Una vez más, el Padre Esperancejo salió en mi busca habiéndose bebido antes todo el vino de la sacristía. Me encontró en el bar de siempre a solas con mis demonios. Desde el umbral, con ira embriagada, reclamaba a viva voz mi atención, pues sabía que solo yo me atrevía a debatir profundos temas existenciales con él cuando se encontraba en ese estado. Creo que, en el fondo, aquel era otro intento más de convertirme en uno de sus adeptos. Pero por más que intercambiáramos argumentos de intenso calado teológico entre trago y trago hasta agotar la noche, la mañana siempre nos encontraba con nuestra inamovible verdad, y con una borrachera de padre y señor mío.
En aquella ocasión le confesé que no podía aceptar que todos los habitantes del mundo fuéramos hermanos por mucho que lo promulgara la Iglesia. Creced y multiplicaos, sí. Le dije que podía entender la necesidad de apareamiento para perpetuar la especie. Que podía entender la pureza del ADN de Adán y Eva y los hijos e hijas que concibieron. Pero no lo que vino después, que de hecho, explicaría la alta contaminación de la sangre humana y su carencia de calidad. Así como la primera aparición de humanos aquejados de discapacidades mentales y malformaciones anatómicas, extendidas hasta el día de hoy.
Pero a fin de cuentas, que todas aquellas mujeres de mi vida, algunas inalcanzables con las que había fantaseado tórridas escenas de lujuria, y otras con las que sí había tenido sexo gonzo y oral, fueran mis hermanas, me parecía enfermizo. Y el hecho de que el planeta, desde el principio de todo se haya estado poblando a base de incestos y que así seguirá en su futuro incierto, me resultaba insoportable.
Por su parte, el Padre Esperancejo me miró furibundo hasta el punto de hacerme creer que me daría una hostia, y no justo la consagrada, sino de aquellas que llamo de impacto.
Pues tu crisis de fe ha sido para mí como un bofetón que me ha despejado de buena mañana de golpe. Nunca me lo había planteado así. Y no me gusta.
ResponderEliminarBesos.
No le cuentes esto al cura de tu pueblo. Es posible que no le guste, hermana.
EliminarSeguro que le falta. El incesto hace estragos. :)
ResponderEliminarCreo que la fe es en sí misma una entelequia. Es imposible creer en semejante ardid eclesiástico; para colmo que trate de convencerte un señor con ese nombre...¡uff!...Clarividencia, clarividencia...creo que está posada en el fondo de la borrachera (la intelectual, no la otra).
ResponderEliminarVendieron su moto desde hace tiempo, y a la vista está de que lo hicieron bien.
EliminarCuando se acaban los argumentos y, aún así, se sigue queriendo defender lo indefendible, aparecen los puños. Es la clara señal de que has ganado el debate, y puedes beber tranquilo de la copa de la victoria.
ResponderEliminarSi consigues que un solo creyente se de cuenta de lo ilógica y dañina que es la fe, ya has hecho del mundo un lugar mejor. Bravo.
La fe, junto con la ignorancia, dan mucho miedo.
EliminarEl dogma de fe y tu filosofía son contrarios y difícil de encontrarse, pero si sois capaces de dialogar, aunque medie borrachera nocturna, ya es algo muy positivo y digno de contar. Buen fin de semana!
ResponderEliminarGracias e igualmente, menos al padre Esperancejo.
EliminarAlgunas hostias son más necesarias que otras, de eso no hay dudas.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Con estas gentes de fe no suelen dar resultado.
EliminarLa fe mueve montañas, en este caso no hay que las mueva.
ResponderEliminarLa fea religiosa es la más ciega.
EliminarSi el problema es no acostarse con alguien que tenga con él algún vínculo en la prehistoria, lo mismo lo va a tener atendiendo a la fe cristiana, que atendiendo a la teoría del origen del universo de Hawking. Al principio de los tiempos debia de haber muy poca gente :)) :))
ResponderEliminarSAludos.
La religión siempre repudia a la ciencia.:)
EliminarLa biología, la ciencia, la propia razón se pegan con la religión y, sin embargo ahí andan, con una estupenda mala salud y jodiendo nuestras vidas como el primer día.
ResponderEliminarEs un eterno baile.
EliminarLo peor de que seamos hermanos no es el sexo, es la de cabronazo suelto que hay por ahí que resulta que es de la familia jajaja Speedy
ResponderEliminarJajaja, eso es peor. Es cierto
EliminarSon preguntas obligadas cuando empiezas a razonar y definitivamente, la religión no queda bien parada, Cabrónidas.
ResponderEliminarMi hija, cuando pequeñita vino un día llorando y me expuso con angustia sus dudas por aquello que te explican de la ''creación'', me preguntó a mí, que para nada soy creyente, pero tampoco quería confrontarla en un entorno totalmente católico, solo le dije que es un acto de fe y cuando tuviera la edad suficiente, decidiera si creía o no, que mientras la conociera, que es una religión heredada, pero hasta cierta edad. Ella lo hizo, cumplió la edad correspondiente y decidió mantenerse y creer, pero nunca con los ojos cerrados, ni fanatismo, de hecho, ella es la que está protegiendo los derechos del chico de veinte años
Creo, con toda humildad, que hiciste lo correcto: no podemos decidir por otros en según qué cosas, aunque sean nuestros hijos.
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