Mañana hará cuatro años que decidió no vivir más. Mañana serán mil cuatrocientos sesenta días los que llevo haciéndome las mismas preguntas, a sabiendas de que nunca obtendré las respuestas.
Mil cuatrocientos sesenta días escarbando en todos y cada uno de los recuerdos comprendidos en treinta y tres años de amistad, intentado averiguar qué era aquello que tanto necesitaba para continuar, y que ninguno de los que le queríamos supimos darle.
Mil cuatrocientos sesenta días son muchos días. Los suficientes para que el dolor de los primeros meses se enfríe, y pase a transformarse en una sensación inexplicable de flotar en la enormidad de un vacío mudo e incoloro.
Hola Cabro, hay situaciones en las que nos planteamos miles de preguntas sin obtener respuestas y por muchas vueltas que se de no se termina de entender el "por qué".
ResponderEliminarUn abrazo grande para ti!!
Hola, Dakota. No se puede entender, ya que en este caso el porqué siempre se lo lleva quien se va.
EliminarYa nos lo explicó Camus, o al menos lo intentó, no hay que entender al absurdo,no hay que luchar contra él, hay que abrazarlo. Sólo así, quizás, logremos hacer algo útil con ello.
ResponderEliminarEs algo que se gestiona por sí solo, ajeno a nuestra voluntad o sentir. Solo podemos permanecer día a día.
EliminarAhí no sé si estoy de acuerdo, lo que viene, es verdad, no puedes decidirlo, pero a veces sí puedes decidir lo que haces con eso que ha venido, ¿no? Si sacas algo útil, si dejas que te hunda... Hay un pequeño margen de maniobra ahí, ¿no te parece?
EliminarDudo que pueda extraer algo útil de algo así. A mí lo único que me serviría sería saber por qué lo hizo.
EliminarLo ves... lo mejor que se puede hacer es amar al otro incluso cuando no hay forma de entender ciertos porqués... Puede que el amor no lo pueda todo, pero con él se llegan a comprender y aceptar muchas cosas. 😉
ResponderEliminarAceptarlo no me queda otra: se suicidó y muerto está y muerto se va a quedar. Comprenderlo jamás voy a poder a no ser que me lo explique. Pero para eso tendría que hacer como hizo Lázaro.
EliminarSi quieres puedo darte, por privado, mis razones, quizás te sirvan para aceptarlo de otro modo. Yo soy una suicida viva. Y puedo comprender y hasta entender bastantes razones de los que lo llegan a hacer.
EliminarHace mes t medio se suicidó ahorcándose uno de mis primos favoritos , lo hizo en su propia casa, no habló del tema con ligereza. Todos sabíamos que iba a terminar asi. Saberlo o no, no cambia mucho las cosas si no hay un circulo profesional y familiar de seguridad 24/7. Y como enferma mental, te aseguro que tampoco somos muchos los que queremos eso. Es complejo Cabronidas, muy complejo....
Hola, Mento. Sé que tu comentario es bienintencionado y te lo agradezco. El caso es que mi amigo ni era un enfermo mental ni era un suicida. Ni siquiera pillo una baja por depresión. De hecho se suicidó en el trabajo. Digo depresión porque algo entiendo del tema y presupongo que es lo que tenía. El porqué de la depresión ya nadie lo sabrá. No hay hilo de donde tirar para saberlo, siquiera. Ni problemas económicos, de amores, drogas, de juego, adicciones, deudas... puedo afirmarlo categóricamente. Pero, evidentemente, algo tubo que haber: nadie se suicida por nada y de un día para otro. Y desde luego, él se ocupó, y muy bien, de que nadie se coscara de nada.
EliminarUn suicidio en la familia o de alguien cercano nos deja una huella indeleble, mas aun si han dejado signos o indicios de lo que iba a pasar que no se entendian en su momento.
ResponderEliminarSi hubo indicios, nadie se percató de ellos.
EliminarHay dudas a las que nunca encontraremos la respuesta porque se las lleva la persona que decide irse. Solo nos queda buscar consuelo con lo que se queda.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Devoradora. Con que el tiempo corra ya está bien... y tampoco y más.
EliminarHola, Cabrónidas.
ResponderEliminarLo siento muchísimo.
No sé qué decirte, y tampoco sé si mis palabras pueden consolarte, las pérdidas rasgan y ese vacío que dejan provoca que la herida nunca sane del todo.
Comprendo tus preguntas, tu dolor por el desconocimiento, pero no te martirices, aférrate al amor que te dejó el que tú le ofreciste y rememora lo vivido.
Ánimo.
Un fuerte abrazo.
Hola, Irene. Más que desconsuelo, es desconcierto e incomprensión. Los que quedamos continuamos, pues tampoco puede ser de otra manera. Otro para ti.
EliminarEste mundo es más absurdo que un cuadro de Dalí
ResponderEliminarUn símil muy acertado, Carlos.
EliminarOiga, venía a leerlo, pues tenía rato sin hacerlo y me topo con este escrito tan sentido. Lo siento.
ResponderEliminarNo soy afectuosa, pero le mando un saludo cariñoso.
Gracias pues, CPPER.
Eliminar¿''CPPER'' es Código Penal Procesal de Entre Ríos?
EliminarEs que escribir cuentos para pasar el rato es muy largo.:)
EliminarAh, jajajaja. Y yo devanándome los sesos pensando qué carajo serían esas siglas.
EliminarEl dolor nunca se enfría, el dolor nunca se termina, pensamos que nos acostumbramos a él, pero no es así, algo como eso no es posible. Y la peor parte es que a pesar de todo debemos seguir adelante.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Hola, J. El dolor se enfría y pasa a ser otra cosa. Y esa cosa se queda para siempre.
EliminarProbablemente no necesitaba nada para continuar, tal vez simplemente no quería hacerlo. Es difícil para quien se queda, pero para quien se va, generalmente, se acaba el sufrimiento. No pretendo hacer apología del suicidio, sólo intento comprender. Nadie nos pide permiso para traernos a este mundo y no todos queremos estar aquí.
ResponderEliminarPor lo demás, estoy segura de que en esos treinta y tantos años de amistad le habrás hecho más llevadera su estancia.
Un abrazo grande
Ahí está el quid: por qué no quería; qué pasó. No hay peor dolor que el emocional, sin duda. Con el físico, cuando es extremo, el cerebro genera un mecanismo de defensa contra él: te desmayas. Sin embargo, el cerebro no tiene defensa alguna contra el dolor emocional. Tiene que ser de veras insoportable. insoportable de verdad. Gracias, otro para ti.
EliminarIgual no se encuentran respuestas porque no las hay. Se puede sentir un dolor insoportable, decidir marcharse y en ese último instante de lucidez entre la vida y la muerte, arrepentirse. A veces, el dolor en sí mismo no tiene ninguna razón, se siente sin más sin saber cómo afrontarlo. El cerebro es complejo, tiene rincones que no controlamos. Si se fue de manera muy premeditada y sin dejar ninguna pista del porqué, es que eso era exactamente lo que quería. Yo... siento decirlo, esto lo veo muy cruel de cara a los que te quieren y se quedan aquí. Pero pudo ser un impulso, un momento de bajón, un clic en su cerebro... Sea lo que fuere, es muy triste y entiendo esa desazón que perdura en el tiempo. Y será para siempre. Lo sabes.
ResponderEliminarAbrazo.
Sí, llega en pequeñas oleadas pero será para siempre, está claro. Otro para ti.:)
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