Dos tipos urbanitas surcan las alturas en un globo aerostático. En un momento dado, deciden aterrizar en un vasto terreno de tonalidades verdes y ocres. Unos metros antes de que el globo toque tierra, a lo lejos, otro tipo se aproxima hacia ellos con paso apresurado. El globo ha aterrizado y los urbanitas bajan de él. Uno de ellos graba con un móvil cómo el otro hombre se va acercando. Cuando está lo bastante cerca, ambos urbanitas comprueban que es un tipo de campo, muy enfadado, que vocifera y gesticula.
El hombre de campo les pregunta, airado, quiénes son y por qué aparcan en su terreno en el cual no se puede aparcar. Los hombres de ciudad, en tono correcto, contestan al respecto que son el piloto de la aeronave y el comandante, y que se han visto forzados a un aterrizaje de emergencia, no a aparcar. El hombre de campo exclama que qué aeronave ni qué leches. Que eso es un globo de esos que vuelan y que al aterrizar ha asustado a sus animales que pastaban con calma.
Los hombres de ciudad aseveran que no había más remedio; que el aterrizaje era de vida o muerte. El hombre de campo, aún más furioso, les impreca que ellos son los culpables de que sus animales estén por ahí desperdigados a kilómetros de distancia de donde debieran estar, y que reagruparlos sí que va a ser de vida o muerte. Con todo, los hombres de ciudad le explican que hay que anteponer la vida humana a la animal; que eso es lo correcto. El hombre de campo, ya sacado de quicio, los insulta y les exclama que lo único importante, cuando se trata de la invasión de su terreno, son sus animales.
Los hombres de ciudad le replican al hombre de campo que se calme, que ellos no le han faltado. El hombre de campo les grita que tendrían que haber aterrizado en “el otro lao”, aunque dada la enormidad del descampado cuesta determinar dónde está. Luego, sin visos de calmarse, se aleja mientras afirma que los va a denunciar y que recen porque ninguno de sus animales se haya hecho daño, pues están asegurados y con todos los papeles en regla.
También les amenaza con que va a volver con su hermano, y que cuando eso suceda, mejor que no estén ellos ni el globo, porque su hermano no razona como él: solo actúa.
