17/3/25

430. Descubriendo a Farmer

    Siempre queda un escritor por descubrir y un libro que leer. Eso me pasó hace poco con un autor llamado Philip José Farmer, cuyas letras, por lo visto premiadas y con no pocos adeptos, abundan en el terror, la fantasía y la ciencia ficción. Estilos que, si bien son fáciles de diferenciar, a menudo van cogidos de la mano dependiendo de la pluma que los utilice.

    Por citar una de las referencias más obvias del género, ahí tenemos a Stephen King, junto con otros titanes igualmente palmarios, tales como Dean R. Konntz, Dan Simmons, James Herbert, Peter Straub, John Farris, etc. Y si, como se dice y se reconoce, Stephen King es el rey del terror contemporáneo, qué podemos pensar cuando el propio King asegura: «He visto el futuro del horror y se llama Clive Barker». 

    Y no es para menos, pues nadie que yo haya leído o recuerde, es tan espantosamente gráfico en sus narraciones como Barker. Además de ambiguo y mórbido, destripa la moral hasta sus últimas consecuencias, las cuales suelen ser enfermizas y nada compasivas. Leed Hellraiser, El gran espectáculo secreto, Libros sangrientos y sabréis de lo que os hablo.

   No es menos cierto que todos los escritores antes citados, no existirían como tales, de no ser porque antes hubo mentes privilegiadas, como las de M. R. James y Nathaniel Hawthorne, por ejemplo, y las archiconocidas de Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft.

    De estos dos últimos, el primero, maestro indiscutible del terror psicológico, cuyo enorme talento nos estremeció sin tener que recurrir a monstruos, fantasmas o criaturas de pesadilla. El segundo, creador de lo que se llama horror cósmico, donde el autor ofrece todo un mosaico de universos oníricos rebosantes de malevolencia, habitados por deidades monstruosas y delirantes criaturas que solo las puede inspirar el infierno. 

    Cuando uno ha leído tanto de tantos autores, aparte de acabar chiflado, puede equivocarse y llegar a creer que pocas cosas pueden llegar a sorprenderle como «aquella primera vez». Es ahí donde entra en escena Philip José Farmer y, en particular, sus libros La imagen de la bestia y ¡Cuidado con la bestia!, los cuales me descubren a un escritor que, si bien puede no ser mejor que los antedichos, nada tiene que envidiarles. 

    Porque este señor es brutal, divertido y excesivo. Un cachondo de tomo y lomo que aúna como nadie ciencia ficción, terror y fantasía con lúbricas dosis de sexo. Cuando te das cuenta, ya se ha metido en tu cerebro para desgajarlo cacho a cacho, mientras que en el proceso te causa alucinaciones y te invita a disfrutar de ellas. Luego coge tu alma, la arruga en su mano y, cuando acabas de leer y cesa la orgía o el caos onanístico en el que te ha sumergido, con una sonrisa te pide que la recompongas si tienes narices.

    Así que, si eres de los que piensan que ya nada puede sorprenderte, es que todavía no has leído a Philip José Farmer.

 



14/3/25

429. Intermedio

    Sin percance alguno, la nueva máquina llegó ayer por la tarde, con mucha lluvia y sin arcoíris. Era tal la obsolescencia de la anterior que también tuve que cambiar el monitor. Seguro que Codicius y Avaricius ríen, satisfechos y cómplices, desde lo alto del edificio. En fin, espero que la nueva adquisición esté a la altura de su antecesora. Gracias por vuestras sentidas condolencias. 

    Esta misma noche sacrifico un carnero en vuestro honor en un punto alejado de la civilización.

 


10/3/25

428. R.I.P

    Españoles, mi ordenador personal ha muerto. La máquina de excepción que asumió la inmensa responsabilidad del más exigente y sacrificado servicio a la blogosfera española, ha entregado su vida en el cumplimiento de una misión trascendental, que no era otra que esparcir el mensaje, contaminar la red y, en definitiva, añadir un poco más de mierda al ya de por sí maloliente contexto. 

    Yo sé que en estos momentos, estas sentidas palabras llegarán a vuestros hogares (muchos de ellos aún por pagar) y se unirán a vuestros murmullos y plegarias. Es natural: es el llanto de la blogosfera española, que siente la angustia infinita de un servidor que ha perdido a uno de sus seres más queridos. Es la hora del dolor y de la tristeza, y también la de aflojar la pasta para comprar otro.

