Yo apenas guardaba recuerdos de mis vidas pasadas cuando estaba despierto, y eso que eran recurrentes en la fase uno del sueño y muy vívidos en el estado REM. Una amiga aficionada al trasiego desmesurado de alcohol, los sudokus y la hipnosis regresiva, me dijo que esos recuerdos convivían en mi interior en eterno conflicto, estaban desordenados y pertenecían a universos paralelos.
Recuerdo también que me tumbó en su diván, balanceó un péndulo delante de mis narices y dada mi predisposición, me hizo caer en trance. La extraña conversación que mantuve con ella en ese delicado estado, quedó registrada en una cinta de casete TDK de sesenta minutos.
Transcribo un breve y fidedigno extracto de lo referido a mis encarnaciones pasadas.
—Muchas.
—¿Qué recuerdas de tu vida anterior más inmediata?
—Blog, Nihilismo. Teocracia. Oligarquía. Epígonos del PP. Redes sociales. Hijos de puta.
—¿Y antes?
—Guitarra. Cataluña. Butifarra. Autodestrucción. Hijos de puta.
—¿Y antes?
—Coño. Follar. Mujer. Hostia. Ruptura. Masturbación. Muñeca hinchable. Vómito. Hijos de puta.
—¿Y antes?
—Colegio. Instituto. Exámenes. Aprobado. Mierda. Dinero. Hijos de puta.
—¿Y antes?
—Maxi Cosi. Tacatá. Babas.
—¿Y antes?
—Un gran vacío insondable. ¡El horror!, ¡el horror!, ¡el horror! Carrera. ¡He llegado!, ¡he llegado!, ¡he llegado!
Y llegado también a este punto, desperté en un estado catatónico alarmante, por lo que mi amiga decidió ingresarme en un centro especializado donde me lobotomizaron. Os puedo asegurar que allí hicieron un gran trabajo: mis vidas anteriores ya no me atormentan, tengo memoria de pez y, lo que es mejor, mi entorno social no ha notado la diferencia y me considera un igual.