El otro día volví a ver a Anfiloquio, y me contó las insólitas excentricidades que han desarrollado algunos conocidos de su entorno social, después de haber superado las oposiciones a notarías.
Uno de ellos acudió a casa de sus padres para dar la gran noticia, y sin previo aviso se fue a la cocina y apareció con una escoba sobre su barbilla. Después, con gesto precario, añadió una de las sillas del comedor. Boquiabiertos, miraban cómo intentaba equilibrar ambos objetos al mismo tiempo. El inestable espectáculo finalizó en tragedia, y los dos objetos cayeron sobre el susodicho, dañándole la frente y la dignidad, no así como el cerebro, que le venía deteriorado de serie.
Se ve que otro aprobado, en sus inicios, acostumbraba a disfrazarse de enciclopedia o rúbrica en las situaciones más inverosímiles. Ahora, cada mes desde hace tres años, se hace fotografiar vestido de Néfertiti y envía las fotos a amigos y familiares con enigmáticas dedicatorias en arameo.
Un tercero empleó tantas horas de estudio que desarrolló una complicidad enfermiza con el tiempo, y sembró toda su notaría con centenares de relojes. El buen hombre abre una hora antes para darles cuerda ya que, según él, eso le ayuda a comenzar la jornada con relajación y optimismo. No así como a sus clientes y empleados, que convulsionan de histeria o escapan de allí con un alarido, atravesando el cristal de las ventanas entre tanto tictac y tanta campanada cada cinco minutos.
Hay otro que siempre camina por las aceras hasta el agotamiento, en la misma dirección que los coches, tanto a la izquierda como a la derecha, sin llegar nunca a ninguna parte, convencido de que si no lo hace le sobrevendrá la muerte súbita.
Un quinto notario aborreció de tal modo su silla y su escritorio de estudio, que recibe a sus clientes en la bañera de su casa; no siempre vestido y llena de agua. Hubo dos que conformaron un equipo de estudio: uno, para no aburrirse, primero memorizaba las páginas pares, luego las impares y al finalizar las ordenaba en su cabeza. El otro, más normal, le daba la vuelta a los libros y los leía del revés. Ambos siguen en paradero desconocido.
Y si no el caso extremo del notario atemporal, el cual se levanta temprano, se viste de traje y corbata y sale a comprar el periódico. Después entra en el bar de toda la vida y desayuna un cruasán y un cortado. El desayuno siempre le cuesta cien pesetas; siempre. Y siempre le devuelven cinco. Y así desde hace treinta y cinco años sin atender al IPC. La familia sigue pagando la diferencia a final de mes, a sabiendas de que alterar tan desconcertante rutina puede provocarle un estado irreversible de shock.
También está el caso de Sinforoso, que una vez superadas las oposiciones creía que cada vez que amanecía sería la última. Tanto era así, que cada día dejaba abierto su despacho y se iba al bar para amorrarse al periódico y leer todas las esquelas, a ver si encontraba la suya. Para asegurarse, también memorizaba los horarios de todos los entierros a los que acudía puntual, para ver si era él el enterrado. Claro está, se le incapacitó para ejercer su profesión. Y no por estar chiflado —cosa habitual entre los de su gremio—, sino por no acudir al despacho.
En fin, si necesitas los servicios de algún notario, puedo ponerte en contacto con Anfiloquio.
Para entrar en la carrera de Bellas Artes tienes que estar ya así de loco, o directamente no te aceptan. Lo puedo asegurar de primera mano xd
ResponderEliminarPara ejercer según qué no puedes estar con la mente sana.:)
EliminarAnfiloquio y sus compañeros de sufrimiento opositor han entrado en un entorno social que desconozco, supongo que todos los excesos nos acaban pasando factura y al final somos los responsables de nuestras decisiones, para bien o para mal.
ResponderEliminarEl vídeo es muy gráfico, parece mentira que ya en los años noventa La Polla Records hablara de ese panorama hoy consolidado.
Una nueva jornada por delante, espero que se te dé bien, besos Cabrónidas!!
Tienen canciones de la segunda mitad de los ochenta con total vigencia hoy en día. Auténticos profetas. Gracias e igualmente.:)
EliminarCabro, tengo tres hermanos que fueron en su día opositores. Cuatro años encerrados en casa, cetrinos, delgados, obsesionados, inapetentes, malhumorados, mientras el resto de hermanos (somos 7) nos dedicábamos a vivir. Los tres las sacaron. Y tras un período de difícil rehabilitación social y física, se reintegraron a la vida "normal". Hoy te podrías ir de juerga perfectamente con ellos, Cabro, y lo pasarías bien :))
ResponderEliminarJajaja, no lo dudo. Estoy seguro de que ellos, como tú, darían una indiscutible credibilidad a esta entrada.
