17/3/22

118. Solitud

    Cabrónidas es un impresentable cuando le parece pero ama la literatura. De hecho se acuesta con ella cada noche. Con diez copas de más la pronuncia de este modo: «Li-te-rrrrra-tu-rrrra». Al caer el día de camino a su cama acuna un libro y se lo acerca a la nariz. Lo apasiona turbarse con la fragancia que despiden los libros nuevos que todavía no han sido abiertos. Con las yemas a flor de piel, dibuja con lentitud reverencial los vértices de las ediciones en tapa dura que contienen la historia. Excitado y con expectativas de una noche donde viajará sin moverse, Cabrónidas hace el amor con el libro letra a letra y página a página, hasta culminar de adoración con la palabra fin.

    Al día siguiente saluda al sol y se concede un paseo por la ciudad. Se ríe y eructa de puro contento. Pisotea charcos, cruza semáforos en rojo y manda a tomar por culo al conductor airado. También saluda a desconocidos y le divierte retener en su pensamiento esa breve expresión de desconcierto. 

    Cabrónidas cree en la amistad, en la capacidad de amar y en el polvo sin amor, pero no en lo que ofrece el maquillaje y arruga los mejores trajes, y así se va tejiendo un confortable capullo protector para cuando se precipita al vacío, que suele ser lo acostumbrado. Y es que Cabrónidas no tiene nada a lo que aferrarse, salvo la palabra aferrarse. Y es en ese vaivén que le supera donde, sintiéndose solo incluso rodeado de multitud, su felicidad es plena aunque nadie lo sabe. 

    A Cabrónidas le gusta la cerveza, el vino caro y el marisco, y sin querer, mientras camina hacia ninguna parte, hace crujir el caparazón de un escarabajo con la suela de sus zapatos del cuarenta y dos. Entonces recoge con delicadeza los despojos del insecto, lo mira a los ojos y resplandeciente cual mesías bíblico y desoyendo las burlas de los presentes, pontifica: «Los coleópteros, adorables seres kafkianos en forma y fondo, deudores de sí mismos y repudiados por el hombre, espejo de nuestras más profundas aversiones...».

    Pero, por encima de las nimiedades, Cabrónidas gusta de sentirse limpio por dentro, por lo que vomita con frecuencia desatendiendo las consecuencias. A duras penas se calla. Recuerda el olor de todos los coños a los que ha susurrado, pero nunca en los nombres de aquellas que se han abierto a él con entrega y abandono. «Tengo que corregir eso» se dice, y se dispone a hacer la colada. Se asoma al balcón y el mundo arde. De él surge un grito afilado cual estilete que amenaza con resquebrajar las vidrieras del salón. Abajo, en la calle, creer ver a diez mil vírgenes sin ojos alzando el mentón y aplaudiéndole en esplendorosa actitud coral. 

    Lo siguiente será ir al súper, comprar más cerveza y un billete que lo lleve a un lugar lejano. «Tengo que mirarme al espejo», y realiza una mímesis de sí mismo mientras oye el centrifugado. La imagen del espejo lo observa desabrida mientras Cabrónidas escruta a su propio yo sin apenas notar el suelo bajo sus pies desnudos. Se pregunta el porqué de la mirada del que mira. Y después de tender la ropa, Cabrónidas se acomoda de nuevo en el sofá esperando que llegue la noche a la espera de follarse otro libro. Siempre por la noche, mientras esta llega, sin perder detalle de su reflejo en el televisor apagado, se pregunta por qué suspira tanto y el alma le huele a jardín mustio.


28 comentarios:

  1. Tenemos algunas cosas en común. Quizás no muchas, pero sí importantes.

    Besos.

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  2. No hay mejor amante que las letras con las que «hacer el amor» o follar a lo loco cuando diez mil vírgenes te jalean mientras le das al tendedero. Desde mi misantropía, no encuentro un lugar mejor...

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    1. Cualquier otra cosa puede fallar, pero la relación con las letras no.

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  3. Toda una carta de presentación! Sólo Cabrónidas sería capaz de emparejar la colada con la literatura! Genial!

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    1. Caigo en la cuenta de que no ha sido premeditado. ;)

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  4. Que lo de los escarabajos no sea real que los pobres están, aunque parezca mentira, desapareciendo y son bien majos, además de trabajadores y buen alimento para los pajaretes. Por lo demás y como siempre grande.

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    1. Es verdad, pero fue sin querer. Y tienes razón. Hasta la criatura más minúscula tiene su razón de ser.;)

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  5. Hola Cabrónidas, me ha encantado este relato tan instrospectivo. Es bueno conocerse a sí mismo y disfrutar de los placeres entre los cuales la literatura es uno de los más fieles, un verdadero refugio del mundo en el que nos toca vivir. Saludos.

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    1. Hola, celebro que te haya gustado. La literatura nunca falla.

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  6. El que suspira está dentro nuestro y no tiene voz.
    Él sabe lo que nosotros nunca sabremos.
    Tal vez por eso suspira.

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  7. Que bien siente conocerse a uno mismo, saber lo que se quiere y cuando. Las noches son la mejor hora para un buen libro.

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  8. Los libros nunca defraudan, quizás por eso son la mejor compañía nocturna.
    Si se suspira es que aún se busca o desea algo. No es mala señal del todo :)

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  9. El palo (o bueno, "polvo") sin amor y los mariscos. Pues sí coincidimos en cosas que nos gustan.

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    1. Después de todo no somos tan diferentes los unos de los otros.

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  10. Solitud, prima hermana de la soledad e igual de cabrona. Les viene de familia.

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  11. Bella y sincera confesión, Cabrónidas. Pecadillos, me rezas un ave maría y te son perdonados. Excepto lo de pisar insectos, pobrecitos. Para este pecado, casi mortal, me vas a oír, seguidas, dos canciones de Bisbal. Ego te absolvo...

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    1. No sé si podré con semejante penitencia. Lo de Bisbal es muy duro.

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  12. Y los libros nunca se acaban.

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  13. La literatura puede ser una barricada contra la realidad, pero la realidad siempre acaba entrando y nos obliga a mirarnos en el espejo... a veces no es bonito lo que vemos, pero de eso también puede hacerse una buena literatura como este caso ;)

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    1. Si no una barricada, una extensión. Sea como sea, no podemos estar sin ella.;)

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  14. Un cierre particularmente melancólico para un personaje interesante

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    1. Diría que toda la entrada lo es. Digamos, también, que el personaje es un poco esquizofrénico o kafkiano. Bienvenido

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