Se acrecienta más y más mi atracción por los pasillos. Largos y solemnes como una oración. De silencios crispantes y angustiosos. De penumbras diáfanas proyectadas en impar. Pasillos iluminados y pulcros recorridos en un triciclo a pedales. Las gemelas al fondo cogidas de la mano. ¿Y qué hay tras las puertas cerradas? Colchas verdes de camas sin hacer donde en cada pliegue hay una mueca de dolor. El olor de las naranjas. La máquina de coser de Lautreamont. Muertos en bañeras salpicadas de sangre. Detrás de las puertas del pasillo, a uno y otro lado, hay dormitorios, cocinas y lavabos ausentes de vida. Y gente de otro tiempo que devuelve tu saludo de un modo cinematográfico mientras una voz los presenta en off. Pasillos mudos en los que pedalea un niño en un travelling inquietante. Pasillos cubiertos con el púrpura de la muerte. Redrum... redrum... redrum... Y aunque es hijo único, exclama aterrado: ¡Yo no he sido!
Él cree que es hijo único, esa es la diferencia. Si le hubiesen preguntado habría respondido sin dudar, no tengo hermanos, pero en el fondo, muy en el fondo, sabía que no era así ;)
ResponderEliminarY encima he llamado esta mañana para hacer una reserva y está todo lleno..)
EliminarA veces cuela, aunque sea hijo único. Estos hoteles con solera siempre están llenos. Saludos.
ResponderEliminarNo hay duda de que el hotel tiene su encanto por las gemelas.
Eliminar"All work and no play makes Jack a dull boy"
ResponderEliminarV.o. :)
EliminarUn hotel que está todo lleno es un hotel que no merece la pena.
ResponderEliminarPues también, no está en la masa lo especial o selecto. Jack Torrance sería un buen compañero de copas.
EliminarAl fondo del pasillo nunca hay nada bueno... como debajo de la cama y dentro del armario que es donde se esconden los monstruos
ResponderEliminarY nunca hay que abrir una puerta que lleve años y años cerrada.
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