26/8/25

465. Nubes de tormenta

    Siempre te creí cuando me decías que había música más allá de los oscuros rituales del black metal. Cuando me asegurabas que existían otros sonidos más allá de la visceralidad y el estruendo. Y siempre entendí que nunca quisieras acompañarme a un concierto de esos donde la gente se empuja y se provocan luxaciones y roturas.

    Esas fueron tus palabras, sí.

    También capeamos juntos alguna que otra tormenta. Por negros que fueran los nubarrones, tú eras un poco como Maddie en esa canción que tanto te gustaba, bailando en el techo de la furgoneta voladora conducida por Diplo. Y eso me hacía sonreír y desearte. Mientras que yo estaba a años luz de ser como Labrinth sentado en su nube rosa, porque siempre he tenido los pies en el suelo, aunque mis sueños volaran tan alto como los tuyos.

    No te negaré que aborrecí un poco esa canción. A pesar de esas y otras diferencias, yo siempre confié en ti, dispuesto a enfrentar contigo la nueva tormenta que divisábamos a lo lejos, acercándose lista para engullirnos. Pero decidiste soltarme la mano en el último momento y quedarte en el otro lado, en los rayos y los truenos.




3 comentarios:

  1. Aouch! Qué fuerte final.
    Un abrazo.

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  2. Cuando se toman decisiciones propias, no hay nada que nos haga volver atrás. Un abrazo. Carlos

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  3. Qué entrada tan bonita, llena de vida. Cuando alguien no es para nosotros hay señales pero no las vemos empeñados en que sí lo sea.

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