La alarma sonó con dos horas de retraso, lo que propició que Remigio saltara de la cama como propulsado por un resorte. Algún menor de edad del sureste asiático había ensamblado mal los componentes del radiodespertador, con lo cual sonaba cuando le parecía o no sonaba.
Lo segundo que sintió Remigio fue una pesadez corporal generalizada. Durante varios días de las últimas tres semanas había estado comiendo y bebiendo de modo insultante, ya que su familia era muy dada a la gula tradicional decembrina. Dolor estomacal, pesadez digestiva y quijada exhausta, ¡hay que joderse!
También tenía el cuerpo helado, y es que su viejo piso estaba sembrado de humedades. Se calzó sus zapatillas piojosas y descubrió que a una se le había despegado la suela. Cómo no: eran de manufactura oriental. Fue hacia la ventana como pudo e intentó subir la persiana, pero la correa emitió un chasquido y las lamas se desplomaron en una pequeña nube de polvo y ruido. Mira qué bien, ¡puta mierda!
Encendió el flexo del escritorio y conectó el ordenador. La bombilla emitió un brillo hipertenso y al segundo después se fundió con un zumbido. Por si fuera poco, un olor a transformador quemado llenó la habitación y el ordenador nunca llegó a arrancar. Y el rúter, como si de un desafío se tratara, le dedicó a Remigio una secuencia aleatoria de sus luces de error. La obsolescencia programada, ¡tócate los huevos!
Resignado, decidió ir al baño para cagar y ducharse con tranquilidad. La cadena no cedió con la resistencia habitual cuando tiró de ella, y lo mejor de sí mismo quedó flotando en el agua sucia como una provocación. El calentador estaba en las últimas y sabía que el agua saldría tibia, pero no por todos los sitios posibles menos por la alcachofa. Otra sorpresa, ¡hostia y joder!
Salió de la ducha sacudido por temblores y se secó con una toalla que ya había cedido tres o cuatro grados en su capacidad de absorción. Tampoco se afeitó: la cuchilla estaba oxidada y la vacuna del tétanos apenas era un recuerdo. También desistió del desayuno, pues la tostadora quemaba el pan de molde y la cafetera había estallado dos días antes.
Remigio miró a su alrededor convencido de que nada de lo previsto para hoy saldría bien, y cedió a su retahíla de blasfemias cotidianas. Había algo familiar en todo aquello. Era el recordatorio de su propia vida cayéndose a pedazos, en la que nada funcionaba y todo parecía irreal, salvo la sensación de retraso constante y de no llegar a ninguna parte.
Al menos estaba a ocho de enero y lo peor ya había pasado, ¡claro que sí!
Lo peor ya ha pasado... Creo que Remigio es tu personaje más positivo. En medio de lo peor tiene algo por lo que alegrarse. ¿Has pensado en hacerle la competencia a Paulo Coelho? Con ese chute de optimismo con el que empiezas la temporada su alquimista no tendría nada que hacer.
ResponderEliminarP. D. El piso de Remigio está pidiendo una buena aseguradora y luego que lo incendien.
Remigio debe ser de aquellos que van al pajar y se pinchan con la aguja.:)
Eliminar¿Tú me has espiado o qué? Me quedé sin internet dos días por no sé qué fallo, fui a por el coche y se había quedado sin batería, y ya el colofón final, en Sant Esteve se jodió la caldera... en plena ducha... como ves, mis Reyes han sido todo un derroche...
ResponderEliminarPd. también caí mala y estuve tres días en cama...
¡¡¡Unas Navidades estupendas!!!! 😂
Besos.
Por si acaso revisa la persiana, no vaya a ser... :))
EliminarPues menos mal que hay algo que le motiva porque tal acumulación de percances le puede a cualquiera. Supongo que a Remigio estas fiestas no le hacen bien, sus motivos tendrá.
ResponderEliminarUn beso!!
Hola, Ana. Remigio, a pesar de todo se ve que es un tipo positivo.:)
Eliminar“Había algo familiar en todo aquello”. Parece que Remigio ha vuelto a la rutina de su vida con alivio, aunque sea una vida cayéndose a pedazos. Como la de tantos.
ResponderEliminarSí, al verdad que Remigio no está solo en el camino.:)
EliminarRemigio creo que se hace ilusiones, esto va para el desmierde, pero hay que vivir. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarHola, Carlos. Vamos pues al desmierde con la tranquilidad de que queda todo un año para las próximas fiestas.:)
EliminarTodas las vidas se caen a trozos desde el momento que se inician. Lo que pasa es que la de Remigio lo hace mucho más deprisa :)
ResponderEliminarSí, hay personas a las que les persigue el desastre.:)
EliminarDespués de todo era optimista. Cualquiera en su lugar habría saltado por la ventana.
ResponderEliminarBesos.
EliminarRemigio está curtido en mil batallas. La atracción inconsciente que ejerce para el desastre es también su fuerza.:)
Ya está, ya pasó, y mirando el lado bueno, si quema la comida, todavía tiene la panza llena por los empachos.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, ha cumplido bien con el exceso nutricional navideño: comer sin tener hambre.:)
EliminarEso es comenzar mal el año, jejeje. Lo cierto es que cuando algo sale mal todo se contagia. Espero que no sea un paralelismo de la propia vida del personaje.
ResponderEliminarNo, menos mal. Aunque quién sabe lo que ocurrirá mañana.:)
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