    Atrás quedan, para la posteridad, catorce años de entrega incondicional, tanto diurna, vespertina como nocturna, estuviera yo ebrio, sobrio, o ninguna de las dos cosas. Fui testigo de su última jornada de trabajo ayer por la tarde, y hoy ya descansa en el Valle de las CPUs chamuscadas junto con otros hermanos caídos.

    Españoles, calculo que dentro de cuatro o cinco días podré escribir en condiciones dignas y no por el móvil, para poder continuar con mi deber patrio de arrojar pesimismo y oscuridad a través de este medio, y de paso inmiscuirme sin vergüenza alguna en vuestras vidas cibernéticas. Sin más que añadir: ¡Viva Honduras! ¡Viva el Salvador!   


6/3/25

427. Lidiando contra el cerebro

    Llevo unos días lidiando contra ciertos pensamientos incómodos y oscuros que están mermando mi paz espiritual.

    He probado a comer alimentos que nunca he comido, beber líquidos que nunca he bebido y, aun a riesgo de parecer gilipollas, hablar de cosas que desconozco. Y he acabado bebiendo sin tener sed, comiendo sin tener hambre y hablando sin tener nada que decir. Eso sí: me he sentido muy humano y casi caigo enfermo. Luego he transitado por superficies inhóspitas que nunca he pisado hasta llegar a lugares remotos en los que nunca he estado. Y no he visto nada diferente que no haya visto en otros sitios conocidos. Ya me entendéis: gente.

    También he consumido música, cine y literatura alabada por la prensa especializada, y me han acometido ataques epilépticos, ardores, diarreas y ansias de perpetrar una masacre. Y he practicado métodos menos agresivos, como jugar al ajedrez conmigo mismo, hacer sudokus y resolver el cubo de Rubik bajo la alcachofa de la ducha con el agua fría. Pero nada.

    He recurrido a mi surtido de blasfemias cotidianas tales como defecar en el santoral, en vírgenes, iglesias, religiones y dioses. Pero eso es algo que llevo haciendo desde los trece años, incluso estando de buen humor y con la mente en blanco, así que no ha servido de nada. Tampoco cuando lo he intentado con programas de televisión y radio, prensa roja y azul, monarquías, ejércitos, ideologías, nacionalismos y votantes obtusos.

    Por si fuera poco, he estado explotando burbujas de embalaje sentado en los bancos de las plazas hasta altas horas de la noche. Me he pasado horas de vaivén en los columpios de los parques infantiles con la mirada perdida, y me he lanzado de cabeza por los toboganes una y otra vez hasta que los niños pequeños se han puesto a llorar y sus madres acomplejadas me han mirado con indignación y desprecio. 

    Y no digáis que no lo he intentado de veras, pues para pensar con claridad también me he ido al río a tirar piedras hasta que se han acabado. He saltado a la comba con descoordinación ante las fachadas de los sex shops para reencontrarme con mi niñez. He arriesgado la vida en los pasos de cebra en hora punta en busca de algún estímulo extremo. Nada, nada ha funcionado: ni siquiera estar siete horas haciendo de mimo en la misma postura para conectar con mi yo interior.

    Y hoy, por último, falto de esperanzas y apenas reconociéndome, he acabado en la consulta del médico —no recuerdo si pública o privada— y me ha diagnosticado que estoy aquejado de un nivel medio-alto de misantropía de la cual no existe remedio, salvo irse al espacio como Calleja pero sin intención de volver. Ha sido tan gracioso que lo he cogido de la pechera y lo he incapacitado de por vida para el ejercicio de su profesión. Y qué extraño, he vuelto a pensar con claridad y los pensamientos oscuros e incómodos han dejado de atormentarme.

    Sin duda, el empirismo está bien, pero hay que ir más al médico.


3/3/25

426. Bocabu

    Hoy una halitosis densa y extrema ha invadido mi espacio vital y se ha colado por mis fosas nasales en pocos segundos. Pocos pero intensos. Suerte que ha sido cuando llevaba las gafas puestas, porque si no, ahora tendría las retinas y las pestañas incineradas. Pese a todo, han pasado ya cuatro horas y aún sigo aturdido.

    Como nos enseñó Spiderman, todo poder conlleva una gran responsabilidad. Y ahora mismo esa persona es responsable de cualquier vida, animal o humana, que esté al alcance de sus exhalaciones. No me cabe duda de que, si no lo remedia, será la criatura más solitaria del planeta.


27/2/25

425. Arcoíris 2

    Hacía mucho tiempo que no veía un arcoíris, y ahora mismo, al tiempo que escribo esto, tengo uno enfrente de mi ventana, perfectamente definido en toda su colorida curvatura, con sus siete razones más que inapelables para hacerme sentir insignificante y dejarme absorto. 

