Aquel lejano domingo estival iba a ser tranquilo e improductivo como todos los domingos. Después de los postres me ausenté y nada hacía presagiar que a mi vuelta, cuatro horas después, me encontraría en aquella vivienda unifamiliar con un escenario dantesco cuyas imágenes aun perviven en mi memoria.
Cuando salvé el último peldaño que daba a la terraza, vi que Diosnelio estaba al borde de la piscina conmocionado y tambaleante, apoyado en el brazo de Afrodisio. Cutacia, al percatarse de que algo inusual ocurría con Diosnelio —su pareja—, intentaba, sin conseguirlo, levantarse de la tumbona en la cual yacía bocabajo en actitud reptilesca.
En un principio nada de eso me extrañó, pues a esa avanzada hora de la tarde —creo que eran las 19— ya se habrían vaciado tres o cuatro botellas de cava.
Aquella alteración dominical se debía a la sangre que, como una espesa cortina, cubría por entero el desconcertado rostro de Diosnelio, brillante como el de un muñeco de cera bajo la luz del atardecer. Una imagen que bien podría ilustrar la portada de algún disco de Cannibal Corpse.
Al parecer, quién sabe si por torpeza o por abuso del bebercio —o las dos cosas—, Diosnelio se dio un castañazo y una brecha se le abrió en la ceja. Ante la alarmante visión de la sangre, Cutacia reanudaba sus esfuerzos con el fin de levantarse de la tumbona, pero dada su evidente cogorza y enanismo, ella también necesitaba ayuda, puesto que parecía un salmón nadando a contracorriente, pero sin moverse del sitio.
Algo había que hacer, joder: Diosnelio se vaciaba por la ceja y la pequeña Cutacia empezaba a hiperventilar fruto de la impotencia, así que el resto de presentes reaccionaron. Adelfa limpió la cara ensangrentada de Diosnelio mientras que el marido de esta, Afrodisio, sacó el coche del garaje para llevar al herido a urgencias. La vecina llamada Baltasara, percatándose del delirio imperante en la terraza contigua a la suya, entró en escena y como una experta comadrona, cogió a Cutacia como a un bebé y la sentó en la tumbona. Y con un ejemplar de muchas páginas de —no recuerdo si Elle, Vogue o Cosmopolitan— la abanicó de arriba abajo con enérgicos movimientos.
Minutos más tarde llegaron Diosnelio y Afrodisio. El primero con puntos de sutura en la brecha de la ceja, y el segundo con un semblante de calma y normalidad. Cutacia, sentada en el borde de la tumbona sin que sus pies rozaran el suelo, bebía agua a grandes sorbos mientras que Baltasara, de pie detrás de ella, seguía incansable oxigenando su espacio vital. Adelfa ya había puesto los paños sanguinolentos en la lavadora y el caos al final remitió.
Ya estoy deseando que llegue el próximo domingo.
Jajajajaja, no me extraña que estés deseando que llegue el próximo domingo, con domingos así, quién no?
ResponderEliminarSí, ahora que parece que empezamos a recuperar ciertas "libertades" de movilidad y que se acerca el calor...
EliminarDespués de toda la tragedia, espero que todos ellos hayan perdonado a sus padres por el ensañamiento al endilgarles esos nombres.
ResponderEliminarYa sabes que tengo predilección por los nombres muy feos y nadie los utiliza. ¡Y eso no puede ser!
Eliminarjajaja un domingo veraniego cualquiera... es lo que tiene el bebercio, que se trunca todo el glamour al borde de la piscina
ResponderEliminarBss
Si es que el alcohol no perdona, y parece que sabe mejor en verano.
EliminarQue buen domingo, Diosnelio tendrá algo que contar a sus nietos, si no se lo cuenta antes la vecina. Me encanta los nombres. Saludos
ResponderEliminarLa realidad supera la ficción, pero nada puede superar la belleza intrínseca de esos nombres.
EliminarTenía que haber terminado el domingo con una buena orgía de Dionelo y Afrodisio dándose por el culo mientras la hiperventilante que ya no me acuerdo como se llama, se bebe otra botella de Cava para relajarse jjajaja y la que limpia la sangre que le den otra botella de cava por aseada, se la ha ganado.
ResponderEliminarSi no me falla la memoria, ese domingo aún no ha sido superado, pero se acerca el verano...
EliminarEspero que Baltasara abanicara a Cutacia con un Vogue, las páginas son más gruesas y da mucho más aire, donde va a parar ;P
ResponderEliminarEntonces tenía que ser Vogue. Aquella revista hacía mucho aire.
EliminarEl domingo creo que es el día que menos me agrada. Pero comprendo que estés esperando ya el siguiente. Alguien me dijo una vez que el día y sus horas son el material en bruto, y ya cada quien esculpe lo que pueda, ya sea que salga bueno o no.
ResponderEliminarYo voy sin cincel y que el destino provea.
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