Entré en la iglesia de piedra cuando ya era de noche. El interior estaba levemente iluminado por la temblorosa luz de unas velas dispuestas a lo largo de las frías paredes. En el centro del extremo opuesto a la entrada, un enorme crucifijo de madera antigua se erguía en un soporte elevado.
Me senté en la bancada más alejada de la imponente cruz. Así no tenía que levantar la cabeza para comunicarme. Cerré los ojos, y con profunda veneración rememoré mis actos de hace una hora. Al rato los abrí desprovistos de toda emoción y le comuniqué al crucifijo que le enviaba tres nuevas almas de las que ocuparse.
Una vez más salí de la iglesia en paz con la negrura de mi corazón. Y de nuevo me sentí reconfortado a pesar de mis numerosos crímenes.
Alguien tiene que hacer el trabajo del diablo porque, no nos engañemos, Dios necesita al Diablo más que el Diablo a Dios...
ResponderEliminarTiene aliados aquí abajo. Y de algunos nunca lo diríamos...
EliminarMe lo creo, me lo creo todo...
EliminarPues la música va que ni hecha a posta. jejejeje
ResponderEliminarLa música tiene que ser una extensión de la entrada, aunque no siempre se consigue. ;)
EliminarLa atmósfera es puro gótico clásico (iglesia vacía, velas temblorosas, crucifijo antiguo), pero el giro final lo convierte en una blasfemia elegante y aterradora: el asesino en serie que va a misa… a confesarle directamente a Cristo que acaba de mandarle tres clientes nuevos. Y encima sale “en paz” y “reconfortado”.Lo más escalofriante es la naturalidad absoluta con la que lo cuenta: no hay drama, no hay culpa, no hay ironía exagerada. Es un psicópata que ha convertido la confesión en ritual de entrega de mercancía, como quien deja el abrigo en el guardarropa.
ResponderEliminarHola, Marcos. Tal cual. Quién sabe si ese psicópata no es el amable vecino que todos quisiéramos tener. ;)
EliminarMaravilloso relato :)
ResponderEliminarGracias, pues. Por si acaso, no vayamos a la iglesia los próximos días. ;)
EliminarY ya, a lo que sigue con las conciencia bien tranquila.
ResponderEliminarUn abrazo.
Dicen que los psicópatas no tienen conciencia. O digamos que nunca la tienen mala. Otro para ti. :)
EliminarUn psicópata que se ampara en la conciencia espiritual, eso sí que no me lo esperaba, se autoconfiesa y a otro crimen... Una genialidad. Besitos
ResponderEliminarPara que luego digan que no tienen "corazoncito". Celebro que te guste. ;)
Eliminar