EliminarEstá claro que has sido opositor ( si acaso en otra vida ; ) yo sí que lo he sido, durante año y medio preparé judicaturas y antes de terminar haciendo lo que hacen todos estos pobre y alucinantes personajes lo dejé. Nunca he tomado una decisión más acertada en mi vida, ni tengo la disciplina, constancia y capacidad de esfuerzo que una oposición dura requiere, eso sí, los que estén ahora con notarías deberían hacérselo mirar porque en Europa no existen los notarios y más tarde o más temprano aquí tb desaparecerán…los secretarios de juzgado y los de ayuntamiento hacen lo mismo y además gratis ¿a que somos tontos perdidos? : )
ResponderEliminarEste tema además de inteligible, está genial y te ha inspirado idem jaja graacias y besos!
A mí nunca me dio por opositar. Prefiero la esclavitud a la que pertenezco, que si bien entraña peligro, tóxicos y penosos, me jubilo pronto.
EliminarNunca entendí por qué llamaban "notas" como insulto por mi barrio. Eres un notas, eres un notario decían los que te lo llamaban al completo. Pensaba que el curro de notario pagaba más que obrero del metal o cosas así y eso lo hacía más difícil de digerir. Pero no todo lo da el dinero. Una profesión donde no te vuelvas loco también está bien. Matemático es otra que deja como si hubieses visto a un dios primigenio lovecraftiano.
ResponderEliminarYo creía que lo de "notas" venía de dar el cante. Por curiosidad, me dio por mirar el temario que hay que estudiar para notario, y es monstruoso. No puedes quedar cuerdo después de algo así.
EliminarEl mundo de los opositores es una locura aparte. Cuando estaba en la universidad, un compañero mio de Derecho, de padre notario, empezó a prepararse las oposiciones antes de terminar la carrera. No iba a ninguna fiesta universitaria, no faltaba ni un solo día a clase, sus vacaciones consistían en prepararse las oposiciones. Terminó la carrera con una nota de sobresaliente, sacó la oposición, hoy da fé y plasma su firma en contratos, herencias y demás, y su cuenta es bastante más abultada que la mia, que soy una simple abogada, pero eso sí, aprendí a jugar al mus en la uni, iba a las fiestas universitarias, disfrutaba mis vacaciones jajajaj
ResponderEliminarCuando terminé la carrera estuve pensando en opositar, pero fue un pensamiento fugaz, como vino se fue jajajajaaj
Y ahora soy una simple abogada, feliz, y con unas vivencias que el señor notario se perdió :))
Las oposiciones a notarías son muy duras. Quien lo consigue, desde luego, está hecho de una pasta especial, o está más loco que el común de la medianía. Se pierden cosas en favor de conseguir otras. Al final todo se basa en nuestras prioridades, supongo.:)
EliminarSegun la pelicula "el abogado del diablo" con Al Pacino, los abogados tienen el poder en cualquier lugar, la Ley los hace fuertes, influyentes. Pues bien en el caso concreto de los notarios en un tiempo en el pais en donde yo vivia, cumplian un papel discreto que era llevar registro de quien nacia, y de autenticar firmas. Luego fueron volviendose muy influyentes y todo contrato pasaba por los notarios, como ventas de propiedades y constitucion de empresas. No se como pero luego tambien el notario podia hacer matrimonios, que antes solo era cosa del sacerdote y de algunos jueces.
ResponderEliminarSi, la hija del notario era una chica con mucho dinero.
Dia a dia los notarios se convierten en una especie de clan en la punta de la elite.
Sí, es muy cierto
EliminarHola Cabrónidas, no me quedaba claro qué era eso de "opositar" pero ya lo averigüé. Me queda claro que es un proceso difícil y durante el cual, te dedicas a perder cosas valiosas para ganar otras que solo tienen valor material. En el camino quizás pierdas un poco de tu humanidad y cordura. Mundo loco y enajenado. Tu relato pinta muy bien la situación. Saludos.
ResponderEliminarHola. Opositar es el sueño de la esclavitud moderna.
EliminarPues has exagerado un poco, pero sólo un poco. En mi caso he conocido a opositores para juez y sólo puedo decir que lo siento por la persona que se ponga delante de ellos. Vivían en una especie de mundo paralelo, además de desarrollar una malsana manía persecutoria ... Pierdes la vida a cambio de ganarla, un sistema estupendo, oye.
ResponderEliminarYa como humanos, no me gustan los que opositan para Juez, Fiscal y para cualquier cuerpo represor. Puede parecer un prejuicio por mi parte, pero no lo es. Esos humanos realmente creen en ese tipo de funciones que se suponen dignas. Pero en fin, ya se sabe que papá Estado prefiere la injusticia al desorden.
EliminarVa a ser verdad eso de que estudiar no trae nada bueno.
ResponderEliminarBesos.
Lo bueno sería estudiar lo que de verdad importa y es útil. Claro, habría que saber primero qué es lo que importa y es útil. Y cada uno contestaría una cosa diferente.
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