Una vez osé mirar al rostro del mal con el anhelo de descubrir un gran secreto...
Si os cito a Hannibal Lecter, tan formidable psicópata le roba en todas las secuelas el protagonismo a la agente Clarice Starling. Si os nombro Star Wars, la quintaesencia de tan irrepetible saga es Darth Vader. Lo mismo que aquel terrorífico octavo pasajero que nos estremeció en la nave Nostromo.
Frankenstein, Dorian Gray, Michael Myers, Drácula, Jekyll y Hyde, Jason Voorhees... Cada uno en su universo particular, fascinan. Quién no se ha estremecido de admiración ante la malignidad que posee Jigsaw para enfrentarnos contra nuestras más ocultas bajezas. Quién no ha sentido alguna vez malsana reverencia por la demencia excesiva del Joker.
Las mujeres fatales, maestras de la manipulación o fanáticas de cualquier utensilio con un filo peligroso, resultan arrebatadoras. Ya sea una rubia ensañándose con un picador de hielo, o una enfermera solitaria que acoge en su casa al accidentado escritor de sus novelas preferidas. Todas ellas, de una manera u otra, seducen y te invitan a traspasar el umbral de lo prohibido.
La realidad, sin embargo, es mucho más espantosa y no conviene detenerse en ella más tiempo del necesario. Estremece el caso de Gilles de Rais, el cual, durante su juicio, se atribuyó la tortura y posterior muerte de doscientos niños con los que mantuvo, con los cadáveres aún calientes, espantosos episodios de necrofilia.
Del mismo modo que Érszebet Báthory, la condesa húngara, que obsesionada con la juventud eterna que creía obtener bañándose en la sangre de mujeres vírgenes, desangró los cuerpos de seiscientas dieciséis desvalidas en un reinado de terror que duró cerca de treinta años.
Semejante malevolencia fascina. Porque ¿quién no ha estado a punto de abandonarse al insidioso abrazo del morbo más abyecto? ¿Quién no ha sentido alguna vez el deseo inconfesable de caer en la más truculenta de las tentaciones y romper ese tabú que siempre vemos por el rabillo del ojo?
Si leéis esto desde una moral encorsetada, aun aceptando que locura y cordura son un fino hilo que rompe con demasiada facilidad, me condenaréis. Seréis como la inquisición que ejecutó a cientos de miles de inocentes. Como los necios que se confabulan ante la aparición del que contradice la versión oficial.
En algún lugar del mundo alguien muere, y en ese mismo momento alguien nace; esa es la enormidad de existir. La diosa fortuna girando sin parar, repartiendo a su antojo placer y dolor, risa y llanto, alegría y desgracia.
Vida y muerte.
Una vez osé mirar al rostro del mal con el anhelo de descubrir un gran secreto, pero no contemplé más que nuestra propia fealdad.
Supongo que atreverse es romper ese fino hilo, el probar cómo se siente uno si...
ResponderEliminarAlguna vez he sentido ese deseo, pero soy demasiado miedosa para atreverme a nada.
Besos.
No creo que sea miedo. Supongo que es que la cabeza nos funciona bien, al fin y al cabo. O todo lo bien que puede funcionar para los tiempos que corren.
EliminarNo te dejes atrás
ResponderEliminara Freddy , ni a
Jason, que son
otros que.... .
A Voorhees sí que lo cité. Pero es imperdonable no haber citado al bueno de Freddy. Hasta diría que me gusta más que Jason. ;)
EliminarOtro que no puede
ResponderEliminarfaltar, Leather Face
Ese quizá es el más macabro. Ed Gein fue el asesino en serie, tan real como la vida misma, que inspiró La matanza de Texas y, más en concreto, a Leather Face.
EliminarMi vida es una constante lucha para vencer la tentación de asesinar y despedazar a mis vecinos pero eso no es maldad. Creo que si les conocierais pensaríais lo mismo. No lo hago porque la policía nunca está cuando la necesitas pero sí cuando no quieres verla. Es la ley de Murphy.
ResponderEliminarHay que poner todo nuestro empeño en no romper ese fino hilo, aunque la vida nos lo pone bien fácil para que eso pase.
EliminarTodos tenemos como la luna una cara oscura, un heterónimo perverso, y ha que saber lidiar con él, para que no pueda sobre la faz noble y buena de nuestra personalidad. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarAsí es, Carlos. Es la diferencia entre ellos y nosotros.:9
EliminarMoraleja: unos mueren para que otros vivan...el concierto interminable.
ResponderEliminarPor eso no puede existir la reencarnación. No podemos ser siempre los mismos.
EliminarUna enseñanza realmente, así es la vida, aunque yo si creo en la reencarnación :)
ResponderEliminarNo siendo los mismos... pero si creo hay algo más allá, quizás locuras mias o ensoñaciones
Un abrazo
Hola. Puede que sí hay algo más allá. De momento, no tenemos todas las respuestas.
EliminarTu y Diego son la misma persona como tambien Mujer de Negro
ResponderEliminarUn abrazito desde Chile pa tí
Admito que tengo curiosidad por saber qué te hace pensar que Diego, MdN y yo somos la misma persona, cuando no lo somos. Eso sí, con humildad te digo que ni Diego, ni Mdn, ni yo, escribiríamos el pronombre personal "ti" con tilde y abracito con Z.
Eliminar:D Ni "tú" (pronombre personal) sin tilde, ni "también" sin tilde en la "e". Ojalá escribiera yo como lo hacen la Mujer de Negro y Cabrónidas.
EliminarAnónimo no tan anónimo (todos sabemos quiénes -con tilde, apúntatelo- sois), revisa tus fuentes de información, andan despistadillas.
Sí, había más faltas ahí, pero al igual el anónimo habría colapsado si se las digo todas de una sentada. Desde luego, blogolandia es un mundo singular.;)
EliminarFeliz fin de semana
ResponderEliminarGracias e igualmente, Neuri.:)
EliminarY como estoy haciendo un borrador sobre la coulrofobia (miedo a los payasos) dejó por aquí It
ResponderEliminarVoy a informarme más a fondo sobre qué tipo de fobia es esa.
EliminarTengo mi lado oscuro, mis demonios, aquietarlos o vencerlos no me interesa, por mucho tiempo lo hice, ahora solo los dejo que anden por la libre, a nadie dañan, pero no va encaminado por esa senda.
ResponderEliminarHe visto mucho en los últimos años, cosas horribles y eso me abrió a toda esa ferocidad que tienen algunas personas, impacta.
Un buen fin de semana, Cabrónidas
Si no son dañinos, mejor dejar que tomen el aire. Gracias y te deseo lo mismo.:)
EliminarTodos tenemos demonios malignos, lo que pasa que algunos por el momento los dominamos.
ResponderEliminarQué inimaginable seria lo contrario: que nadie en absoluto los dominara.
EliminarAlgunos no necesitan más que mirarse en el espejo para ver el rostro del mal. Otros la tenemos un poco más difícil.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Y si bien algunos tienen el rostro del mal, otros tienen un mal rostro.:)
EliminarHombre, pues me cuesta un poco creer que a la condesa húngara esa no le saliera una arruga nueva en 30 años bebiera la sangre que bebiera y de quien la bebiera. Y si ve arrugas nuevas, ¿no empieza a sospechar que su plan hace aguas? Digo, ¿eh? Un suponer... jajaja
ResponderEliminarA lo mejor pensaba que la sangre humana para tal fin es de efecto retardado. ::)
EliminarEs la eterna lucha entre el mal y el bien. O ni siquiera eso. Tan solo la eterna lucha contra nosotros mismos.
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