11/11/21

82. El pie infectado

    Poco se habla en los anales de la medicina del curioso caso de Hermógenes, natural de Guarromán (Jaén). La historia me llegó por boca de un grupo de itinerantes adictos al LSD, que al igual que yo, veraneaban en un camping de Lloret de Mar, allá por la primera mitad del año 2000. Aquel cuerpoescombro, al tiempo que hacía asombrosos malabares con un diábolo, y pese a que su mente estaba en un plano dimensional lejos del habitual, me contó lo que sigue.

    Hermógenes se despertó un domingo a las diez de la mañana sin saber que su vida cambiaría para siempre. Como era costumbre, se encaminó al lavabo para mear y ducharse, dejando a su paso tres cuescos consecutivos que atronaron como el desgarro repentino de una sábana. Su mujer, Molinaria, se desperezó con el sonido del agua que gastaba su marido en la higiene de su escuálida anatomía. De súbito, la sobresaltó un prolongado alarido de tenor que provino de la ducha, y reverberó por todos los recovecos de Guarromán.

    Muy alterado y ocultando su triste figura en un albornoz de color rosa putesco, Hermógenes salió del lavabo en busca de su mujer para mostrarle el fruto de su pánico. Ambos quedaron absortos. Mientras que el pie derecho de Hermógenes tenía un aspecto saludable, el izquierdo presentaba rojeces intensas y unas uñas de aspecto quebradizo, de color amarillo hepático y negro gangrena. No parecía un pie humanoy eso que habían visto pies de trinchera con mejor aspecto.

    Ese mismo día fueron de urgencias al dermatólogo del pueblo, que maravillado y con las manos enguantadas en látex, cogió aquel pie demencial con reverencia, y lo sometió a examen bajo una lente de aumento de potentísima luz. Luego hizo un raspado de piel para recoger muestras y analizarlas en el microscopio. Al cabo de media hora obtuvo los resultados que cotejó con otros de exámenes pasados, y diagnosticó con gran excitación que aquello era una proliferación invasiva de hongos de origen desconocido.

    El dermatólogo recetó cremas y pastillas, pero aquellos hongos irreconocibles resistieron todos los tratamientos que la ciencia ofrecía para tales dolencias, y Hermógenes y Molinaria se sumieron en una honda desesperación. Tanto fue así, que el doctor de la piel no tuvo más remedio que echar mano de un remedio prohibido por el mundo de la medicina, que consistía en sumergir el pie a tratar durante siete horas, en un barreño lleno de un vinagre ilegal elaborado en 1825, por una tribu protomalaya de pigmeos de la isla de Sumatra.

    Tan pronto el matrimonio llegó a casa iniciaron la cura. Molinaria trajo un barreño en el que vació los siete litros de vinagre clandestino proveídos por el dermatólogo. Hermógenes, un tanto dubitativo, sumergió su pie pesadillesco hasta cubrirlo del todo. Molinaria se sentó al lado de su marido y, cogidos de la mano, pasaron las siete horas más largas de sus vidas. Llegado el momento, Hermógenes sacó el pie del barreño con lentitud y Molinaria contuvo la respiración. Una vez más, lo que vieron los dejó estupefactos.

    Nadie les habló del efecto reductor del vinagre de los pigmeos, por lo cual el pie no solo volvió a recuperar su antiguo y sano aspecto, sino que también se quedó pequeño como el de un muñeco.



22 comentarios:

  1. ¿Esta tribu protomalaya hace envíos a domicilio?...es para una amiga.

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    1. Lo consultaré con el dermatólogo. A ver si encuentro su número de móvil.

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  2. Pensé que el pie metido en vinagre se quedaría como cuando curas los boquerones, blanco y curtido.
    Saludos.

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    1. Yo también lo pensé a medida que me narraba la historia aquel espécimen, pero luego pensé que el vinagre de los pigmeos no es un vinagre corriente.

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  3. Bueno pero finalmente consiguió curar los hongos.

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  4. ¡Juas, juas! Imaginación al poder. esto es lo que literalmente se llama no dar pie a los hongos y extirparlos de raíz. Ahora el numero de pie hará ahorrar en calzado.
    Saludos.

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    1. Cierto, además de que tendrá problemas de cojera.

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  5. Wow, doble efecto. No hay felicidad completa ☺️

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    1. Yo creo que el vinagre tendría que llevar prospecto como todo medicamento. Por los efectos secundarios...

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  6. En esos casos, lo mejor es cortar por lo sano. Ya se sabe que los experimentos con gaseosa... Muy buena la historia y el final sorprendente. Me ha gustado también como al narrador le llega a través de unos hippies cuerpoescombros adictos a los tripis, ja, ja, ja. Abrazo.

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    1. ¡Hola! Los ambulantes han visto de todo. Tiene montones de historias en su haber.:)

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  7. Quiero el contacto de ese doctor para hongos en las orejas. Creo que podrían curarse dos males de un solo tiro, desde que llevo mascarilla han cobrado vida propia...je, je..
    Excelente relato

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    1. Jajaja, más vale una reducción de orejas que una cojera.

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  8. Pobre Hermógenes, pero a mí me has sacado una sonrisa, no Hermógenes si no el narrador.

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  9. Pobre Hermógenes, se libra de una desgracia para caer en otra.

    Besos.

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  10. Pobre Hermógenes. Debió intentar baños de jugo de cebolla antes de irse a la opción del vinagre misterioso de tierras remotas.

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  11. Jajaja, pensaba que en vez de volverse pequeño le habría carcomido la carne en plan ácido sulfúrico y se le habría quedado solo el hueso. Visto así, mejor los pies de muñeco, ¿no? jajaja

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    1. Claro, aunque ahora tenga disparidad en el calzado.

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