4/11/24

391. Normal anormalidad

    Bien, todo ha vuelto a la normalidad, o todo es tan normal como pueden ser las cosas en un mundo desigual y espantoso. La gente ha guardado su disfraz de miedo en favor de su verdadera estampa, alguna de veras rechazable, pero real al fin y al cabo. ¿Acaso se puede ser más feo que un zombi? Claro que sí. ¿Y más bella que un atardecer de minio? Pues también, joder.

    De la belleza interior hablaremos otro día. Puede que lluvioso y plomizo como el de hoy cuando escribo esto, ideal para ponerse el chubasquero y emborracharse de petricor.

    Respecto a Demenciano, tuvo una noche apacible en la que no le hizo falta descargar el filo alegre de su hacha. Todavía tiene el congelador bastante lleno, y los niños que osaron llamar a su puerta no portaban calabaza alguna, así que obtuvieron un grueso considerable de dulces. Espero, no obstante, que no se confundiera Demenciano con los que tiene envenenados. 

    Los reserva para ocasiones de extrema necesidad.

    En cuanto a ella y a mí, decidimos regresar al cementerio a por nuestra ropa, pero ya no estaba. Y tampoco nos atrevimos a preguntarle al viejo sepulturero. Os puedo asegurar que ese viejo atemporal es más escalofriante de día que de noche. Además, hay algo en él que no es humano, y con lo vivido el pasado jueves, necesitábamos estímulos mundanos y corrientes que solo pueden provenir del peor de los mundos.

    El de los vivos, claro.



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