Ya ha oscurecido en la ciudad cenicienta. Repta por ella una densa bruma que anega todos los rincones y se enrosca en las edificaciones como un ser vivo y hambriento. Ya no parece una ciudad, sino un lugar de cuento, gótico y atemporal, que a buen seguro seduciría a mi buen amigo Jack.
Desde mi ventana empañada, la lóbrega iglesia de Cristo Rey aparece difusa como una ensoñación. Puede que sus fríos pasadizos, a estas horas de luna en las que el licántropo sale a cazar, también alberguen la estampa contrahecha de quien es su guardián. Imagino su sombra renqueante, desplazándose por los antiguos muros de piedra a la luz oscilante de una antorcha.
Quizá es en noches como esta, de cielo velado y quietud imperial, cuando surgen las buenas historias. Esas que hablan de monstruos a contra natura y perviven en el mito generación tras generación, aunque ahora mismo no sea verano, ni esté resguardándome de una intensa lluvia en Villa Diodati, junto con Mary, Polidori y otras personalidades perturbadas.
Así que afila tus colmillos, querida desconocida, porque es hora de que nos adentremos en la tiniebla para volver a ser y a sentir, aquí y ahora, en la noche prohibida de los lunáticos, propicia para las pesadillas y las más abyectas travesuras.
Voy a buscar una buena lima, y a empezar a pulirme los colmillos, que nunca se sabe, ;)
ResponderEliminarLos cuentos y sus ‘buenas moralejas’ enseñanzas clásicas, no los de Disney, claro, esa edulcoración es una farsa, un autoengaño con final feliz.
Un fuerte abrazo, Cabrónidas.
Hola, Irene. Sí, Disney sabe mucho de cambiar, sobre todo los finales, de muchas historias que hay mucha gente que creen que son suyas. No tuve más remedio que ponerlo a parir, un poco, en la entrada número 103. Otro para ti.:)
EliminarNieva ceniza en la ciudad de los muertos.... Nos vemos en Silent Hill, voy de camino. Es más fácil sobrevivir allí que aquí, sin ninguna duda.
ResponderEliminarEs probable que así sea. No sé si servirá de algo que llevemos armas.:)
EliminarA mí, lo q me ha flipado ver , porque casi se ve, es como va reptando y enroscándose esa bruma en los edificios como una fiera viva ...Genial Cabrónidas! Si te hubieras ido a esa villa, con Bayron, Polidori y los Shelley seguro q al lado del vampiro y su Frankenstein a ti se te hubiera ocurrido un tipo muchísimo más terrorífico de nombre ..no sé, tira de esa inigualable lista tuya , eso lo dejo tb de tu mano ; )
ResponderEliminarPodemos formar un grupo de cuatro dementes, y alquilar Villa Diodati durante tres noches, a ver qué sale.:))
EliminarLa noche es propicia para todo tipo de historias, y si la Luna está como protagonista, mucho más.
ResponderEliminarGeneras un contexto perfecto para imaginar muchas de ellas. A mí me seduce, desde luego.
Besos
Sí, depende de a qué hora escribe uno, sale una idea o sale otra, pero nunca igual.:)
EliminarQuizás hasta entre en erupción el volcán Tambora para hacer aún más prohibida la noche, más terribles las pesadillas y más abyectas las travesuras...
ResponderEliminarLa erupción del volcán Tambora lo empezó todo, y eso que fue en 1815.:)
EliminarEs de esas veces en que la noche pareciera que preparase el escenario y pusiese todo a disposición para facilitar que toda clase de locura se libere.
ResponderEliminarVa un abrazo, Cabrónidas.
Eso exactamente, Julio. Seguro que a ti también te ha pasado.;)
EliminarTodos pensamos que en las películas de miedo seríamos los protas, pero, sospecho en mi caso, creo que tengo todas las papeletas para morir a la primera, abriendo una puerta.. puñetera curiosidad :)
ResponderEliminarYo creo que, sin pretenderlo, al final me haría amigo del malo de la película.:)
EliminarA temblar con esa noche de terror!
ResponderEliminarAbrazo.
Y a disfrutarlo también.;)
EliminarUna noche de niebla siempre esconde cosas afiladas...
ResponderEliminarUn gusto leerte.
Sí, afiladas y por tanto dañinas. Gracias.:)
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