En realidad la decisión no fue tan complicada. Sólo se trataba de dar con el escenario adecuado. Los miles de desplazamientos vehiculares que se dan en Semana Santa, tanto de gente solitaria como de grupos y familias que desconectan de sus rutinas autómatas para huir del temperamento urbano y abandonarse a la ebriedad bucólica, era perfecto.
Yo era uno más de esos miles de cuerpos frágiles, en movimiento largo y constante, gracias a máquinas menos complejas pero más resistentes que nosotros. A los pocos kilómetros de conducción, unas nubes negras empezaron a llorar en abundancia como un presagio de lo que iba a ocurrir. Empecé a acelerar y noté, como nunca volvería a hacerlo, la ciega sumisión del pedal bajo mi pie y la suave obediencia del volante al capricho de mis manos, dirección a un futuro escogido, mientras las torrenciales lágrimas del cielo se desplazaban por el parabrisas hacia un pasado irreversible.
Por suerte no estalló ninguna de las ruedas que lo permitieron, ni hubo controles policiales susceptibles de disuadirme. Por suerte la velocidad terminal no redujo mi convicción para semejante sublimación, y el aullido del motor no se impuso al volumen de la canción elegida.
Por fatalidad para el resto de aquellos miles de vidas desconocidas, cedí al impulso calculado de dar un volantazo lleno de gracia, convertir el quitamiedos en historia, y recorrer el vacío lluvioso que me separaba de la concurrida autopista de más abajo, como una imparable certeza de locura, tragedia y muerte.
En semana santa los accidentes se suceden uno detrás del otro, a veces en fatalidad, otros corren con más suerte. Hay algunas canciones que te invitan a jugarte tu destino, sin importar nada. Si me pongo la que tienes, no sé hasta dónde llegaría.
ResponderEliminarDemasiadas personas al volante que no tendrían que estar.
EliminarSomos puros egoistas. Que quieres beber toda la reserva de alcohol del mundo, perfecto, es un tema entre tú y tu higado, pero si estando así coges el coche, entonces te conviertes en un arma de lo más peligrosa, y estás poniendo en peligro la vida de otras personas. Que tienes prisa o simplememte te va el conducir a una velocidad superior a la permitida, porque sí, porque te sale de tus santisimos, pues idem que estando borracho. Pero qué importa la vida de los demás, ¿verdad? Como controlas, como en este mundo vives solo, pues a los demás que les den por donde amargan los pepinos. Esto es una muestra más del asquito que damos los seres humanos.
ResponderEliminarSiempre he evitado la salida en coche en días críticos, si puedo me voy días antes o en todo caso día después al de operación salida.
Y lo que es peor: hay más locos fuera del manicomio que dentro. Hay locuras que cuando se perciben, ya es demasiado tarde.
EliminarTal cual, pero hay locuras que parecen más permisibles o que no se consideran dignas de estar dentro de un frenopático, pero claro, como en todo; hay animales que maltratarlos es un delito, y hay otros que su maltrato es permisible. Tenemos una vara de medir muy sui generis ;)
EliminarHumanos... Cuesta imaginar cómo hemos llegado tan lejos.;)
Eliminar¡Qué buena reflexión! El relato está tan bien escrito que, aunque intuyas a dónde te lleva, no puedes dejar de leerlo hasta llegar a ese final tan trágico como poético, el vacío lluvioso, la imparable certeza de la locura… No aprendemos.
ResponderEliminarHola, María, genial que te haya gustado. Cuando nos ponemos en la carretera, quién sabe lo que puede pasar. Por desgracia, algunos no lo pueden contar.
EliminarHas hecho tan vibrante el relato que alguno hasta se ha colado dentro y se ha pensado que es tu diario personal. Qué envidia das. Te espero en el siguiente cuando ya estés restablecido de tus heridas por el accidente, ja,ja
ResponderEliminarP.D. Muy buena música de carretera. El country y cosas así te adormecen y te pueden matar.
Jajaja, sí, el country es para otra clase de locuras, si es que hay locuras que casan con el country.
EliminarLos altos vuelos para una semana santa que va de ídem...nadie debería fiarse...
ResponderEliminarNadie sabe cómo ni cuándo llega la de la guadaña, pero sabemos que le gusta la carretera...
EliminarEl volantazo final. El salto al vacío del ángel exterminador.
ResponderEliminarEl peor de los suicidas; el que se mata matando.
EliminarVaya si hay un momento de ebriedad suma, sin alcohol, solo impulso de las anfetaminas naturales del cuerpo. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarHola. Sí, no tiene porqué haber nada más que la propia locura inherente del ser humano, y que se activen los mecanismos exteriores adecuados para que se manifieste.
EliminarMiraré hacia arriba, mimetizado entre los miles de conductores que vuelven a sus casas a la misma hora del mismo día en la llamada "operación retorno", para intentar evitar que me caiga encima el loco del volantazo :)
ResponderEliminarYo también haré lo propio. Nunca sabes por dónde te van a salir esa clase de cabrones.:)
EliminarComo no tengo ni coche ni carné de conducir... de eso que me libro.
