Aquella remota noche de octubre, el Peluca y Dieguito le habían dado al ácido más de lo acostumbrado, por lo que decidieron llevar a Farruquito de lumis. Algo de lo más corriente en una sociedad fallida como la nuestra, si no fuera porque Farruquito era un perro. Sí, el de Dieguito. Uno de esos canes diminutos e hiperactivos que ladran a cualquier cosa que se mueva o tenga vida.
Al can en cuestión, el nombre le vino dado porque Dieguito tenía predilección musical por artistas como Camarón y El Barrio, hasta el extremo de que muchas veces se declaraba calorro blanco, ya fuera ebrio o sobrio. Aunque yo, en lo personal, jamás le pondría al animal que fuera el nombre de un sinvergüenza. En cuanto al compañero bípedo de Dieguito, se ganó el mote porque con una mano abierta se presionaba el cuero cabelludo que recubre la zona parietal del cráneo, y con suma facilidad se lo desplazaba de detrás a delante como si fuera de pega.
Todavía hoy me da grima presenciarlo.
El caso es que, desde que el animal acató los instintos de su despertar sexual, se convirtió en un incordio para los humanos y en un peligro para él mismo y el resto de los de su especie. Y aquella noche Farruquito iba especialmente salido. Dieguito y Peluca lo habrían esterilizado o castrado de disponer del dinero suficiente, pero calcularon que solo tenían para pagar a una prostituta que lo masturbara hasta el éxtasis perruno para aliviarlo. Eso si además ponían los guantes de látex en caso de que la prostituta los exigiera.
Quizá pensáis que eran unos pervertidos con cierta simpatía por la zoofilia, pero solo eran un par de impresentables dispuestos a hacer cualquier cosa por Farruquito. Claro que, de ser así, ¡que sean ellos los que pajeen al perro, no te jode! ¡O menos fiesta y más ahorrar, cojones! Sin embargo, el ácido consumido obraba su hechizo artificial, y como eran eminentes conocedores de la noche putera y sus tugurios, eligieron uno cochambroso y decadente de una sola planta llamado La Ruta, ubicado en el modesto pueblo de Castellgalí, a veinticinco kilómetros del nuestro.
Allí, cuatro mujeres de edad indeterminada intentaban subsistir, pero sin apenas éxito, pues carecían de cualquier atractivo imaginable. De modo que aquel par esperaba que alguna de ellas accediera a realizar el acto manual de bestialismo y al menos, como se suele decir, ganarse unas perras.
jajajajajajajaja muy simpático
ResponderEliminarPaz
Isaac
Hola, Isaac. Celebro que lo hayas pasado bien con la lectura. :)
EliminarNo hubiera sido más normal buscarle una perrita de su tamaño??
ResponderEliminarPero claro con el acido que tenían, no lograban pensar ni ubicarse en la realidad.
Que amigos locos....
Saludos.
No hubiera ido mal, desde luego que no. Supongo que no se pueden tomar decisiones acertadas en según qué estado. :))
EliminarGanarse unas perras, dice! XD
ResponderEliminarIntrusismo profesional de quien se gana la vida preñando perras a manuelas.
Saludos!
Ja, ja, ja. Bien visto, Cleveland, bien visto.
EliminarMe he quedado con la imagen de farruquito siendo masturbado por las mujeres y ahora no me la puedo quitar de la cabeza. ¿Te puedo demandar? Jejeje, muy bueno. Saludos.
ResponderEliminarHola, Ana. Siempre puedes marcarla como contenido sensible. Celebro que te haya gustado. :)
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