24/4/25

441. El aterrizaje

    Dos tipos urbanitas se desplazan por las alturas en un globo aerostático. En un momento dado, deciden aterrizar en una gran extensión de tierra de tonalidades verdes y ocres. Unos metros antes de que el globo toque tierra, a lo lejos, otro tipo se aproxima hacia ellos con paso apresurado. El globo ha aterrizado y los urbanitas bajan de él. Uno de ellos graba con un móvil cómo el otro hombre se va acercando. Cuando está lo bastante cerca, ambos urbanitas comprueban que es un tipo de campo, muy enfadado, que vocifera y gesticula.

    El hombre de campo les pregunta, airado, quiénes son y por qué aparcan en su terreno en el cual no se puede aparcar. Los hombres de ciudad, en tono correcto, contestan al respecto que son el piloto de la aeronave y el comandante, y que se han visto forzados a un aterrizaje de emergencia, no a aparcar. El hombre de campo exclama qué aeronave ni qué leches. Que eso es un globo de esos que vuelan y que al aterrizar ha asustado a sus animales que pastaban con calma.

    Los hombres de ciudad aseveran que no había más remedio; que el aterrizaje era de vida o muerte. El hombre de campo, aún más furioso, les impreca que ellos son los culpables de que sus animales estén por ahí desperdigados a kilómetros de distancia de donde debieran estar, y que reagruparlos sí que va a ser de vida o muerte. Con todo, los hombres de ciudad le explican que hay que anteponer la vida humana a la animal; que eso es lo correcto. El hombre de campo, ya sacado de quicio, los insulta y les exclama que lo único importante, cuando se trata de la invasión de su terreno, son sus animales.

    Los hombres de ciudad contestan que se calme y que no les falte al respeto, que ellos no lo han hecho. El hombre de campo les grita que tendrían que haber aterrizado en “el otro lao”, aunque dada la enormidad del descampado cuesta determinar dónde está. Luego, sin visos de calmarse, se aleja mientras afirma que los va a denunciar y que recen porque ninguno de sus animales se haya hecho daño, pues están asegurados y con todos los papeles en regla. 

    También les amenaza con que va a volver con su hermano, y que cuando eso suceda, mejor que no estén ellos ni el globo, porque su hermano no razona como él: solo actúa.



  

24 comentarios:

  1. He vivido lo suficiente con "los hombres de campo", como para saber que es mejor no discutir mucho con ellos. Los urbanitas hemos abandonado nuestro lado primitivo y no somos rivales para su furia :)

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    1. Así es. Esto es un hecho real; lo vi el otro día en un vídeo de unos dos minutos. Y es de risa, ja, ja, ja.

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  2. Estos agricultores y ganaderos siempre están protestando: que si los tomates marroquíes, que si los precios a pérdidas impuestos por las cadenas de producción, que si el costo de los seguros agrarios, que si el lobo se come su ganado... Y ahora se cabrean también porque unos pobres urbanitas invadan sus terrenos con sus máquinas contaminantes, sus ruidos, sus exigencias, su falta de respeto hacia su labor... Son unos quejicas, a la cárcel con ellos.

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    1. Apuesto por el hombre de campo y su hermano. Ellos serán los vencedores.:)

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  3. Bueno que me vas a contar…menos mal que encontraron a este campesino solo y de buen dia, que si no estaríamos en la crónica de sucesos luctuosos. Pero hay que reconocer que es una reacción natural al sentirse invadido y a la trabajera de volver a reunir su ganado y no poderse marchar a tomar su cafecito en el pueblo. Imagínate

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    1. Así es. Estoy más cerca del hombre de campo, que de los urbanitas. :)

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  4. Hola Cabrónidas, las interacciones de la gente de ciudad con la del campo no está exenta de dificultades y malos entendidos. Los razonamientos son muy diferentes, como vemos en este caso, a los de la ciudad les vale un pito si los animales fueron afectados, ellos querían bajar ahí y ya está. Tu relato al principio no habla de que fuera una emergencia. El problema del hombre del campo es real: arrear a sus animales, calmarlos, mientras los citadinos solo se van a elevar y dejar atrás el problema causado. Espero que el hermano llegue antes de que despeguen y les dé una lección. Vivir en la ciudad pone estúpida a la gente. Saludos.

