Siempre queda un escritor por descubrir y un libro
que
leer. Eso me pasó hace poco con un autor llamado Philip José Farmer,
cuyas letras, por lo visto premiadas y con no pocos adeptos, abundan en el
terror, la fantasía y la ciencia ficción. Estilos que, si bien son
fáciles de diferenciar, a menudo van cogidos de la mano dependiendo de
la pluma que los utilice.
Por citar una de
las referencias más obvias del género, ahí tenemos a
Stephen King, junto con otros titanes igualmente palmarios, tales como
Dean
R. Konntz, Dan Simmons, James Herbert, Peter Straub, John Farris, etc. Y
si, como se dice y se reconoce, Stephen King es el rey del
terror contemporáneo, qué podemos pensar cuando el propio King asegura:
«He
visto el futuro del horror y se llama Clive Barker».
Y no es para menos, pues nadie que yo haya leído o recuerde, es tan espantosamente
gráfico en sus narraciones como Barker. Además de ambiguo y mórbido, destripa la moral hasta sus
últimas consecuencias, las cuales suelen ser enfermizas y nada
compasivas. Leed Hellraiser, El gran espectáculo secreto, Libros sangrientos y sabréis de lo que os hablo.
No
es menos cierto que todos los escritores antes citados, no existirían
como tales, de no ser porque antes hubo mentes privilegiadas, como las de M. R. James y Nathaniel Hawthorne, por ejemplo, y las archiconocidas de Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft.
De estos dos últimos, el primero, maestro indiscutible del terror
psicológico, cuyo enorme talento nos estremeció sin tener que recurrir a
monstruos, fantasmas o criaturas de pesadilla. El segundo, creador de lo
que se llama horror cósmico, donde el autor ofrece todo un
mosaico de universos oníricos rebosantes de malevolencia, habitados por
deidades monstruosas y delirantes criaturas que solo las
puede inspirar el infierno.
Cuando uno ha leído tanto de tantos
autores, aparte de acabar chiflado, puede equivocarse y llegar a creer que
pocas cosas pueden llegar a sorprenderle como «aquella primera vez».
Es ahí donde entra en escena Philip José Farmer y, en particular, sus libros La imagen de la bestia y ¡Cuidado con la bestia!, los cuales me descubren a un escritor que, si bien puede no ser mejor que los antedichos, nada tiene que envidiarles.
Porque este señor es brutal, divertido y
excesivo. Un cachondo de tomo y lomo que
aúna como nadie ciencia ficción, terror y fantasía con lúbricas dosis
de sexo. Cuando te das cuenta, ya se ha metido en tu cerebro para
desgajarlo cacho a cacho, mientras que en el proceso te
causa alucinaciones y te invita a disfrutar de ellas. Luego coge
tu alma, la arruga en su mano y, cuando acabas de leer y cesa la orgía o
el caos onanístico en el que te ha sumergido, con una sonrisa te pide
que la
recompongas si tienes narices.
Así que, si eres de los que piensan que ya nada puede
sorprenderte, es que todavía no has leído a Philip José Farmer.