Eran las dos de la madrugada del siete de octubre y había refrescado bastante, por lo que estaba tumbado en el sofá del comedor con los auriculares puestos, escuchando música versada en mundos repletos de exceso y devastación. Las cortinas estaban descorridas y la persiana subida, de modo que mi vista se perdía en la inmensidad celeste más allá de cualquier realidad, mientras que la calle desierta emanaba calma de cementerio.
De repente, una secuencia de luces azules y naranjas, empezó a dibujar en las paredes del comedor círculos luminosos de color y maravilla. Aquello, junto con la música demencial que estaba escuchando, propició una experiencia inmersiva a dimensiones desconocidas.
Quién sabe si era así como las musas irrumpían en las vidas de sus blogueros: con brutal death y luces hechizantes. A lo mejor por fin venía la mía dispuesta a hacerme una felación, vestida de amazona y con el pecho derecho sin amputar. Pero tras incorporarme del sofá con gran esfuerzo y asomarme al balcón, comprobé que no había magia, ni musa ni mamada mística.
Tan solo era un joven desnudo y un poco ensangrentado que corría por la calle maldiciendo en árabe. También puede ser que le estuviera pidiendo ayuda a Alá; a saber. En ese mismo momento era reducido por dos hombres que también imprecaban en árabe. Un tanto alejados, un par de guardias civiles contemplaban con las manos en los bolsillos, de espaldas a su coche patrulla, cuyo parabrisas estaba roto.
En cuanto a las luces, provenían del vehículo de los héroes anónimos del SEM, que en cuanto tuvieron a mano al muchacho, le inyectaron algo y lo cubrieron con una manta térmica. Dada la escasa trascendencia de lo ocurrido, ya no quise ver más y decidí volver a mis sacras ocupaciones. Aunque me sería difícil regresar a mi anterior estado de sugestión onírica con la imagen de ese pobre desgraciado metida en la cabeza.
Desde luego, la vida era toda belleza y armonía.
Pobre hombre, y tanta gente migrante batallando horrores. Me parte el alma saber y no poder hacer nada significativo por ayudarlos.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Sara. Quizá le está costando adaptarse. Ya no lo sabremos.
EliminarQuizás estaba pidiendo, a quien sea, sexo oral, pero en árabe. Es su cultura y hay que respetarla. Va un abrazo, Cabrónidas.
ResponderEliminarQuizás estaba pidiendo, a quien sea, sexo oral, pero en árabe. Es su cultura y hay que respetarla. Va un abrazo, Cabrónidas.
ResponderEliminarEste tercer comentario es para avisarte que mis dos anteriores se fueron, seguramente, a spam o la papelera. No quiero creer que lo tienes filtrado para solo dejar pasar los políticamente correctos jaja
ResponderEliminarHola, Julio. No, no los tengo filtrados. Con bastante asiduidad miro la carpeta de spam, ya que a veces los comentarios van allí. Qué manera más indiscreta que tienen algunos de dar con alguien que colme sus apetencias sexuales.:)
EliminarYo creo que estabas escuchando el disco de rancheras de Bertín Osborne, así que no me extraña cualquier alucinación que padecieras
ResponderEliminarNo dudo que semejante audición, con el ambiente idóneo, puede llevarte a parajes inhóspitos.:))
EliminarMi voto por el disco de bertín osborne y el viaje intertemporal a una dimensión desconocida donde Bertín es el dictador vitalicio del país y la religión oficial rinde culto a su pene.
ResponderEliminarQuién sería capaz de soportar semejante estado dimensional.:))
EliminarJajaja, más te valdría no haber mirado por la ventana y dejarte llevar!!
ResponderEliminarNo pude evitarlo. Esas luces invitaban a todo lo contrario. :D
EliminarEn esta ocasión no ha podido ser, pero no pierdas la esperanza, quizás a la próxima tu musa vaya a visitarte y además de darte inspiración te haga esa mamada.
ResponderEliminarBesos.
Creo que la clave está en no esperar nada. O en bajar las persianas después de colocarme los auriculares.:)
Eliminar¡Qué pena que por asomarte al balcón perdieras tan bella experiencia! Siempre los mundos surrealistas son mejores, yo por eso los prefiero. La realidad es un puño cerrado muchas veces y para una gran parte de la población de esta canica azul, la vida conspira en su contra, como ese pobre diablo de tu relato. Esperemos que pronto vuelvas a ponerte en sintonía y encuentres ese placer, que dicho sea de paso, es una de las pocas cosas amables de la vida jejeje.
ResponderEliminarRealmente, la música nos transporta más allá de casi todo.:)
EliminarHola, Cabrónidas.
ResponderEliminarMenudo viaje, ¿seguro que no correteaba algo más por ahí?
Has creado un relato genial por la crítica que contiene, jugando con las metáforas de una manera perfecta.
Abrazo!
Hola, Irene. Te aseguro que no había nada más por ahí; al menos que yo viera. Genial que te haya gustado. Otro para ti.:)
EliminarLa próxima vez. ni se te ocurra salir de tu fantasía onírica. Lo que haya fuera de ella seguramente será peor, sin duda alguna.
ResponderEliminarUn abrazo
Desde luego, Alís. La realidad siempre trunca nuestras ensoñaciones.:)
EliminarPues...eso mismo también lo vi yo en otro lugar y sin música de excesos y devastación. Un hombre completamente desnudo gritando algo sobre Alá y con un machete en la mano que acabó metido en una fuente haciéndose el harakiri. Tremendo!!
ResponderEliminarNo cabe duda, Galilea, de que se estaba encomendado a su dios. Bueno, eso cree él. Si se viera con sus ojos dónde está...
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