Yo intentaba escribir desde la penumbra de mi hogar. El flexo proyectaba su acogedora luz sobre la pantalla y el teclado. Todo estaba dispuesto, pero la tranquilidad que siempre necesito para tal fin, era alterada en su totalidad por detonaciones tan cercanas y distantes de mi posición, como incesantes y molestas, que realizaban innumerables agrupaciones de cretinos y algún que otro solitario discapacitado.
Yo intentaba escribir, pero no sentía la fluidez acostumbrada. Daba igual que la música elegida fluctuara entorno a mí. De nada servía que la sangre de uva con la que regaba mis entrañas deleitara mi paladar y evocara cierta inspiración; a veces esquizofrénica, cuando no risible; a veces poética, a veces cualquier otra cosa. No había posibilidad alguna de concentración. Sin poder evitarlo, la ciudad y yo éramos víctimas colaterales de la maldición que supone la celebración de una tradición.
Los hospitales, los ambulatorios y el SEM, atendían a cientos de idiotas mayores y menores de edad por dolencias derivadas de quemaduras de primer y segundo grado, afecciones oculares por sucumbir al misterioso hipnotismo de las llamas, y amputaciones parciales por explosiones a destiempo. A su vez, los bomberos se ocupaban de pequeños incendios en zonas urbanas, agrícolas y forestales. Y las fuerzas del orden, entre tanto desorden, actuaban por diversos delitos contra la persona y el patrimonio.
Todo muy humano y reconocible.
Salvo los simpatizantes de la hoguera y los consabidos hijos de perra de la orgía pirotécnica, no había perros y gatos callejeando por las zonas habituales. Estaban demasiado ocupados en lidiar con su terror y sus taquicardias, agazapados en sus escondrijos. Y las sufridas mascotas sintientes que tenían un hogar, vomitaban y temblaban en el regazo de sus dueños mientras que afuera los celebrantes reían.
Así que bienvenidos al infierno, animalitos. Bienvenidos seamos todos a la mística noche del 23 de junio. A la mágica noche de San Juan, sí.
Muy mágica.
La polvora viene de China..... dicen..... y esa costumbre de celebrar con fuegos artificiales es casi que universal y hay muchas festividades.
ResponderEliminarNo para.
Eso tengo entendido. Cómo no iba a ser universal, cuando la estupidez humana también lo es. Quizá hasta va mas allá del propio universo.
EliminarSoy de traca, Cabrónidas. Eso sí, puedo entender tu punto de vista aunque como tú el mío taampoco puedas compartirlo. Es lo que hay. Lo siento... :P
ResponderEliminar¿Durante toda la noche? ¡Rediós!:))
EliminarLa rehostia soy, sí, muy poco o nada recomendable; pero lo aviso, eh? y Dios poco o nada tie qué ver con esto; por esta vez va y hasta se salva el muy bendito :)))
Eliminartampoco.
ResponderEliminarEso de regar con sangre de uva las entrañas te ha quedado de lo más poético. Intentaré pensar en ello cuando simplemente me amorre a la botella de vino XD
ResponderEliminarBesos.
Pero era en copa.:)
EliminarEs una cosa que os vengo leyendo a los que como tú vivís en BCLN. Creí que lo de los petardos y la pirotécnia era cosa de Levante, pero ya veo que ahí en Cataluña tb os va jaja A mi no me gustan naaada de naada, supongo que es un tema cultural, en Valencia las Fallas y sus tracas, como la tamborrada en Calanda. Solo me gustan los fuegos artificiales nocturnos que explotan en colores en el cielo. Aquí la noche de San Juan se hace al rededor de las hogueras, con sardinas asadas y sin explosiones.. por cierto ¿ has visto la marranería en la que han quedado todas las playas de este país al día siguiente de esta noche ? ¿ mágica? … luego vamos de ecologistas por la vida ... : (
ResponderEliminarEn Cataluña los petardos también están muy presentes, sí. Y todas esas piaras humanas que dejan la playa como basureros, también. Seguro que sus putas casas no las dejan igual.
EliminarA mi eso de estar todo el año haciendo una figura la leche de cara para luego quemarla siempre me ha parecido un resumen perfecto de la humanidad, oye.
ResponderEliminarPero, tranquilo, los animales tendrán su oportunidad de vengarse y no harán prisioneros...
Desde luego, tanta destrucción no puede quedar impune.
EliminarPuedo entender que el escándalo y todo lo que mueve la resaca del solstcio de verano sea agobiante, según en que sitios supongo :)
ResponderEliminarSí, creo que es fácil de entender. Lo que jamás entenderemos son ciertas conductas humanas...:)
EliminarPero, hombre de Dios, a quién se le ocurre quedarse al margen de una celebración ciudadana y su correspondiente desmadre. Y encima pretendías escribir! Habrase visto...
ResponderEliminarJajaja, lo mío me costó, Ángeles, lo mío me costó.:)
EliminarLa Noche de San Juan, aquí desde mi cubil colombiano, y en atención a tu entrada la observo como quien se expone a una pira humana. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarQue tal, Carlos. ¿Allí en tu tierra también existe esa afición enfermiza por los petardos?
EliminarNadie dijo que la magia tenía que ser bonita.
ResponderEliminarNi molesta tampoco.
EliminarLas hogueras iniciales nada tienen que ver con las actuales, así que la tradición ha sido muy mutante. Los petardos descontrolados a mí no me gustan, pero las fallas sí, y son caras porque en ellas trabajan durante todo un año profesionales de la carpintería, pintura, escayola, escultura, dibujo, etc, de la que viven muchas familias y os puedo asegurar que es un año de duro trabajo para crear un arte efímero pero que es auténtico arte, que sí que disfruto. Y ya no te digo la hostelería, no olvidemos que vivimos en un país de servicios, todo es un negocio, fallas, hogueras, hasta los bares donde nos tomamos una simple cerveza también, como todo en la vida. Es cierto que las hogueras en la playa es un horror, ya que se convierte en un auténtico estercolero a las 5 de la mañana, doy fe de ello.
ResponderEliminarUf, menudo rollo he metido.
Siento mucho que tu creación se haya visto interrumpida, porque eso fastidia mucho. Saludos!
Sí, con el paso del tiempo, y tampoco mucho, todas las tradiciones se pervierten.
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