No fue por desoír las serias advertencias del profesor William Dyer, ni por no tomarme en serio el testimonio de su escalofriante relato. Incluso fui al centro de salud mental a visitar al malogrado señor Danfort, y puedo asegurar, sin temor alguno a equivocarme, que nunca había visto en alguien locura más profunda y perturbadora.
Sin embargo, aquí estoy, por demasiado incrédulo y atrevido, en un remoto paraje subterráneo donde ningún humano jamás debiera adentrarse, y del que William y el joven Danfort escaparon de milagro. Quizá aquella criatura así lo permitió para que disuadieran a los idiotas como yo.
Y ahora que estoy solo, con mi suministro de luz agotado y en la más completa oscuridad, me doy cuenta de que es real. Oigo esa cosa arrastrarse, y solo espero que cuando me alcance yo ya esté lo suficientemente loco para que no me importe.
¡Qué no daría por poder volver atrás!
Cuando cruzamos una puerta siempre pensamos que podremos volver cuando queramos y deshacer nuestros pasos. Solemos comprender muy tarde que eso ya no es posible.
ResponderEliminarY eso que encima nos advierten. :)
EliminarEscribes demasiado bien, con estos relatos tuyos siempre me quedo con ganas de más. Resulta jodidamente insatisfactorio xd
ResponderEliminarHola, Kiffi. Agradezco de veras el cumplido. Aunque esta entrada no es nada meritoria. Es un guiño un tanto descarado, pero con un profundo respeto, a un escritor ya muerto que es un grande entre los grandes. De hecho, doy un par de pistas brutales al respecto. Una es el título de la entrada, y la otra pista aún mayor, la letra de la canción. Incluso te invito a leer cosas de este escritor demente. :)
EliminarHola, Cabrónidas, dicen que los escritores tienen un punto de locura, algunos supongo que más que ese punto...
ResponderEliminarCurioso relato.
Un abrazo. 🤗
Hola, Merche. Yo creo que así es: un escritor o alguien que escriba en un blog tiene algo de loco. ;)
EliminarCabrónidas, alma intrépida
ResponderEliminarMira que te dijeron q esas montañas no eran de senderismo precisamente, pero tu nada, a explorar como el que va a por setas. Y claro, se te funde la linterna, el corazón en la garganta y una criatura te susurra en las sombras para volverte loco
Si empiezas a hablar en lenguas antiguas, no te olvides de mandarme una postal desde el otro lado
saludos de loca
Ahora ya no podré volver para advertir a los incautos que, como yo, pecaron de atrevimiento. Si sobrevivo te mandaré una postal. :))
EliminarCreo que tu texto condensa magnificamente el horror existencial de Lovecraft: no tememos a lo monstruoso, sino a comprender demasiado tarde que nunca fuimos los amos del mundo para poder volver atrás. Saludos
ResponderEliminarAsí es, Neuri. Lovecraft, en sus relatos, siempre pone al humano como la pieza más insignificante de las criaturas, conocidas y desconocidas. Como mucho somos amos de nuestro tiempo, y cuando nos jubilamos. :)
EliminarHay partes en las que no debemos ingresar, porque ya sabes: la curiosidad mató al gato.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Sara. Unos abren el camino y mueren. Y los que van detrás lo allanan. ;)
EliminarHola Cabronidas, hay caminos que igual debemos pensarlo bien antes de adentrarnos en ellos porque ya no hay vuelta atrás, lo hecho, hecho está, no se puede borrar como la tiza en una pizarra, como mucho podemos apañarlo un poco, jajaja, dicen por ahí que la locura es sinonimo de genialidad. Me encantan tus locuras.
ResponderEliminarUn abrazo!
Mira que a veces nos advierten y ni con esas, eh. Otro para ti. :)
EliminarAy, es que yo soy demasiado crédula.
ResponderEliminarSegún cómo, para evitar sorpresas, conviene serlo. :)
Eliminar¡Cabrónidas!
ResponderEliminarAquí me tienes, disfrutando a fondo este relato tuyo. No te exagero: el libro me lo he leído no sé cuántas veces a lo largo de los años, y cada vez que vuelvo a En las montañas de la locura, me sacude igual. Así que cuando he visto cómo lo has hilado aquí, no he podido más que sonreír de puro disfrute.
