La magnitud de tu ausencia ha sido una bendición.
Y ahora que ya no estás se respira mejor y el sol brilla con una intensidad que no hiere. Los días que antes eran plomizos se han vuelto una mágica sucesión de momentos bellos y coloridos. Y las pesadillas y la vigilia son ahora viajes oníricos a remansos de sosiego.
Ahora que ya no estás, he recobrado la energía necesaria para finalizar todos mis proyectos a medio hacer. Incluso reconozco el sonido de mi risa y mis erecciones vuelven a ser rudas y viriles. La música ya no suena a estridencia, y el silencio de tu ausencia es bálsamo para la paz de espíritu.
Ahora que ya no estás también caducarán los medicamentos del botiquín del lavabo y envejeceré con alegría. Porque he vuelto a recobrar el apetito por la vida, y las migrañas, los retortijones y reflujos estomacales han desaparecido.
Ahora que ya no estás todo fluye y nada se marchita alrededor, y yo me he dado cuenta de lo mucho que dabas por culo, hostia y joder.