ResponderEliminarsi te da por coger un avión, espero que el piloto no sea como Andreas Lubitz.:)
EliminarTengo aviones privados :P
EliminarRespeto al que quiera quitarse del medio, no creo que sea un regalo divino ni nada por el estilo.. y, aunque lo fuese, uno hace con los regalos lo que quiere, ¿no? Pero quitarte de en medio matando a gente por el camino, no, eso si que es algo que nunca entenderé...
ResponderEliminarDiría que nadie logrará entenderlo. Ya nos cuesta asimilar el suicidio de alguien con el que tenemos lazos afectivos, como para entender por qué el que se suicida, encima lo hace matando. Nos acercaremos, pero nunca lograremos desentrañar la razón.
Eliminar¿Iba usted bebido?
ResponderEliminarPor supuesto que no. El alcohol nunca te da opción de elegir con tanta claridad.
EliminarBuen tema. Siempre que monto en coche pongo buena música como esa, porque imagínate morir escuchando al puto bad Bunny de los cojones o similar 🤣 si muero así, que sea con un temazo épico de fondo.
ResponderEliminarTremenda entrada, me ha encantado, me he sentido muy identificada jajaj
Jajaja, qué duda cabe, que la sublimación de un acto tan trascendental requiere de un gran tema. Celebro que te haya gustado.;)
EliminarTodos llevamos dentro el yin y yang que dicen los orientales. Y nos conviene de cuando en cuando mirar nuestra propia oscuridad, prestarle atención y tratar de comprender porqué esta ahí, creo que es la única forma de superarla. Si no hacemos nunca este ejercicio puede haber nubes negras letales, incluso hay quien acaba tan desequilibrado como ese conductor que arrasa con todo.
ResponderEliminarNo me gusta ponerme tan dramática pero estoy convencida de que si no sabes porqué reaccionas como lo haces, perder el rumbo y dar tumbos es muy fácil.
Tienes toda la razón. Yo también creo que todo ser humano tiene sus sombras, al igual que sus luces. Estamos demasiado contaminados por este mundo aborrecible que hemos creado, y de vez en cuando conviene desnudar cuerpo y mente, despojarse de todo lo inculcado y examinarse.
EliminarPor cierto, el relato es muy bueno aunque muy trágico
ResponderEliminarMuchas gracias pues, Ana. Celebro que te haya gustado.
EliminarSi vas a morir, que sea durante un momento más importante del año al menos.
ResponderEliminarJajaja, muy buena esa, la verdad.:))
EliminarEn fin, la vida siempre es tragedia, pero me enoja la gente que juega con la vida de los demás. Cualquiera puede jugarse todo a un pleno, pero aunque sólo sea por buen gusto, no con mis fichas.
ResponderEliminarDesde luego, los humanos somos lo peor.
EliminarDiego la cien caras de un hombre inteligente
ResponderEliminary lo que hace e hizo me han contado para sobrevivir en su blog
Saludos todos
Ese comentario lo has hecho con IA, ¿verdad? Por cierto, ¿qué coño ha sido de tu coleguita Mario Paz?
EliminarUhhh... ese momento está muy bien descrito, es un pequeño cortometraje, aunque muy angustioso para el resto de las almas que acompañan a la tragedia :S
ResponderEliminarHola, Sylvia. ¿Qué es la vida sino un viaje hacia la muerte? La cuestión es cuándo y cómo.;)
EliminarA traves de tu blog veo cuanta gente enferma hay
ResponderEliminarNo te anlaizo pero nunca te entendí. Por eso creo que me voy no porque seas una mala persona pero puedes ser una persona que lastima a otra sin saber que pasa dentro de la otro y vos tuvieras toda la verdad que pobrecito tu no tienes
Lo que valió la pena por 14 años es hoy la realidad que vivimos
saludos se feliz para asi no joder a los que no conoces
No quieras saber lo que veo yo a través del tuyo cuando me armo de valor y decido entrar, aparte de que, como ahora, el pecho se me abre de la risa y las carcajadas se derraman a borbotones. Si lo que quieres es que te dedique una entrada en mi blog, sólo tienes que decirlo y dejarte de rodeos. Eso sí: no me responsabilizo de los efectos que pudiera provocarte. :D
EliminarEse tipo de fatalidades ocurren todo el tiempo, lamentablemente...
ResponderEliminarSaludos,
J.
Hola. Así es; todo el tiempo y en cualquier lugar.
EliminarJolines.
ResponderEliminarBesos.
Cuando con muy poco, decimos mucho.:))
EliminarEl final me ha puesto los pelos de punta. Nunca sabemos dónde nos aguarda nuestro "destino final", ni en manos de quién puede estar. Eso me parece lo peor, que a veces nuestro final lo decide un cualquiera en algún arrebato.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el estilo narrativo.
Saludos.
Sí, Ángeles, pienso igual al respecto. Pensamos que tenemos controlado nuestro presente más inmediato, cuando no es cierto. El día siguiente siempre puede ser el último. Genial que te haya gustado, gracias.:)
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