La mención a Dyer y Danforth es oro puro. Es que no falla: al instante nos situamos en esa expedición fatídica a la Antártida, al interior de esa ciudad subterránea que no se debería haber explorado jamás. Qué guiño tan bien traído. Además, te digo más: cuando nombras que Danforth quedó malogrado en el centro de salud mental, es que clavas el eco del original. Me ha encantado cómo respetas ese aire lovecraftiano de locura contenida, de advertencias ignoradas, y de conocimiento prohibido que, como siempre, acaba por arrastrar a quien se atreve a mirar demasiado de cerca.
El ritmo que le das es perfecto. Va en aumento, sin prisas, pero con esa sensación de fatalidad que se te mete bajo la piel. Y esos detalles como la luz que se extingue, el sonido de la cosa que se arrastra… no necesitas describirla más. Justo como haría Lovecraft: deja que la imaginación del lector complete el horror. Has clavado la atmósfera.
Y el cierre, impecable. No lo toques, compañero, porque esa espera resignada de la locura o del final es exactamente el tono que pedía el relato.
Me ha encantado. Muy buen homenaje, lo he disfrutado muchísimo, tanto que se me ha quedado corto jajaja
¡Un fuerte abrazo!
Qué tal, Tarkion. Tenía más que claro que tú sí ibas a saber de qué va el micro relato solo con leer los nombres. Lovecraft es de esos autores que nunca han escrito nada malo. Qué pena que muriera tan joven, porque nos habría dado un montón más de buenas historias de las que dejó para la inmortalidad.
EliminarOtro día, cuando me llegué la luz (porque siempre llega de una manera o de otra), haré el mismo ejercicio con otro grande un poco anterior a Lovecraft. Y seguro que todos sabemos quién es. ;)
Otro para ti.
Totalmente. Lovecraft es de esos que te atrapan por la atmósfera y te rematan por la carga que deja en la cabeza después de leerlo. Esa sensación de que has visto el borde del abismo... y el abismo también te ha mirado.
EliminarUna pena enorme que se nos fuera tan joven, como bien dices. Siempre me he quedado con la espinita de qué más horrores cósmicos nos habría regalado si hubiera tenido unos años más de pluma y pesadilla.
Según te leía me ha venido casi de inmediato Poe a la cabeza. Creo que es el candidato más natural: maestro absoluto de la atmósfera opresiva, del terror psicológico, y casi el padre espiritual de Lovecraft. Ya me imagino ese juego con los ecos de la Casa Usher, las sombras de Lenore, o ese corazón que late desde el subsuelo…
Aunque te confieso que también he pensado de refilón en otros nombres, como Ambrose Bierce —que se adelantó en su tiempo y tiene ese tono oscuro y enigmático—, o incluso en Mary Shelley, aunque el estilo no acaba de casar del todo con lo que insinúas.
Pero sí, todas las señales apuntan a Poe. Y me encanta la idea. Estaré esperando ese homenaje, seguro que nos sorprendes y a mí me regalas un rato de lectura de las que me fascinan.
Ánimo y que llegue la luz, ¡ya estoy deseándolo!
Ja, ja, ja. Sí, has acertado: Poe. Tengo que buscar primero algún grupo de música metal que hable de alguna de sus historias. Seguro que lo hay. :)
EliminarHola, Cabrónidas. Dicen que la curiosidad mató al gato, pero es tan irresistible el probar aquello de lo que nos han advertido de sus consecuencias... Quizá esa sea la razón por la que progresó la civilización. por ese innato deseo de cruzar la frontera prohibida. Saludos
ResponderEliminarHola, David. Sí, no me cabe duda a ese respecto. Además de a la tumba, la curiosidad también conduce al avance y al conocimiento. :)
EliminarDespués de este, deseando leer el que escribas en homenaje a E. A. Poe.
ResponderEliminarHola, Mayte. La intención está ahí. Ahora solo falta encontrar el momento en el que la intención se convierta en acción. Siempre ocurre, lo que no sabemos cuándo será. :)
EliminarYo es que soy tremenda amante de Lovecraft y me engancho como poco a sus relatos. Un gustazo leerte más y salir un poco de mi propia cueva para ver tremendo talento
ResponderEliminarBuenas, Darrow. No en vano Lovecraft tiene una legión de seguidores y no pocos imitadores. Eso es de un gran mérito cuando su obra no es todo lo extensa que nos gustaría. Bienvenida a la narrativa esquizofrénica y gracias. :)
EliminarEn cada época existirán los crédulos que se arriesgarán allí donde nadie más se atreve. Y con suerte acaben muertos o algo peor.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Hola, José. Y los vivos se aprovecharán del conocimiento que se derive de la muerte de los curiosos. :D
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