Era día 5 de enero de 2025 y había anochecido. Uno de los empresarios más ricos de la zona euro, desde la azotea de uno de sus edificios, se estaba fumando un puro en compañía de su hijo de dieciséis años. Desde aquella altura, los contribuyentes, consumidores y algún que otro parásito sin apellido de alcurnia, parecían algo menos que hormigas.
—No sé, papá. ¿Tú crees que seguirán tragando?
—Bah, no te preocupes. Siempre tragan vendas lo que vendas.
—Ya, ya, pero es que no paran de comprar los mismos productos año tras año. La mayoría de ellos ni siquiera esperan a que la obsolescencia programada les diga cuándo tienen que volver a gastarse el dinero. Papá, ¿no nos estaremos pasando?
— Ja, ja, ja, claro que no. Todo obedece a la misma lógica. Ninguna de las personas que ves ahí abajo se han preguntado hasta qué punto es necesario que un móvil pueda realizar mil y una funciones además de la principal. O para qué necesitan las familias un escáner, un coche de doscientos caballos y una impresora cuyos cartuchos, según el poder adquisitivo, valen más que la propia máquina. Tan solo adquieren por imitación, por envidia e impotencia.
— Sí, papá, pero me resisto a creer que no se den cuenta de que todo es un engaño. No hace mucho, por ejemplo, les vendimos los televisores de plasma a doce mil euros, luego rebajamos el precio, e incluso nos sacamos de la manga modelos ridículos para que el más pringado tuviera su pequeña pantallita en el comedor. Y así con cualquier aparato. Entiendo que tengamos que ofrecerles la tecnología migaja a migaja, pero tiene que haber un límite, ¿no?
No era una noche muy fría. Avaricius le dio una buena calada a su Gurkha Real. Con su brazo izquierdo rodeó por los hombros a su hijo Codicius y lo miró con cariño.
—Hijo, ya saben de sobra que todo es un engaño, pero hemos conseguido que no les importe, ¿entiendes? No se trata de lo que ofreces, sino de cómo lo vendes. Y de seguir convenciéndoles de que sus vidas ya no pueden ser de otra manera. Es algo así como nuestros amigos los bancos: hemos conseguido que nadie pueda prescindir de ellos.
—Sí, papá, eso lo entiendo; la manipulación en los medios de comunicación, en las redes y las ofertas engañosas. Yo me refiero al talento, al espíritu. ¿No se dan cuenta de que por muy moderna que sea la cámara digital, el ordenador, el móvil, la IA o lo que sea, la falta de talento será la misma que demostraban antes?
—Ja, ja, ja, ahora te pareces a tu madre, pero escúchame bien, Codicius, esto no tiene nada que ver con el arte y la sensibilidad. De hecho, la creatividad está relacionada con la escasez de medios, aunque si lo supieran dudo que les importase. Hijo, lo único que les importa es no quedarse desactualizados. Y si no quieren desactualizarse van a tener que comprar el cacharro que a nosotros nos dé la gana. Nosotros marcamos la tendencia y conseguimos que consumo y estupidez sea la misma cosa. Fin de la historia, ¿comprendes?
—Pero, papá, ¿qué pasa con todos esos cacharros que la gente ya no quiere aunque funcionen? ¿Dónde van a parar?
—Con esos aparatos no pasa nada de nada, hijo. Nadie reciclaba antes, al menos en el fondo del asunto, y nadie lo hará ahora. Algunos los guardarán en el armario por vergüenza o para coleccionarlos, y otros los tirarán al contenedor más próximo. Lo importante es que siempre quieran estar actualizados, y que sus hijos, ya desde preescolar, aprendan a cometer los mismos errores.
—Creo que ya lo he entendido, papá. Aunque... después de lo que hemos hablado... ¿Me enseñarías la nueva tendencia tecnológica prevista para el 2028? Me ha dicho mamá que no hay grandes cambios, pero los suficientes para que la gente se vuelva loca.
—Ja, ja, ja, ja, claro que sí, hijo. Ven aquí. —Avaricius engulló a su hijo Codicius en un caluroso abrazo. Sin duda era su bien más preciado, y el sustituto adecuado para el día de mañana dirigir el imperio.
Entretanto, los Tres Reyes Vagos ya habían llegado del lejano Oriente a ciudades occidentales. Y como tenían el don de la ubicuidad, desfilaban por ellas al mismo tiempo, repartiendo saludos y caramelos a miles de pequeños y potenciales consumidores.
