Dada mi amistad con el abuelo Ursucino, he conseguido un pase para entrar en una discoteca en la que hombres y mujeres de la tercera edad bailan semidesnudos dentro de una jaula. Me alarma un poco el hecho de que no lleven pañales, pero las momias vivientes que regentan la discoteca me dicen que el suelo tiene una gran capacidad de drenaje.
Los hipnotizantes movimientos de los boys y gogós son lentos y erráticos, y unidos a los de la clientela originan un simposio atemporal de decrepitud sin complejos. Pero se mueven, al fin y al cabo. De hecho, en las tarjetas de invitación de la disco reza el lema: "Discoteca El Desguace. La edad es solo una cifra".
Para ratificarlo, basta con asomarse a la gran pista de baile, la cual es una aglomeración exánime de sillas de ruedas y andadores —manuales y eléctricos— que circulan al ralentí, y de anatomías ajadas que deambulan como almas a la deriva merced a las muletas y al porta suero.
Pero cuando el pinchadiscos conocido como Tata Matusalén, pues ya era viejo cuando armaban los cimientos de la discoteca, obra su magia mediante los ritmos de Nino Bravo y Demis Roussos, todo el conjunto resucita y se desata el caos. Sillas y andadores chocan y giran entre sí enloquecidos, y los de a pie exclaman balbuceos incomprensibles mientras agitan en alto sus muletas y porta sueros cual lanzas en un rito iniciático.
Cuando cesa el subidón hay que mirar muy bien por dónde se pisa, pues el suelo queda sembrado de cuerpos dolientes, sillas y andadores volcados, dentaduras postizas desprendidas, pastilleros abiertos con su contenido multicolor desparramado, prótesis desatornilladas y catéteres desclavados.
Como es natural, varios de ellos regresan a la residencia peor de como salieron, o no regresan. Cualquiera diría que se lo pasan de muerte. Y eso que la eficacia de los desfibriladores de la disco está más que probada.
En cualquier caso, entre los supervivientes, por aquello de aprovechar el poco tiempo que les queda, se crean amistades y vínculos sexuales, por lo que no faltan los dispensadores de condones, Viagra y lubricantes para la sequedad vaginal.
Qué callado se lo tenía el abuelo Ursucino, el muy ladino.
Esa residencia está muy bien. El día que no tenga quien me cuide me la apunto. Por lo general he oído que en la mayoría de residencias te pueden dejar morir igual pero sin música, sexo o drogas. Ya que te vas, vete en una bacanal romana. Grande Ursucino.
ResponderEliminarLo que está bien es la disco. Supongo que iré a echar un vistazo de tanto en tanto cuando tenga la edad , que con el pase ya no vale.:)
EliminarEs que el Demis Roussos con su túnica era algo inanarrable, sus canciones hacían temblar hasta los empastes
ResponderEliminarNadie más puede provocar semejantes subidones.
EliminarHas dibujado una estampa que no sabría cómo calificar la sensación que ha dejado en mi.
ResponderEliminarHacerse mayor es una putada -dicen que lo es más no llegar, siempre he dudado de tal afirmación, depende cómo se llegue-
Tu sarcasmo siempre me resulta reconfortante, pero hoy no sé por qué me duele, quizás porque no conozco al abuelo Ursucino ;)
Beso
Depende de cómo se llegue a la vejez, mejor no llegar, está claro. En cualquier caso todos llegaremos deteriorados, mucho o poco, pero deteriorados. De hecho, el deterioro es imparable y solo cesa con la muerte. Y además, joder, el deterioro empieza muy temprano y el viaje de la vida es cortísimo.:)
EliminarEl deterioro empieza muy temprano, sí. Según naces ya empieza la cuenta atrás y joder si pasa rápido.
EliminarEs lo que hay, pero leches, hay deterioros y deterioros.
Y encima con la decrepitud te llegan algunas dolencias que sólo puedes combatir con fármacos de los cuales sólo pueden acceder a ellos los ricos del planeta y la monarquía. Nosotros, que somos de la medianía esclava, sólo podemos desear que nuestro deterioro requiera mínima atención y nula necesidad de según qué fármacos carísimos con receta.
EliminarSarcasmo no se, pero eres un cinico que no veas, jajajaaaa
ResponderEliminarTienes toda la razón. :)
EliminarPues eso, al menos que nos pille bailando...
ResponderEliminarY enseñando el dedo medio.:)
EliminarCuando dices que la edad es sólo un número ya sabes que empiezas a oler a tierra ;)
ResponderEliminarMe apunto la dirección de tu residencia, mejor acabar así que en manos de alguna psicópata presidenta de comunidad ;)
Cuando estemos para el desguace, le pediré al abuelo Ursucino a ver si nos puede conseguir unos pases para entrar en la disco.:)
EliminarSabiendo que existen sitios como este, veo la vejez de otra manera. Ahora no voy a la discoteca, pero quién sabe dentro de veinte años.
ResponderEliminarBesos.
Tata Matusalén esta allí esperándonos.
EliminarPues de los que aquí escribís y comentáis ya no os falta mucho para ir al desguace ese y brincar como momias al ritmo de los Talking Heads y otros grupetes ochenteros, que la mayoría los 60 ya no los cumpliréis por tenerlos ya cumplidos, así que un respetito para los abueletes, que en breve estaréis como ellos, si no, peor, porque con lo que los habéis metido años ha...
ResponderEliminarNo me seas picaruelo, que tú eres el que baila en la jaula del fondo...
EliminarCalla, calla, que se me acaba de caer el pañal con tanto movimiento. Es que es de esos comprados en los chinos. Tú qué marca usas, cabro?
ResponderEliminarTodavía no he llegado a necesitarlos. Para cuando sea el caso supongo que utilizaré los de doble capa. Ya sabes: máxima absorción.:)
EliminarSerá una acertada elección.
EliminarVoy a buscar el folleto. Espero que esté abierta cuando me retire. Me pasa como a Devoradora. Ahora no piso las discos, pero estoy segura de que cuando llegue a la jubilación me voy a desquitar aunque sea con tacatá.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nosotros, llegado el caso, también necesitaremos nuestro espacio.:)
EliminarA mí me mola... qué mejor modo de terminar que dándolo todo en vez de querer estar guardada en alcanfor para perdurar como momia jeje
ResponderEliminarYo me apunto a ese discotequeo
Le diré al abuelo Ursucino que te añada a la lista de futuros clientes.:)
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