19/1/23

206. No vida

    Cambian los paradigmas o eso quiero creer. Y ni siquiera debiéramos buscar razones, como que ahora prefieren dedicar la vida a realizarse en el ámbito profesional, o criar a un mamífero no humano. Es posible que sea más sencillo que todo eso: las mujeres ya no se quedan preñadas porque no quieren.

    Como es de esperar, para la mafia empresarial supone un suicidio a largo plazo. Para los gobiernos, un arma a utilizar —la del miedo, como siempre— contra la ciudadanía esclava-cotizante respecto al futuro de las pensiones.  

    Es obvio que los que manejan los hilos se ocuparán de ello tan pronto sea un verdadero problema para sus intereses, ya que las mujeres siempre han tenido —y tienen— el verdadero poder. El poder de la continuidad, del futuro. De ellas depende la perpetuidad de la especie, y por consiguiente, el recambio generacional de esclavos y líderes que la economía mundial necesita para su sostenimiento.

    Resulta paradójico que esa misma economía, siempre necesitada de la procreación, cuando se refleja en la nómina irrisoria del esclavo, imposibilita, no la acción procreadora, pero sí el fin natural de la misma. 

    Por otra parte, que en varios países desfavorecidos a varios niveles, los índices de natalidad sean los más elevados, supone un acto de inconsciencia contra la propia población reproductora. O toda una venganza, ya que tarde o temprano, esa misma población tendrá que ser acogida en los países de sus expoliadores.

    Solidaricémonos pues, con aquellas mujeres que han decidido practicar la anticoncepción, utilizando todos los medios a nuestro alcance para tal fin, sin renunciar al orgasmo. 

    Se trata de, entre todos y todas, que la no vida acabe siendo una tendencia globalizada, y que con el paso de unos pocos siglos derive en la total desaparición de la raza humana. Así, la Tierra y el reino animal, al fin podrán convivir en esa armonía de la que siempre les hemos privado y tanto merecen.

    Quién sabe si es el mayor acto de egoísmo jamás concebido. Pero necesario para traer de una vez para siempre la verdadera paz absoluta a nuestro mundo, y privar al Universo de la amenaza de nuestra existencia.

    El proceso será lento, pero ya ha empezado.



16/1/23

205. Protesta impopular

    Cualquiera que me conozca sabe que tendencias, modas y similares me las paso por el escroto o por el esfínter. Por cierto —y no es nada personal—, los influencers me comen ambas zonas por detrás. Tampoco es que sea un tipo obtuso de ideas fijas y cerradas, así que he decidido hacer una excepción y unirme a esa nueva forma de protesta impopular. 

    He estado entrenando; ya tengo el día marcado en el calendario y escogido el objetivo. También he comprado el pegamento con el cual adherirme a lo que sea con más garantías que el simbionte negro a la piel de Peter Parker. Así como el tarro de sofrito precocinado de 500 gramos que estrellaré contra la acuarela que pintó hace siglos algún desgraciado de supuesto talento, que seguro murió en soledad y a una edad temprana, de frío e inanición.


12/1/23

204. Recargando

    Como siempre, ha vuelto a amanecer y yo he vuelto a despertar. Y como siempre, con cierta resaca del alma y diversos dolores asignados a varios puntos de mi cuerpo. Ya en la ducha, el agua purificadora relaja mis músculos y se lleva consigo la basura residual de mis pesadillas, mientras le doy los buenos días al mundo maldiciendo a todo el imaginario divino y santoral existente. 

    Debe haber todo un mar de malos sueños y tormento discurriendo por el alcantarillado. En fin, algunas personas también cantan bajo el agua sanitaria y otras no disponen de ella.

    Salgo al exterior porque tengo que recargar mi espíritu. Porque estas fiestas, cuando finalizan, se llevan gran parte de mi fuerza vital. Lo haría adentrándome en un bosque hasta perderme en sus susurros, y abrazarme a un gran árbol hasta sentir que me habla. Pero hoy me vale con transitar la ciudad a una hora temprana, cuando sigue medio dormida y el aire aún no está viciado, y respirarlo con toda mi capacidad pulmonar hasta sentirlo como una revitalizante inyección de hielo llenándome por completo.

    En ese momento me reconcilio con la ciudad y empiezo a resucitar. Nunca seremos buenos amigos, lo sé, y al final del día puede que volvamos a odiarnos. Pero ahora es ella tal cual, sin engaños. Desprovista de maquillaje y abalorios, mostrando su vejez en millares de intrincadas arrugas alquitranadas, grises y ajadas, bajo un cielo inmenso de blanco nuclear. 

