Hoy sí recuerdo lo que he soñado. Eras tú otra vez, claro. Seguía tu silueta en los capítulos de un libro que hablaba de lo que construimos juntos. En una historia complicada de la que todavía no me atrevo a enfrentar el epílogo si no es contigo. Estabas justo al lado del punto y aparte de cada página; más allá de los puntos suspensivos y los espacios en blanco.
Te he rozado con los dedos y casi logro retenerte entre los signos de exclamación de todo lo que quise gritarte; entre los signos de interrogación de todo lo que nunca me atreví a preguntar. Pero te has desvanecido en el último momento y te he vuelto a perder. Y de nuevo he despertado en mi lado de la cama, solo, con un puñado de paréntesis vacíos y un dolor en el pecho.
Hola, Cabrónidas, muy bueno, se acerca a la poesía, prosa poética, sin duda. A veces los signos de puntuación son en sí un relato.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Hola, Merche. Qué sería de las palabras y de los relatos que pueden surgir de ellas sin los signos de puntuación. Aunque no le preguntaremos a Joyce, que no hay quien le aguante ni veinte páginas.:)
EliminarColocar bien los signos de puntuación, las exclamaciones y, sobre todo, las interrogaciones, lo son todo en la vida, el problema es que nadie nos enseña cómo hacerlo, aprendemos de oído, improvisamos y se nota, ya lo creo que se nota, no engañamos a nadie.
ResponderEliminarAsí es, Beauséant. Vamos sobre la marcha, palabra a palabra y de un párrafo a otro, intentado no perdernos en significados equivocados.
EliminarTus letras hoy punzan, Cabrónidas, transpiran ese dolor que transfiere la incertidumbre, de vaga despedida, de aferrarse a otro tiempo, a ese lugar donde durante un tiempo creímos que todo lo teníamos.
ResponderEliminarAbrazo, y bueno, me voy llorando.
Dicen que venimos al mundo a aprender, pero no dicen que a veces se sufre en el proceso. Este blog tiene un poco de montaña rusa emocional, de la risa al llanto de una entrada a la siguiente. Otro para ti.
EliminarVaya forma de jugar con la puntuación, maestro.
ResponderEliminarUno aquí intentando vivir la vida con un punto y seguido decente, y tú me recuerdas que, al final, todos somos frases inconclusas en el libro de alguien más.
Me ha dolido ese "puñado de paréntesis vacíos", porque hay silencios que gritan más que cualquier exclamación. Y ese epílogo que no te atreves a enfrentar... en fin, si Google indexara los finales no escritos, seguro seríamos tendencia.
Ahora bien, si todo esto es una metáfora de las veces que has querido comprar pan y se te ha olvidado la cartera, también lo entiendo. 🤣
¡Brillante texto, compañero! Aunque me has dejado con ganas de que esta historia tenga un Ctrl + Z para corregir ese último punto y final.
Ja, ja, ja, si me empeño quizá sí podría escribir una entrada sobre los sentimientos que desatan cuando voy a comprar pan. Digamos que en las entradas de esta bitácora la realidad y la ficción se fusionan, aunque te aseguro que en ellas hay mucho más de lo primero que de lo segundo.;)
EliminarSoñar con alguien a quien echamos de menos tiene un sabor agridulce, lo malo de algunos sueños es que son efímeros y dejan una herida a la vista que se siente al despertar.
ResponderEliminarUn abrazo❣
Sí, cuándo la añoranza deja de ser tal y pasa a ser otra cosa. :)
EliminarEstás situaciones solo se arreglan con un punto final.
ResponderEliminarEso es; el final no es más que otro comienzo.
EliminarMírate ese dolor en el pecho, no vaya a ser una raya de diálogo atravesada. ;)
ResponderEliminarJa, ja. Sí, tiene toda la pinta de ser un guion largo.
EliminarNo le pongas nunca un punto final a esa historia. Quién sabe...
ResponderEliminarTodo acaba un día u otro, el caso es más el cómo que el cuándo.
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