Cabrónidas regresaba, recargado y renovado, a la ciudad que volvería a anularlo, aunque no lo suficiente como para enloquecerlo del todo.
Cabrónidas todavía retenía en sus receptores olfatorios la fragancia de pólenes desconocidos no irritantes. Y llevaba consigo la sensación liberadora de haber yacido en el verde mullido de una generosa extensión abierta a un cielo supremo. En su corazón palpitaba la paz de espíritu que supone agotar largos atardeceres en caminar junto a la orilla de un río que, por cierto y triste, no recordaba tan poco caudaloso.
La canción sonaba a un volumen sedante, lo cual contribuía a que Cabrónidas condujera relajado, casi con la mente en blanco, preguntándose por qué parece que en las zonas boscosas los problemas no son tales, las amistades se fortalecen y las cervezas y los besos con el sexo contrario saben mejor. La impasible vastedad de la autopista, siempre interminable, provocaba en él cierta paranoia banal.
Quiso el destino que Cabrónidas no tuviera ningún percance en el camino de vuelta. De modo que ningún vehículo en contradirección colisionó con el suyo. Ningún camión de contenedor de carga lo redujo a un amasijo de carne y metal. Thelma y Louise tampoco se precipitaron sobre él desde alguna zona elevada, aunque cada vez hay más personas cuya única salida es una huida hacia adelante.
Cabrónidas, entonces, llegó con la luz de la luna a la acogedora soledad de su hogar. Encendió la lámpara del escritorio para alejar la penumbra, pero subió la persiana para que entrara la noche. De nuevo volvió a poner esa canción. Arrancó el viejo trasto, se sirvió una copa de vino, y frente al espacio en blanco, se dispuso a entrar en comunión con el teclado.
A veces me sabe mal tener más relación con el teclado que con el bolígrafo, pero es que mis manos son más rápidas tecleando.
ResponderEliminarBesos.
Hola. Los hay ya que ni con el teclado.:)
EliminarVuelta a la Santa Rutina, tras el agobio y la necesidad impuesta de regalarse unos días de asueto que a muchos les estresan más que les relajan. En fin. Se repite ad vitam aeternam la misma historia por ciclos vacacionales, existenciales, estacionales, etc. Somos una especie que no aprende, con el código de barras impreso y en vía de extinción, no sé si nos reseteamos el disco duro o lo traemos rallado en el ADN ya...
ResponderEliminarRallado en el ADN. No tengo dudas al respecto.
EliminarVolver a empezar bajo el recuerdo de los perdidos pastos verdes...Espero te sea leve...
ResponderEliminarLos regresos son cada vez más duros. Suerte que la ciudad nunca se ensaña del todo.
EliminarCreo es la prosa más poética que te he leído.
ResponderEliminarMenos mal que por estos lares hoy es fiesta, así que mi vuelta la retrasaré hasta mañana. Y sí, cada vez la vuelta es más dura, y cada vez la ciudad me ofrece menos de lo que necesito, y cada vez me ahogo más, y cada vez me entran más ganas de huir, pero no a lo Thelma y Louise ;)
Una vez lo dejé todo y me fui a una isla pequeña, pero volvi, porque no era mi sitio y hoy me siento en un momento parecido...mientras tanto mañana volveré a "home sweet home".
Sí, por mis lares también hoy es fiesta. Aunque hoy para mí es ya un día de sosegada adaptación. Pero lo saborearé con igual entrega e intensidad, aunque ya no sea en el verde de la Naturaleza.;)
EliminarNah, si todavía seremos de los mismos lares y nos refugiamos en el mismo verdor, jajajajaja
Eliminar¡Feliz regreso, Cabrónidas! El contacto con la naturaleza saca al poeta que llevas dentro. Al que le palpita el corazón con largos atardeceres caminando, esa generosa extensión de un verde mullido abierta a un cielo supremo.
ResponderEliminarPara quedarse en ese lugar y no volver a la ciudad.
Y que lo digas. Por qué será que la maltratamos tanto, con tanto que nos da, y de manera tan desinteresada. Siempre está ahí para acogernos. Gracias.;)
EliminarMe ha gustado la ventana abierta para que entre la noche.. porque la noche siempre entra, ¿verdad? En las habitaciones, en los corazones....
