Iba a escribirte en la Víspera de Todos los Santos, pero uno de ellos se me fue al cielo. Iba a hacerlo escuchando alguna canción de la primera época de Helloween para recibir los estímulos adecuados.
Iba a escribirte en la Noche de los Muertos y lo hago ahora cagándome en ellos. No en los tuyos, pero sí en los de alguien. Esta vez son las melodías de Malevolent Creation las que me ofrecen inspiración. Quizás hay algo de verdad en ese misticismo pagano y algún espectro consiguió entrar en nuestra dimensión, y se ha quedado en la habitación desde la que te escribo. Por eso quizás está más fría que una cámara porcina de refrigeración. Por eso quizás me estoy cagando en todos los muertos.
Odio el frío, hostia.
Iba a escribirte en la Noche de Brujas, pero alguien pulsó el timbre del rellano de mi puerta. Cuando la abrí me encontré con cuatro renacuajos de ultratumba disfrazados de esqueletos. Tres de ellos me miraban con sus maquillajes de Black metal desde abajo, muy serios e inmóviles. La cuarta personita, enmascarada con la cara inexpresiva de Michael Myers, me preguntó con su vocecita de niña si truco o trato. Joder, me toca los huevos que me interrumpan cuando tengo una buena conexión con el teclado. Por un momento pensé en probar el filo de los cuchillos de la cocina con la carne tierna e inocente de aquellos chiquillos, pero me gusta el amigable don de gentes de Michael, qué le voy a hacer. Así que solo los mandé a tomar por culo.
Para mi sorpresa, el Michael Myers de baja estatura se llevó la mano a la espalda, y al segundo, su manita reapareció empuñando un cuchillo de plástico tan grande como su pierna y, como una promesa de muerte, paseó el filo por su cuello en un lento gesto semicircular, mientras que los otros tres, imperturbables, me enseñaron el dedo medio estirando hacia mí los bracitos. Al primer movimiento que hice para trincarlos del pescuezo, los pequeños bastardos salieron como el rayo dirección a las escaleras del portal, bajando por ellas como espíritus burlones en un alboroto desenfadado de gritos y risas de puro disfrute.
Iba a escribirte en la Noche de Halloween, pero sucedió todo esto y al final opté por salir a comerme unas castañas.
Jaja por un momento pensé que iba a acabar como el "Beat it" de otro Michael, tan terrorífico como Myers
ResponderEliminarMenos mal que no, para mi suerte. En esos niños había algo que daba miedo.
EliminarCalla, que yo también tengo que escribir una carta y ahora solamente tengo ganas de comer castañas.
ResponderEliminarBueno, la vas escribiendo mientras comes. Como tardes muchas horas se te viene la noche encima y tocarán a tu puerta.:)
EliminarCuando llegué a las castañas, se me olvidó todo, acabo de llegar con unas pocas. Me encanta el olor de las castañas asadas.
ResponderEliminarDonde haya castañas, que se quiten los espectros.
Eliminaresos pequeños bastardos han entendido perfectamente el futuro que les espera, ahora tengo un poco de miedo :)
ResponderEliminarLo que me intriga es cómo se esconde un cuchillo gigante tras una espalda pequeña.
Eliminar♫ Halloween, Noooooche de Bruuuujas Halloween ♫
ResponderEliminarTrae bebida por si quieres celebrarlo.
EliminarJajajajaja ay Cabrónidas me está inspirando.
ResponderEliminarTen cuidado al abrir si llaman a tu puerta.:)
EliminarJo Cabrónidas, qué bien escribes, algo tan difícil y que lo haces como si nada.
ResponderEliminarQué gozada.
Te agradezco el elogio. Veremos si puedo seguir respaldándolo en el futuro.
EliminarEl Michael Myers en tamaño mini ya apunta maneras para cuando crezca, ¿eh? jajaja En todo caso, salir a comerse unas castañas es siempre una buena idea ;P
ResponderEliminarEsa niña acabará trabajando de jueza o fiscal; tiempo al tiempo. Y nada tengo contra la fiesta pagana, pero las castañas van primero. :D
EliminarPues igual sí que hubieras tenido que probar el filo de los cuchillos con los críos.
ResponderEliminarBesos.
En el fondo, son buenos chicos. Aún tienen las mentes puras y sin adulterar.
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