El verano es un ente indócil repleto de goces efímeros pero intensos.
Corría el verano del 92. Para bien o para mal, Barcelona estaba en boca de todo el mundo; incluso en la de los tartamudos y gangosos. Ya sabes: los cacareados Juegos Olímpicos. Un viernes de aquel verano yo estaba sentado en los asientos gastados de un vagón prehistórico de la RENFE, de permiso dirección a Manresa. Guridi, el cual tenía su parada unos kilómetros antes, si no recuerdo mal en Montcada i Reixac, estaba a mi lado. Sin venir a cuento dejó de planchar el culo, echó el petate a un lado y me dijo: «Cabrónidas, mira que burro me pone Eva», y liberó su polla de erección vigorosa con desconcertante naturalidad, como quien saca un pitillo en una sala de fumadores.
El miembro de aquel cabrón desvergonzado oscilaba, tensionado, como la barra de un equilibrista. Me lo quedé mirando durante un par de segundos —a él y a su polla, por ese orden— y contesté con voz atonal, deshumanizada, sin vibra: «Guridi, eres un hijo de puta». Con una sonrisa de autocomplacencia volvió a enfundar su polla —no sin cierta dificultad— en su prisión de licra. En unos asientos más alejados un par de monjas nos miraron con asco a la vez que se santiguaron. En un intento de disimulo yo giré la vista hacia la ventanilla, aquel trozo de cristal plastificado cuya suciedad añeja distorsionaba el paisaje. Por un pequeño resquicio de transparencia logré fijar la mirada en el tendido eléctrico: largo, kilométrico, infinito. Guridi hizo como un puto avestruz, carcajeándose con la cabeza dentro de su petate.
Lo dicho: goces efímeros pero intensos.
jajaja. Yo también tenia un amigo, que a la mínima, tiraba de pantalón. En cualquier sitio, le daba igual. Las monjas estaban en el lugar equivocado , sin duda. Un saludo.
ResponderEliminarEn el lugar equivocado o bien tuvieron la visión de sus vidas. Guridi es un exhibicionista inconsciente.
EliminarEs en serio? De veras? Ay mi madre, pues sabe Dios qué soñarian las monjas. A mí lo que me ha hecho recordar es mi infancia. Sí, no se asusten; la cantidad de calentones que gozaban haciendo que las pequeñas que íbamos a la escuela,mirásemos.
ResponderEliminarRezaré por las pobres monjas.
Ay, pero qué cosas.
La vida son insólitas aventuras.
EliminarUn goce leerlo, como cuando aboco a Bukowsky. Ah¡ de pollas al tamaño burro, acá el costa. SEguiré leyéndolo desde mis desvaríos. Un abrazo.
ResponderEliminarCelebro que le guste. Un grande, Bukowski.
EliminarBueno el hombre estaba orgulloso de lo que tenía y de lo que sentía en ese momento. Las monjas no creo que se asustasen, estoy segura que rezaron por él. Saludos
ResponderEliminarQuizá rezaron por los dos, sí.
EliminarNo estoy muy segura de que a eso se le pueda llamar "goce" jajajaja
ResponderEliminarLa verdad, que desde la perspectiva del tiempo, yo tampoco estoy seguro. Desde luego, no me hizo ni puta gracia. Supongo que en el 92 era otro al de hoy.
EliminarJjajaja espero que las monjas le vieran la polla y la disfrutaran jjaja
ResponderEliminarLo primero, seguro. Lo segundo, quién sabe. Sus caras decían que no.
EliminarDesde la muerte de Chanquete, cualquier verano puede ser una gozada.
ResponderEliminarEs cierto, ya superamos el trauma.
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