A 2023 le quedaban cuatro pulsaciones de vida y nosotros estábamos a cuatro días de estar un año más cerca de la muerte. Muchos ya no teníamos veinte, treinta, ni cuarenta años, y ya habíamos vivido más tiempo del que nos quedaba. De momento la Tierra seguía sin engullirnos, los océanos no irrumpían en nuestro salón, el cielo no se nos caía encima y a ningún dios le parecía importar que existiéramos.
En fin: simples menudencias existenciales que no perturbaban a nadie. También habíamos superado el primero de los tres rituales de paso y la ciudad seguía convulsionada por la proximidad del segundo. La ola de frío había remitido, el sol brillaba con intensidad mortecina y los indigentes eran expulsados de los refugios oficiales, pues la temperatura era superior a cero.
Estábamos entrando, como en Nochebuena, en el obligado estado de ebriedad colectiva. No obstante, algunos aún nos resistíamos a esos convencionalismos de vodevil, y sonreíamos tranquilos bajo el entramado lumínico de las calles mientras lo poco que quedaba de cordura se derrumbaba a nuestro alrededor. Joder, lo importante era mantenerse con vida en medio del caos.
Sobrevivir anclados en nuestro suelo de bloque de viviendas también era una buena opción, y desde el balcón en el que Santa Claus-niño se balanceaba colgado del cuello, desafiar los ritmos de destrucción, insonorizarse del creciente número de gilipolleces que se emitirían en televisión las próximas horas, y abanderar la queja por vicio tan de occidente y de países desarrollados, porque el apocalipsis sucedía en lugares lejanos.
Pero claro, nadie sabe cuándo la maquinaria acabará por pararse, o cuándo llegará la desgracia imprevista, el accidente impredecible, la enfermedad y todos esos horrores tan reales y omnipresentes. Los cabalistas siguen sin saber descifrar el misterioso significado de los números, pero seguro que el año entrante lleva escrito en cada uno de sus dígitos el principio de nuevas vidas y el fin de otras tantas.
Quién sabe si la tuya o la mía.
Estábamos en 2023 los sobrevivientes, envueltos en la vorágine, muchos hastiados, pero deseando no saber cuándo sería el fin.
ResponderEliminarDepende de cómo llegue el fin es mejor no saberlo. Aunque quizá nos diera igual y nos lo tomáramos a broma. Quizá pocos serían los que miraran arriba.
EliminarUna de las cosas mas aterradoras es que NO sabemos exactamente en que año estamos: si se toma como evento el nacimiento de Jesus se supone que nacio entre el -7 y 4 ....
ResponderEliminarPero exactamente este planeta debe existir desde hace 4500 millones de años, o sea debe ser el 4500.002.023 para ser exactos, eso si, precisar el MES me queda bastante duro, es posible que la tierra iniciara en un martes de marzo, mas o menos a las 4pm.
Bueno, yo me conformo con perder de vista el calendario laboral. Espero vivir para experimentar ese día.:)
EliminarHola, Julio David. Tan sólo un segundo entre un año y otro. Qué es eso para nuestras vidas tan cortas.:)
ResponderEliminarA ver, entre la tuya y la mía, prefiero sea la tuya, aunque me caigas bien y todas esas cosas jajaajajajajaja
ResponderEliminarBueno, si nos leemos en la entrada 305 ya sabemos que no nos ha tocado.:)
EliminarEso sería mucho mejor, y si llegamos ya nos tomamos una cerveza a la salud del otro ;)
EliminarNo me preocupa mucho mi fundido a negro. Me preocupa el posible dolor previo. Espero que si me toca caer este año sea porque me caiga una maceta de trescientos kilos en la cabeza o me atropelle un camión de varias toneladas de peso. Rápido. Y sucio también pero no lo limpiaré yo. Aunque vamos a vivir como si esos números de la parca no fueran con nosotros. Se nos suele olvidar.
ResponderEliminarHay cosas que es mejor no saber. Si supiéramos el día de nuestro fin viviríamos condicionados y qué vida sería esa. Bastantes condicionantes tenemos ya, y eso que son inofensivos.:)
EliminarQuién sabe Cabrónidas.
ResponderEliminarPor si acaso sigamos escribiendo, que es lo único sobre lo que tenemos control. Y a veces ni eso.
Besos.
Sólo el fin detendrá la máquina de escribir.
EliminarBellísimo tu blog Te felicito
ResponderEliminarGracias pues.:)
EliminarY esta madrugada, después de barrer los papeles, cristales rotos y vomitonas del festejo en mil plazas, sólo quedará una pulsación: la noche de los RRMM, que se subirán a nuestras azoteas para distribuir lo poco que les ha dejado Papá Noel, cada año más acaparador. Y mañana, autovías repletas de viajeros cabreados después de cumplir el rito. Se acabó la fiesta, cambio de rutina.
ResponderEliminarPero no nos quejemos a priori del año 2024. Nos trae un día más, para bien o para mal.
Un saludo para ti y todos tus "comentantes".
Sus jodidas majestades clasistas... Espero que el loco los reciba como de verdad se merecen si osan pasar por su casa, jajaja. Saludos, diego.:)
EliminarEl apocalipsis sucedía en otros lugares....tan certero y tan crudo
ResponderEliminarPues sí, yo llevo ya varios años que en estas fechas pienso, pues ná que este año parece que escapé. Que el 2024 nos sea amable
Besitos Cabro!
Por supuesto; cuando tenga que llegar que llegue. Gracias e igualmente, Lopillas.:)
EliminarCarpe Diem, diablillo!!!
ResponderEliminar"Después de todo, mañana será otro día", como bien dijo Scarlett... y todo seguirá como lo dejamos ayer... espero que por lo menos, lo empecemos con buen pie y que no se nos porte mal!!
;)
Si se nos porta mal siempre podemos gritarle y hablar mal de él.;)
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