    Hace un par de horas llovía y el día era gris como el plomo, y en un capricho celeste, una porción encapotada de las alturas se ha abierto y el sol ha iluminado la mitad de la ciudad mientras que la otra ha seguido en penumbras. En la parte iluminada, la lluvia caía a cámara lenta como en un sueño, y en la otra, el mundo era un cuadro de trazos cenicientos y oscuros. Ha sido en ese momento mágico cuando el arcoíris ha decidido coronar tan hipnótico contraste. 

    Después, en cuestión de minutos, el sol se ha ocultado y el arcoíris ha palidecido hasta desaparecer, dando paso a un intenso arrebol que ha encendido el cielo para luego apagarse en un azul profundo como el océano. Ha sido una pena que hoy no estuvieras conmigo, querida desconocida. Era el momento perfecto para desvestirnos a dentelladas y follar bajo el arcoíris como buenos hijos enloquecidos de Pachamama. 

    Para olvidarse del aborrecible mundo de los hombres y abrazar desnudos las maravillas de Gaia.




24/2/25

424. Bienvenidos al circo

    ¡Bienvenidos todos y todas al circo de la vida! ¡Nadie les preguntó si querían figurar en él, pero aquí están! ¡Bienvenidos, pues, al mundo desigual de los afortunados y los ganadores! ¡De los desafortunados y los perdedores! ¡De los adaptados y los inadaptados!

    No se pierdan a la psicóloga que repara mentes menos dañadas que la suya propia y encima cobra por ello. Sorpréndanse con el militar de alto rango que lleva toda la vida en el ejército y habla de lo sufridas que son las guerras cuando no ha vivido ninguna. Escuchen con gran atención a personas solteras de innegable fealdad exterior elogiar la belleza interior. Lloren con el niño que buscó durante años a su madre y al encontrarla se enteró de que fue ella quien lo abandonó. Y disfruten, oh, sí, del gran espectáculo de la niña obesa que soñaba con ser modelo de pasarela y acabó siendo toxicómana; ahora sí que está delgada, ¡miren, miren!

    Quédense con la boca abierta cuando escuchen a personas de vidas acomodadas hablar sobre cómo lidiar contra la hambruna y la miseria cuando siempre han tenido la nevera llena. Y no dejen de ver nuestra pequeña representación teatral sobre un cuento universal versado en el empresario millonario que levantó su imperio de la nada. Pasen por aquí y conmuévanse con el enamorado que regó flores con su propia sangre y las entregó a la mujer que luego lo rechazó. Y sientan la profunda tristeza de la mujer más bella de los anuncios de champú que se quedó calva a causa de la quimioterapia y ya no tiene quien la pretenda.

    ¡Pero no se vayan todavía, que queda lo mejor! ¡He aquí nuestra atracción preferida, damas y caballeros! Entren y mírense los unos a los otros. ¿Es que no lo ven? También tenemos monstruos de feria y payasos, sí, ¡payasos de todas las clases!



20/2/25

423. Recibiendo su merecido

    Lo que hizo esa mujer en horas de trabajo fue la gota que colma, la gran vacilada y el pasotismo supremo. Y aunque de eso ya hace diez años, lo seguimos teniendo grabado a fuego en las retinas, por lo que no puede seguir impune por más tiempo. No basta con que pidiera perdón y el Gran Arquitecto se lo diera. Cuando se descubre a una bruja, no es suficiente con que haya quedado retratada: también hay que meterle la escoba por el culo, aun compartiendo al cien por cien el uso que le hubieran dado Los Sirex de tenerla.     

    Pero hoy el universo sonríe a los justos y donde Themis falló, triunfamos nosotros. Porque ahora, después de años de concienzuda planificación y templanza, mis amigos Crisógono, Demenciano, el Loco y yo tenemos a esa mujer donde queremos, que no es otro sitio que el apolillado maletero de nuestro Ford Falcon, dirección a un lugar donde el silencio es monarca y la paz eterna, hostia y amén.     

    Una vez allí, coche aparcado y fardo humano al hombro transportado por turnos, con el mutismo de la luna como testigo, el denso humo de la matuja y la voz nasal de B-Real guiando nuestros pasos, vamos al punto más alto de la colina de los cipreses a cavar una tumba. Ahí, la otrora Ministra de Sanidad y Consumo de España, podrá jugar al Candy Crush todo lo que quiera sin temor a que las cámaras de televisión la graben como hicieron en el Congreso.     

    Eso si consigue desatarse y quitarse el iPad de la boca, claro. 



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