ResponderEliminarSiempre trae consigo las sensaciones adecuadas para dar con las teclas precisas.;)
EliminarEsta semanita te ha devuelto nuevo, como más pacífico. A ver lo que tarda la ciudad en hacerte sacar las garras. Apuesto por no más de veinticuatro horas.
ResponderEliminarNo creo que sea mucho más generosa.:)
EliminarYo, jubilado feliz, siempre voy a contracorriente. Cuando se llena la ciudad, emigro al campo. Cuando se vacía la ciudad, vuelvo a sus calles solitarias. Esta semana incluso he podido ver algo extraordinario en Madrid: un halcón peregrino en lo alto del edificio de enfrente. Seguro que él también utiliza mi sistema viajero, los turistas llegan a cubrir hasta sus acantilados más agrestes :)
ResponderEliminarEs todo un logro y un lujo. Por el mismo orden, la jubilación y el haber visto a un halcón peregrino. Por el momento, aspiro a lo primero.:)
EliminarNos saben bien esas escapadas; y vuelta a la rutina dejando entrar la noche.
ResponderEliminarDesde luego que sí. Y rematarlas con la noche cuando todo está quieto, o parece estarlo.
EliminarJAMÁS, pero lo que se llama JAMÁS, había visto el plural de ''polen'' y eso me distrajo. Ahora tengo que releer lo que escribió a veru qué carajo fue lo que escribió.
ResponderEliminarY además no irritantes. Existen, créame.:)
EliminarFinalmente Cabrónidas tiene una aventura normal sin tanto drama, veremos si le dura la suerte, a ver si no resulta que se le traba la computadora.
ResponderEliminarNo nos fiemos demasiado. Quizá esto es la calma que precede a la tormenta.
EliminarHa sido tan deliciosa la sensación q trasmites de tu paseo de estos días, como la de tu regreso...como q ese instante en el q ha entrado la noche por tu ventana, te has servido la copa y te has puesto al teclado, comenzaba... otro precioso momento para ti y me alegro mucho!!!
ResponderEliminarGracias. Si esos momentos no vienen a ti, hay que ir a buscarlos.:)
EliminarSin duda! si los momnetos no te encuentran, hay que salir a su encuentro ; )
EliminarY si la dislexia no te deja en paz, como a mi, hay que asumirla : (
Eliminar¿No será que escribes como una bala?:))
EliminarTb ; )
EliminarSalvo eso de hablar de uno mismo en tercera persona (que siempre me ha chirriado), lo demás chapeau... Claro que si el tal Cabrónidas es un desdoblamiento narrativo, trasunto de la historia de tus relatos, pues también vale... Feliz regreso, compañero
ResponderEliminarHola. Es eso mismo; en esta entrada soy narrador y protagonista, ya que en la anterior era un suicida al volante. Gracias, camarada.;)
EliminarTeclado, copa de vino y música... no sé para Cabrónidas,
ResponderEliminarpara mí un remate perfecto de vacaciones.
Sí, no puede haber queja por mi parte.:)
EliminarResumiendo, un día perfecto!
ResponderEliminarSi la perfección existe, tiene que ser algo parecido.;)
EliminarBuen comentario, espero que sigas con nosotros.
ResponderEliminar¿Qué comentario? ¿Quién con quiénes?:O
EliminarQue interesante tu manera de escribir. Interesante blog al que seguiré nuevas publicaciones. Enhorabuena. Un saludo de ANTIGÜEDADES DEL MUNDO.
ResponderEliminarAh, bienvenido pues, y gracias por tu tiempo y presencia aquí.
EliminarA veces, la vida se porta de forma decente. Saludos...
ResponderEliminarHola. No obstante nunca podremos entender sus impredecibles caprichos.
EliminarSospechosamente bucólico. ¿Quien eres tú y que has hecho con Cabronidas? jajaja
ResponderEliminarSpeedy
Le he dado dosis de campo para desintoxicarlo de la civilización.:D
EliminarEl regreso de un sitio en el hemos disfrutado de los placeres de la vida, por sencillos que sean, siempre te deja lustre que dura lo que dura, pero nos quiten lo bailado ji,ji.
ResponderEliminarTan bueno es lo vivido como lo que queda por venir.:)
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