que nosotros, incluso se han metido unos cuantos en centros comerciales como el Miramar de Fuengirola. Bueno que me ha gustado un montón tu paseo lleno de matices y observaciones, generalmente el personal pasea más despistado. Feliz inicio de semana

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    1. Hola, Neuriwoman. Parece que no somos pocos los que caminamos sin cascos, y eso que hay muchos caminantes y corredores que sí los utilizan. Como cualquier animal, el jabalí va en busca de alimento, aunque no por ello deja de ser una especie bastante invasiva, ja, ja. En cuanto a lo de participar en los relatos y demás, siempre tengo algo que escribir, pero me tiene que salir de dentro. Si lo hago forzado o me obligo a hacerlo por querer participar, no me sale nada. Celebro que te gustara la narración e igualmente. :)

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    2. Así es, escribir es una cosa y participar en estas convocatorias, otra. Personalmente he escrito en el blog muy pocos relatos, creo con los dedos de una mano se podrían contar. Pero ahora, debe ser la primavera, que van a faltarme dedos como siga así.

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  8. Cabrónidas, celebro tu transitada en comunión con el follaje y el jabalí, y que hayas disfrutado de tu paz interior. Pero recuerda que tras ese paseo bucólico de autoconocimiento, te espera la Tere afilando el oído desde el visillo, taza en mano y oreja en estado alerta naranja, esperando tu aria en do mayor como si fueran los tambores del apocalipsis.
    Y mientras tú elevas el alma...y aquello que resuena por las noches...ahí quedan, mudos testigos de lo inexplicable, esos pobres calcetines ... huérfanos.
    Nunca sabremos si el cuerpo desapareció por combustión espontanea, por abducción alienígena o porque escuchó reguetón y salió corriendo, pero ahí quedaron los restos..como ofrenda a los dioses del mobiliario urbano.
    saludos y que el espíritu del jabalí errante y los calcetines abandonados te acompañen!!

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    1. Ja, ja, ja, en cuanto haga más calor y deje de correr el aire, es posible que me la encuentre con sus amigas, la Pepi y la Jenni, consumadas vigilantes sin nómina de otros barrios de la ciudad. :))

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  9. Por cierto que la debes haber pasado muy bien y el panorama te debe haber relajado las tensiones diarias, lo que me llamó la atención fue el Jabalí, no es un animal peligroso para esos parques de paseo??
    Ha sido bueno leerte, me distraje de mi tarea diaria por un rato te acompañé en tu paseo.

    mariarosa

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    1. Hola, Mariarosa. El parque está, prácticamente, al principio del camino, y el camino, si bien discurre en paralelo al río, lo hace a unos pocos metros de distancia, no al lado. De todas formas, creo que ese terreno es más del jabalí que no nuestro. ;)

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  10. Hola Cabrónidas, gracias por compartir tu paseo. A mí me gusta mucho caminar y más cuando es en un entorno natural. Lo de los audífonos no me agrada mucho, prefiero escuchar el ruido que hace el viento entre los arboles o los ruidos hechos por los animalillos que anden por ahí. Nunca me he encontrado "animalillos" de dos patas haciendo ruidos raros, pero seguro que a ciertas horas se oyen, jejeje. Lo cierto es que esos paseos de verdad que ayudan a la mente y dan paz. Claro, queda el misterio del cuerpo que se fue sin calcetines. ¿Se habrá resfriado? Jejeje. Te mando un abrazo.

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    1. Hola, Ana. Se fue sin calcetines y sin calzado. Otro misterio de la ciudad sin resolver. :)

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  11. ¡Buenas, Cabrónidas!

    He disfrutado mucho este paseo tuyo. Te confieso que también soy de los que prefiere caminar escuchando lo que pasa alrededor, sin cascos ni distracciones. Me gusta esa manera que tienes de dejar que el propio camino te vaya contando la historia.

    Lo del cuerpo en el banco me ha dejado pensativo, no te voy a engañar. Hay escenas que se te quedan grabadas no por lo que ves, sino por lo que no terminas de entender del todo. Y cuando vuelves y ves que han desaparecido la mitad de las piezas, casi te preguntas si no ha sido todo cosa de la imaginación.

    El jabalí, qué decir. Con la calma de quien sabe que el terreno es suyo de siempre. Me ha gustado mucho cómo dejas esa sensación de que la naturaleza no necesita permiso para recordar su sitio. Porque es así, bajo mi punto de vista. Demasiado que estamos destruyéndolo todo y dejando sin hábitat natural miles de especies, y destruyendo igual cantidad cada año que pasa, dicho sea de paso.

    Al final del paseo, uno vuelve con la cabeza más despejada, pero también con esa media sonrisa de haber visto cosas que, sin buscarlo, terminan dándote que pensar.

    Un abrazo, compañero. Buen paseo el de hoy.

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    1. Me sigo preguntando lo de las deportivas, la verdad. Hoy he hecho la misma ruta y ya no estaban. A ver mañana con qué me encuentro.
      Otro para ti. ;)

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  12. Estoy con usted, de no escuchar música con audífonos (cascos), cuando se sale a caminar o a trotar por caminos venerables. Lo mejor es observar y escuchar a la naturaleza zumbando los oídos, a bo ser que sea una mirada de abejas asesinas. Un abrazo. Carlos

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    1. Qué tal, Carlos. Está claro que no hay mejor música que la de la naturaleza. ;)

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  13. El jabalí reclama su espacio, que hemos invadido de asfalto. El sujeto (o la sujeta) tumbado sobre el banco, también. De otra forma.

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    1. Es pisando como el humano reclama su espacio. Aunque sea descalzo. :))

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