La sociedad de consumo viviseccionada en este post que sitúa la Navidad para las compras más desaforadas
ResponderEliminarUn abrazo. Carlos
Hola, Carlos. Ahora algunos acusarán su cuesta de enero particular. ¡Cómo se atreven!:)
EliminarY para rematar el discurso, Avaricius le dijo a Codicius:
ResponderEliminar—Y no olvides nunca que, si nos cuesta 30 euro fabricar un producto, hay que ponerlo a la venta al precio, por ejemplo, de 200,99 euros. Ese “coma noventainueve” hace creer al comprador que está adquiriendo una ganga, y a nosotros nos permite forrarnos aún más. Hay que explotar el borreguismo y la estupidez del personal.
Sí, esas ofertas manipuladoras; esas rebajas engañosas, ja, ja, ja.
EliminarSon una locura las compras compulsivas. Este móvil tiene conmigo tres años, el anterior ocho, tuene todo lo que necesito en tecnología.
ResponderEliminarQué tal, Maia. Vamos a procurar que Avaricius e hijo no se enteren.;)
EliminarHay en Netflix un documental llamado "compra ahora, la conspiración consumista" que es digno de ver. Se lo puse a unos familiares y no sirvió de absolutamente nada xd.
ResponderEliminarYo ya sólo quiero irme a vivir al monte, joder, esta mierda no va conmigo. Y no porque yo sea mejor, creo que simplemente estoy obsoleta.
La gente prefiere una mentira dulce que una verdad amarga. A mí no deja de hacerme gracia que los defensores de la Navidad, de su espíritu o lo que sea, nos tachen de amargados por el hecho de despotricar en contra. Joder, qué tendrá que ver con la felicidad estar en un punto medio, a favor o en contra de un negocio disfrazado de tradición. Nadie es mejor que nadie por eso ni por nada. Me apunto el documental.:)
EliminarHola Carlos, en eso se ha convertido la Navidad en consumismo, comprar por comprar, yo que trabajo en el sector del comercio lo veo de primera mano. Luego dicen que la cuesta de enero, ja.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz año Carlos😉
Hola, Dakota. Claro que se ha convertido en eso. Y te dirán: Y qué, hay cosas peores. Gracias e igualmente. Aunque te juro sobre el Necronomicón que no me llamo Carlos.:)
EliminarFe de erratas, suelo llamarte Cabro para abreviar, puñetero corrector y lo he puesto dos veces sin darme cuenta, vaya tela 🤦♀️
EliminarSuponía que era algo de eso. A quién no le ha pasado.;)
EliminarBasura y más basura. No soy consumista y me alegra mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Sara. De momento conservamos la integridad.:)
EliminarCabrónidas. No me extrañaría que Avaricius sea también dueño de una cadena de farmacias. Me pareció interesante la parte en que Avaricius "engulló" a su hijo en un abrazo: simbólicamente, siento, el padre le está comiendo la cabeza al hijo con su visión de vida.
ResponderEliminarMás saludos.
Hombre, las mafias farmacéuticas merecen una entrada aparte. Yo diría que los hijos de los que estaban abajo, en la cabalgata, tienen la cabeza más comida que el prometedor Codicius. Hola, Julio.:)
EliminarHola, Cabrónidas.
ResponderEliminarEl consumismo extremo, la necesidad de cubrir carencias, lo único que provoca es entrar en un círculo viciado de más gasto, más necesidad de externalizar aquello que no se tiene. Es como la fotografía perfecta, se visualiza, pero no es certera, siempre hay mucho detrás, muchísimo. En fin, como te dije en una entrada soy bastante roñosa en ese aspecto, las cosas me duran hasta que les tengo que dar un entierro digno por fidelidad, casi dejan de ser objetos por haber formado tantos años en mi vida, ja, ja, ja
Y como siempre, nosotros el rebaño, engrosando las carteras de un dinero que muchas veces ni se dispone. ¿Cambiaremos socialmente en ese aspecto? No lo creo.
Un fuerte abrazo.
Yo también aguanto hasta el final todo material adquirido, incluida la ropa. Siempre voy muy por detrás de la tecnología más actual, y de ese engaño-negocio llamado moda. Y tampoco creo que vayamos a cambiar en ese aspecto. ¿Para qué? Otro para ti.
EliminarYa sabes, 1984 nos planteaba un sistema represivo que necesitaba una gran maquinaria para engañar a los ciudadanos y un mundo feliz a un puñado de ovejas adocenadas que se sabían engañadas pero que no les importaba una mierda mientras fluyese el soma... Creo que está claro quién tenía razón, ¿verdad?
ResponderEliminarSí, Beauséant, ni más ni menos. ¿No te da rabia? ¿No sientes que se ríen de nosotros a cada segundo de cada día?