    Si me detengo y me concentro lo suficiente, puedo oír cómo me habla. Lo hace con un zumbido monocorde de baja frecuencia, que parece provenir de todas partes por igual, envolviéndome. Me cuenta que está dolorida además de cansada. Y la creo, porque percibo más grietas y nuevos matices de óxido en sus incontables estructuras de hierro y hormigón. Pocas veces ella y yo nos entendemos tan bien. 

    Y aunque no me lo diga, sé que también le han quitado algo. 



9/1/23

203. Los cuatro amigos 2

    La cabalgata fue dura pero mereció la pena, ya que por primera vez desde que el mundo es mundo, toda persona que lo deseó o escribió la carta recibió su regalo; incluso los niños que se portaron mal. Costó convencer a Krampus de esto último. No se le metía en su astada cabeza que no son los niños sino los adultos los que se portan como no deben. Pero al final entendió que la Maquinación exigía ciertos sacrificios. Y no me refiero al trato que recibieron los de siempre, que ahora ya no son los de siempre, sino los de antes, jajaja. 

    En cuanto a nosotros, los cuatro amigos, nos sentíamos tan sorprendidos como satisfechos y decepcionados. Sorprendidos por los sentidos aplausos que recibió la Maquinación por parte de centenares de organizaciones animalistas. Satisfechos porque la Maquinación fue un éxito sin parangón. Y decepcionados porque la prensa mundial, después de los resultados forenses, sólo se hacía eco de que los cuerpos que las autoridades encontraron en el Polo Norte, decapitados e incinerados junto con el trineo, correspondían, en efecto, a Papá Noel y a los tres Reyes Magos.        

    Ahora estoy hablando con los chicos por videoconferencia, sobre el tremendo impacto que ha causado nuestra gran gesta. A los niños y niñas no parece importarles quién o quiénes han tomado el relevo. Al menos no a los que solo recibían infelicidad o nada en esta fechas señaladas. En resumidas cuentas, ahora somos nosotros, los cuatro amigos, la maquinaria no lucrativa encargada de impartir felicidad a todo lo largo y ancho del globo, sin excepciones ni diferencias.    

    Mientras intercambiamos impresiones, acierto a ver que Satán Claus tiene la cabeza de Nicolás de Bari sembrada de dardos y fijada a media altura en la pared que tiene a su espalda. Krampus, en cambio, de pezuña a pezuña y de hombro a hombro, pasando por el peludo pescuezo, cuando no la ingle, ejecuta habilidosos malabarismos con la cabeza de Baltasar. 

    No como el Grinch, al que me uno a su desagrado por los villancicos, que prefiere que sea su perro Max el que juegue con la cabeza de Melchor, la cual mordisquea sin descanso mientras la hace rodar de un lado a otro. En cuanto a mí, claro, tengo la cabeza de Gaspar, a la que le he realizado una trepanación en la zona parietal, con el fin de utilizarla como base para la quema de incienso y velas aromáticas. 

    Ya sabéis, para ahuyentar las malas vibraciones.

    Así pues, en un ambiente familiar y distendido, los cuatro amigos concluimos que ha merecido la pena y que, por supuesto, la noche del 24 de diciembre de este año y la del 5 de enero del que viene, volveremos a actuar para que ningún niño, sea quien sea y esté donde esté, se quede sin su puto regalo.

    Porque ahora, hostia y joder, los de siempre somos los cuatro amigos.

    Jajajaja.



5/1/23

202. Los cuatro amigos

    El de rojo no solo se nos ha adelantado, sino que lo ha vuelto a hacer: no ha dejado regalos en hogares míseros. Lo mismo que hacen los tres coronados clasistas cuando les toca salir a jugar. Que por cierto es hoy. Pero hoy va a ser diferente. Hoy, 5 de enero de 2023, los cuatro amigos, un año más viejos e irascibles, pero también más sabios y experimentados, vamos a iniciar la Maquinación.

    Los cuatro amigos vamos a reducir a los cuatro de siempre. Vamos a liberar al camello, al elefante, al caballo y a los renos. Y vamos a cargar los regalos en nuestros respectivos vehículos de motor —propulsados con magia negra— a fin de poder cubrir con garantías toda la geografía terrestre sin tener que recurrir a la explotación animal. 

    Hoy, 5 de enero de 2023, Krampus, el Grinch, Satán Claus y Cabrónidas, unimos nuestras impías capacidades para adueñarnos, a ritmo de thrash metal, de la cabalgata de Sus putas Majestades, y realizar por primera vez en la historia de estas jodidas fiestas, un reparto total de los regalos, igualitario y equitativo. 

    Los que nunca han tenido mañana tendrán. 

    Palabra de los cuatro amigos. 



