4/4/22

123. El experimento

    Hoy he llevado a cabo un experimento —no exento de riesgo por lo impredecible del ser humano— que ha consistido en transitar por una de mis rutas urbanas habituales, sin intención alguna de esquivar a cuantos han caminado en dirección contraria a la mía mientras miraban el móvil. Durante una hora —más o menos— y tal como esperaba, ha habido colisiones.

    Un par de ellas merecen unas letras.

    La primera ha sido contra un adulto cercano a la cincuenta. En ese segundo en el que hemos estado a escasos centímetros el uno del otro —hasta el punto de que he podido observar los pálpitos de su nuez puntiaguda, y él leer en visión macro la amigable palabra impresa en mi mascarilla, que no es otra que motherfucker— el tipo ha exclamado: «¡Hostia!» y yo he pensado: «Sí, la que te daría con la mano bien abierta». Acto seguido, al tiempo que se ha disculpado, nos hemos esquivado como si el mero roce supusiera la muerte por electrocución.

    La segunda experiencia empírica ha sido con un trío de chicas  anoréxicas, no creo que mayores de dieciséis años, que caminaban al mismo paso como un ente uniforme, temerario, rápido y decidido, como si no existiera nada en su sentido de marcha. Imbuidas en sus respectivos móviles, han vuelto de la realidad virtual a la puta al impactar conmigo. La primera ha exclamado un sentido «¡Tíooooo!». La segunda ha proferido un musical «¡Jooooo!»; y la tercera, a la que le presupongo una neurona de más que a sus amiguitas, puesto que su queja han sido dos vocablos, me ha espetado: «¡Ayyyy, tíooooo!».

    He leído en sus jóvenes miradas irritadas algo así como «¡Puto viejo!» y «¡Tú sí que eres hijo de puta!». No sirviéndoles de aprendizaje, han pasado de mí como hacen las personas afortunadas con los contendedores de basura cuando tienen la nevera llena. Se han reagrupado y reiniciado la marcha como si fuera el resto del mundo quien debiera apartarse, levantado las miradas de su adicción sin detenerse, solo el tiempo justo para contemplarse en todas las jodidas cristaleras de los escaparates.

    Otro día más en la puta ciudad.

    Otro día sonriendo, después de todo.




27 comentarios:

  1. Este experimento tuyo se lo tengo que contar a mi hijo pequeño.
    Siempre que salimos juntos es parte de la conversación imaginarnos qué pasaría si cuando nos cruzamos con alguien idiotizado por el móvil no nos apartáramos.

    Besos.

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    1. Esto es algo que pasa sin que haya violencia de por medio.;)

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  2. Un día soñé con un mundo sin móviles...un día soñé que la calle era limpia...un día soñé que en la tierra había vida inteligente...

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    1. Hay que soñar porque el mundo real son horribles pesadillas.

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  3. Me encantan las historias políticamente correctas como esta que nos brindas. Y el detalle de la inscripción en la mascarilla es muy tierno. Me ha gustado mucho

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    1. Si es que hay gente que no son conscientes de los peligros que entraña salir a la calle.

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  4. Todas las colisiones fueran como estas en las más que pitas ciudades. Y reír, seguir riendo. Pero eso sí, ahora no le encontré la relación a la música pero igual me amenizó.

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  5. La canción se titula, traducida, Amo vivir en la ciudad, después de todo...;)

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  6. Síiii, me encanta la idea aunque no parece que contagie. De todas formas intentaré hacerlo y en grupo debe ser de alucine, por ahí se van sumando cada vez más criaturas especiales a tu idea y se hace viral.

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    1. Partimos de una derrota anticipada; nadie puede vencer cierta clase de estupidez humana.

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  7. He estado tentada en hacer el experimento pero me falta tu aplomo, yo me enzarzaría en una pelea al mas puro ring de boxeo a ver si la gente a base de una buena leche se "des-idiotiza", ainss quien tuviera una pistola desintegradora

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    1. Yo espero la llegada de un meteorito, pero claro, no hace distinciones.

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  8. No me hace falta el móvil para chocarme con todo el mundo... Siempre estoy en las nubes. A veces son condescendientes conmigo, otras me arrugan el entrecejo y veo claramente un hoyuelo de histeria (como ese del tapón de cava de antes), y otras rebuznan y me dicen de todo. Yo, consciente de mi torpeza, siempre me disculpo... Te pido perdón por adelantado si un día me choco contigo. Sé benévolo. Me ha gustado tu apuesta musical

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    1. Menos mal que yo solo me enfado con los que se chocan mirando el móvil. Los que siempre andan en las nubes y con el móvil en el bolsillo, entre los que me cuento, es porque mientras andan también escriben.;)

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  9. La solución es fácil: fabricar un claxon portátil y hacerlo sonar cada vez que nos acerquemos a una esquina, para hacer notar nuestra presencia a los posibles "movilers" que se acerquen, pantalla en nariz, y así evitar que nos arrollen.

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    1. Yo había pensado en llevarme una vuvuzela, pero no sé...

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  10. Será por experimentar...
    SAludos.

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    1. Hola. La experiencia en propia carne es la mejor maestra.

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  11. ¡Hola, qué gusto, cómo he reído!
    Me han gustado mucho tus narraciones de vivencias citadinas.
    Cordiales saludos

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    1. Hola. Estupendo que hayas disfrutado de la lectura.

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  12. Es una buena idea, habrá que tenerla en cuenta.

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    1. El experimento demuestra que la gente no tiene en cuenta su integridad física. Y que el móvil es absorbente.

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  13. Tropezaste con la hidra adolescente, el ser mitologico de varias cabezas y saliste ileso. No sé de qué te quejas, eres un privilegiado jajajaja

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    1. Es verdad. Podrían haberme arrollado y luego reducido. Su arrojo era implacable. :))

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  14. Es que las pantallas son la perdición humana y acabarán con la vida real. Me ha recordado tu lectura el vídeo de una canción
    https://youtu.be/VASywEuqFd8

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    1. Ni más ni menos. En cuanto al vídeo: genial. Dice todo lo que se puede decir al respecto del humano y su móvil.

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