El 6 de octubre de 1984, de la mano de Lolo Rico y por beneplácito de TVE, se nos ofrecía un producto novedoso y transgresor, enfocado para cualquier franja de edad —dependiendo de las cuatro secciones que lo formaban— que presentó Olvido Gara, sin los Pegamoides ni Dinarama.
Unas locuaces marionetas, más entrañables que muchas personas muertas y con más personalidad que muchas aún vivas, aparecían rodeadas de un variado conglomerado de cableado eléctrico y aparatos de audio/vídeo, y nos deleitaban con frases proféticas, tales como: «¡Viva el mal, viva el capital!», la no menos certera: «Si no quieres ser como estos, lee». O cuando, sin venir a cuento, la pantalla se pixelaba y una voz decía: «Tienes quince segundos para imaginar» y transcurrido ese tiempo la imagen se hacía nítida y la voz finalizaba: «Si no se te ha ocurrido nada, quizá deberías ver menos la tele».
A veces la genialidad es así de sencilla. Y de ese modo el programa ya nos prevenía de ciertos cánceres sociales emergentes, hoy en día arraigados y más vigentes que nunca.
Disfruté mucho con el humor punzante e improvisado de Pablo Carbonell, Pedro Reyes y el no menos histriónico Javier Gurruchaga. Y no se me olvidan las actuaciones de los sucios Eskorbuto, Los Nikis, con su descojonante canción Maldito Cumpleaños, Los Toreros Muertos...
Pero entonces llegó 1987, y con él la jodida Pilar Miró como la nueva directora de RTVE, y con el poder que le fue conferido —¿casualidad?— empezó a coartar la libertad de la que gozaba el programa desde sus inicios, para tratar y hablar desde la crítica, sobre cualquier tema político y social de la época.
Porque no podía ser, claro está, que el programa, tuviéramos siete, diez o dieciocho años, nos hiciera pensar demasiado y cuestionar, por ejemplo, la impositiva educación escolar. Y conviene a los de siempre que las blancas ovejas del rebaño no cambien el color de su pelaje por el negro.
Puede que la niñez magnifique los recuerdos, sobre todo cuando vienen de un programa tan mítico como irrepetible, que cautivó a toda una generación de pequeños que nos trató de tú a tú. Y es posible que tiempos pasados no fueran mejores, pero desde luego, los actuales tampoco.