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    1. Tienes toda la razón. Las gentes de campo, solo tienen una capa. :)

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  5. Dos polos opuestos que nunca se van a comprender, porque la vida en sí se concibe totalmente distinta. Yo siendo pueblerina, siento decir esto, qué va, no lo siento, estoy con ese hombre y su hermano, que huyan por sus vidas, y renuncien en este caso a sus bienes materiales, ja, ja, ja.
    Abrazos, Cabrónidas.

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    1. Por lo visto no hay segunda parte. Nos quedaremos con la duda de si vino con su hermano, ja, ja.

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  6. Urbanitas y hombres del campo es como querer mezclar agua y aceite, jajaja, habría que ver la continuación, si va con el hermano jaja.

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    1. He buscado, pero si hay segunda parte, no la he encontrado. De todas maneras, urbanitas contra campestres, yo creo que ganan los campestres. :))

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  7. Perro que ladra no muerde. Buen texto maestría. Un abrazo. Carlos

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    1. Hola, Carlos; eso es verdad. El que debe morder es el hermano que no razona, ja, ja, ja. Gracias y otro para ti. :)

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  8. ¡Compañero!

    Pues yo, que soy muy de pueblo y aldeas (y que trabajé en el campo de joven cuando vivía en Andalucía), entiendo perfectamente el cabreo del ganadero. Tengo amigos ganaderos y sé lo achuchados que están con los precios de los piensos, el clima, los impuestos... ¡Vamos, que me pongo de su parte pero ya!

    Y sí, me posiciono sin dudarlo contra los prejuicios, el esnobismo y esa manía de creerse superior por tener código postal urbano. Que les den morcilla (¡o fabada, que ahora vivo en Asturias! 😉) al "tono correcto" y a no saber dónde demonios está "el otro lao". Me he encontrado gente de campo con más sabiduría y sentido común en una uña que algunos urbanitas en todo el cuerpo.

    Dicho esto, y aquí viene el momento "medicación-filosófica" jajaja: reducirlo todo a "campo vs. ciudad" es simplificar un encontronazo que tiene tanto de real como de película de Berlanga (¡un globo aerostático aterrizando de emergencia!). Al final, todos llevamos nuestras propias "vacas asustadas" que defender y a todos nos aterrizan "globos" inesperados que nos sacan de quicio.

    Quizás lo trascendente (y lo difícil) es justo eso: intentar mirar más allá del primer calentón, del estereotipo fácil, y dejar los prejuicios en el armario, que solo acumulan polvo y nos impiden ver al otro. Aunque a veces, como al ganadero (o a mí cuando se me cruzan los cables... o los fármacos 😂), ¡nos hierva la sangre!

    Buen texto, compañero. Da que pensar... y que reírse un poco del absurdo de todo plegado.

    ¡Un abrazo!

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    1. Hola, Tarkion. Yo también me pongo de parte del ganadero. No sé por qué pero me cae mejor. Otro para ti.:))

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  9. Hola, Cabrónidas. Me da que este par de memos se fueron a grabar un bucólico video para su TikTok, en plan Memorias de África, y al final les salió un vídeo, también viral, pero a lo Berlanga. Saludos!

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    1. Ja, ja, ja. Eso creo yo, David. Buena apreciación. :))

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  10. Buenas cabrónidas
    yo, que soy urbanita de ciudad pequeña, me quedo en medio.
    Los del globo vendrían con ínfulas de National Geográfic, y el del campo les contó del tiempo con acento y esa mala leche que gastan jajaja
    Pero es que claro, el campo no es un decorado de ínstagram, y si le tocas los ovoides aun rupestre, te pinchan el globo..y si viene el hermano..mejor me callo
    Cuando el campo se pone bravo, no hay filtro que valga.

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    1. Lo rural y lo urbano nunca congeniarán del todo. Quién sabe si por culpa de otro aterrizaje forzoso por esas tierras, conoceremos al hermano que no razona pero actúa. :))

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  11. La gente de la ciudad ha arruinado el mundo, imposible negarlo.

    Saludos,
    J.

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