14/10/24

385. Desaparecidos

    Quién sabe dónde fue un exitoso programa que se emitió en televisión española durante la década de los noventa. En pocas semanas se convirtió en la última esperanza de muchas personas que deseaban encontrar a sus seres queridos desaparecidos. El equipo del programa resolvió muchos casos, pero también recibió las llamadas telefónicas de quienes habían huido de sus vidas anteriores por las razones que fueran, y de ninguna manera querían regresar a ellas.

    Jajaja, no es algo que sorprenda. Cuántas personas serán las que necesitan dar ese paso por pura supervivencia. Cuántas de ellas estarán sufriendo en el seno de familias y relaciones tóxicas. Cuántas, a las que creemos felices, estarán interpretando un personaje ficticio en sus vidas de postín. Cuántas viviendo de puertas para adentro una muerte lenta. 

    El programa fue respetuoso con aquellas peticiones, y optaron por no truncar la segunda oportunidad de todas aquellas vidas. Quién iba a pensar que aquellos eran los últimos coletazos de una televisión algo digna, si es que tal cosa ha existido alguna vez en ese medio, antes de que nos invadiera la gran excrecencia, que aún dura, de la telerrealidad más sucia y ramplona.

    Creo que ahora sería mucho más difícil, ya no el hecho de desaparecer, sino el de mantenerse desaparecido. Hay demasiadas cámaras mirando en todas direcciones las veinticuatro horas del día.  Demasiadas redes sociales pobladas por millones de retrasados interconectados, dispuestos a registrar con su móvil cualquier puta cosa por un puñado de likes.

    Puede que algún día la casualidad me lleve a descubrir quién fuiste una vez, persona desconocida, pero no te preocupes. ¿Quién no tiene secretos? ¿Quién no ha necesitado alguna vez escapar de la asfixia y llenar los pulmones de aire limpio? 

    Entiendo que a veces solo nos queda cambiar de dirección e irnos lejos, muy lejos, y desaparecer.


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