EliminarMe gusta la interpretación q ha hecho JULIO DAVID de este estupendo texto tuyo, creo q el padre intenta comer la cabeza al hijo, pero me da q le ha salido díscolo y no se va a dejar ; ) .. y no, CABRÓNIDAS , no te considero un amargado por disparar contra todo lo q huela a Navidad , ni por recrearte y despotricar contra todo los tópicos negativos q tiene, porque es cierto q los tiene...es cierto q nos volvemos locos consumiendo sin ninguna necesidad... Y aunq creo q sí tienes amargura dentro y muy mala experiencia de estas fechas, eso no te convierte en un amargado, de hecho creo q no tienes nada de amargado fundamentalmente porque ..le echas mucho humor a la vida, incluso a veces hasta ternura y eso neutraliza la amargura... Por eso me gusta leerte. Sólo
ResponderEliminarme gustaría q no nos metieras a todos en el mismo saco ...en Navidad y en cualquier época hay todo tipo de sentimientos y de gente q siente ...a lo mejor, solo ...muy diferente a ti, ni mejores ni peores, diferentes, nada más. En todo caso , ya pasó ...respira hondo, has superado una Navidad más, así es q enhorabuena ; )
Por cierto ...¿recogiste el abrazo q te dejé bajo el árbol?...sigue allí para ti!
Hola, María. Hasta ahora, nunca he tenido malas experiencias con nada. Claro que habría que identificar que son para ti y para mí malas experiencias. Una mala experiencia es sobrevivir a un campo de exterminio, a una guerra, a un atentado, a un accidente de avión, a la mendicidad. Si te refieres a malos ratos, pues como todo el mundo. No tengo nada en contra de la Navidad en su nivel más primigenio y primario. Cuando entonces no era un negocio. La Navidad que todos conocemos es otra rueda de molino de las muchas que hay. Simplemente, a las cosas que las llamen por su verdadero nombre. Y sí, tengo que abrazarme a un árbol para recargarme. Ahora iré, gracias.:)
EliminarNo hablo de sufrir. Una mala experiencia es no ser capaz de disfrutar de lo que otros sí, por algún motivo.. que sabrás tú. La Navidad que tú conoces no tiene por qué ser la que conozco yo y por tanto ese " la Navidad que todos conocemos" es muy diferente para ti y para mi. Es más, leyendo la animadversión que le tienes - al menos en letras y por tu insistencia, sí es primigenia - estate seguro, nuestras navidades, nada tiene que ver y por eso no puedo llamarla de otra manera más que Navidad, la mía, la que he vivido desde siempre con mis padres y ahora que no están, con mis hermanos. Sentimos diferente CABRÓNIDAS, obviamente es así, y eso hace que lo que vivimos sea diferente. Sólo pretendo decirte eso, como te dije antes, que intentes no generalizar ... cuando lo haces, tú y todos nos equivocamos.
EliminarMis Navidades siempre han sido y son familiares; como las tuyas, me atrevo a suponer. Sin sufrimientos. Lo de disfrutar... habrá cosas con las que tú no disfrutes y yo sí. Si es muy sencillo...
EliminarQué buena entrada Cabrónidas. Seguro que así fue y que desde unas cuantas azoteas se mantuvieron conversaciones de ese tipo.
ResponderEliminarLos que acumulan el dinero y orquestan prácticamente todo lo que sucede en el mundo, seguramente habrán hecho balance de los últimos eventos muy complacidos. Siempre nos han visto como sus ovejas y aunque andamos algo alterados, se siguen mayoritariamente sus directrices. Así que ya van a por la siguiente jugada, hay que exprimir el limón hasta la última gota, son insaciables, de eso no me cabe duda. Además tienen un abanico de posibilidades enorme para seguir desviando el dinero hacia sus arcas, saben que los consumidores puros no se caracterizan por estar bien dotados para el análisis, esa es su gran baza.
Solo discrepo en una cosa de lo que has escrito, creo que la mayoría de las personas vivimos inconscientes de la gran manipulación de este mundo en el que todo se compra y se vende. Pienso que el auténtico engaño sibilino es pensar que realmente sabemos lo que se mueve en las altas esferas. Acostumbran a trabajar en dos focos para que te quedes con una u otra opción, totalmente opuestas claro, no vaya a ser que se nos ocurra buscar otra posibilidad más acertada. Y al final lo único que tengo claro es que consumo lo que me hace bien y lo que no necesito o me desagrada lo ignoro, por muy bien que me vendan. Todo esta manipulado, todo, pero si al menos eres fiel a ti misma te quedas más a gusto creo yo.
Un abrazo!!
Totalmente de acuerdo. Solo manejaremos la información que ellos quieran que manejemos. Otro para ti. :)
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