Cuando se te avería el coche o la moto, resulta que muchos de los que te rodean son excelentes mecánicos que ya querría para sí cualquier escudería de Fórmula 1 y Moto GP. Pero tú sabes que esas mismas personas nunca han utilizado una llave inglesa.
Cuando contraes dolencias simples estacionarias, o te diagnostican —por decir algo— hipertensión o hipercolesterolemia, resulta que esos mismos poseen unos conocimientos médicos tan amplios, que hasta podrían dejar en evidencia al farmacéutico. Aunque tú sabes que esas personas se automedican sin leerse nunca el prospecto.
Y cuando el peso de la ley cae sobre ti en forma de multa o juicio, y consideras la posibilidad de recurrir, resulta que también dominan todos los complicados entresijos de la abogacía como el más experimentado letrado.
Siempre saben más, siempre pueden más, siempre lo hacen mejor, y cuando tú vas resulta que hace tiempo volvieron. Con semejantes capacidades, me pregunto por qué no trabajan en la Liga de la Justicia o los Guardianes de la Galaxia.
No obstante, enterados y sabiondos, ni se enteran ni saben que si bien los errores son humanos, algunos humanos, como ellos, son solo un error.