2/1/23

201. A las cosas por su nombre

    Llevo año tras año reincidiendo en un error de calificación, que estriba en tachar de hijos de puta a fascistas, dictadores y opresores en general. No es correcto decir, por ejemplo, que Franco fue un hijo de puta alumbrado allí en Ferrol. Y no es que yo sienta más desprecio y aberración por el caudillo, que otros seres de diverso calado histórico y más o menos misma ralea, como Mussolini, Hitler, Stalin, Husein, Abu Minyar al-Gaddafi, Walter Ulbrich, Mao Zedong, Pinochet, Wojciech Jaruzelski y demás ratas aborrecibles y asquerosas, y en definitiva, asesinos en masa.

    El caso es que encuentro demasiado benévolo calificar de hijos de puta a toda esa variedad de basura humana, que a tantos millones de personas han privado de su vida y un mejor destino. Más que nada y entre otras cosas, porque entre las prostitutas que lo son por necesidad, las hay decentes, honradas, y en consecuencia, buenas personas. Y siendo así, incurro en un error y no es de recibo que los considere hijos de alguna de ellas. 

    Sin ir más lejos, las personas ahora ancianas de esta España cerril y mohosa que sufrieron el azote inmisericorde de la tiranía, como que son más educadas que yo, quizá dirían que Franco fue parido por una mula, que como ya se sabe, es una de esas bestias del reino del Señor, híbridas y estériles. Y que por consiguiente no vio la luz por el orificio esperado y natural; ese que tienen las hembras y desata las pasiones más turbulentas y hasta se derrocan imperios. Sino que fue parido por el culo de la mula por donde hay un orificio, que como es bien sabido y también de forma natural, acostumbran a salir gases malolientes y la mierda.

    De verdad creo que he iniciado el año con una inexplicable sensibilidad que hace que sea más delicado y correcto en todo aquello que escribo y hablo. Por lo que a partir de la publicación de esta entrada, intentaré —que no es lo mismo que prometer— calificar a los que llamo hijos de puta, como malnacidos de mierda. Y así yo contento, y las prostitutas y las mulas también. 

    Feliz jodido año 2023.


29/12/22

200. 29 de diciembre

    29 de diciembre, lo cual quiere decir que ayer fue día 28. Ya sabes, el día de los Santos Inocentes. Aunque ya nadie puede serlo porque siguen respirando demasiados monarcas que, aunque no se llamen Herodes, tienen mucho apego al trono. Porque todavía hay cientos de desconocidos, mayores y menores de dos años que no importan, asesinados a diario en lugares que nunca aparecerán en la gran pantalla panorámica de nuestro comedor. 

    Ya nadie es inocente, a pesar de las bromas y gilipolleces que se dan ese día en los medios de comunicación. A pesar de lo necesario que se hace la carcajada en la cada vez más sometida y saturada ciudadanía. Quizá porque son más que menos las personas que tienen más motivos para llorar que reír, y algún que otro para enloquecer y arremeter contra quienes provocan el llanto. 

    Vuelven los tiempos oscuros, o puede que nunca se fueron.

    29 de diciembre, hostia. Lo que significa que ya se realizaron las cenas de empresa, en las que los esclavos de una misma mesa se dividen en dos o tres grupos —a veces más—, y entre bocado y bocado se echan pestes recíprocas e inadvertidas sobre la eficacia del desempeño de sus obligaciones esclavistas. Y hasta compiten por pelotearse con su mando intermedio, también presente, que después de la resaca vacacional navideña, será cómplice de las nuevas putadas laborales que su superior —que está en otra cena, en un sitio mucho más caro—, ya tiene ideadas y aprobadas para el año entrante. 

    Aun así, todos brindan sonrientes, con compañerismo y pureza, con un puñal clavado en la espalda.

     29 de diciembre, cojones. Lo cual indica que el trajeado parásito anacrónico de la nación, volvió a releer el mismo mensaje de cada año, obvio y vacío de contenido, a sus sufridos súbditos, muchos de los cuales seguirán sin poder llenar la nevera como hacían diez años atrás, ya que la pobreza energética se ha instalado en sus reducidas viviendas de alquileres abusivos. Y quizá la Nochebuena ya no es tan buena, salvo para aquellos que elegimos cada cuatro años y aseguran preocuparse de nuestro bienestar, y se supone gestionan nuestros intereses comunes para tal efecto.      

    29 de diciembre, joder. El año se precipita a su fin que siempre es el mismo, y dará inicio a un nuevo principio que siempre es igual. El ciclo se repite y nada cambia salvo nuestras prioridades, que para muchos serán las de sobrevivir con tanta dignidad como les sea posible o les permitan. Así, año tras año, los afortunados más o menos acomodados, giramos en un bucle de paz y amor ficticios, mientras que los desfavorecidos, a menudo olvidados, giran por inercia en la espiral de la eterna condena de la cual parece imposible escapar.

    Qué fácil es ser positivo cuando los que están jodidos son otros.



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