Después de ocho años, más que recordar, aún veo tus ojos en ese rostro que me acalora. ¿Eran verdes o azules? Nunca lo he sabido con exactitud, y eso que me perdí en ellos las veces suficientes para no albergar dudas.
La primera vez que me cautivaron fue cuando te quitaste la gorra y las gafas oscuras bajo aquel sol abrasador de finales de junio, y la distorsión atronadora de las guitarras llenaba el aire de todo el descampado desde el escenario. Fue en ese momento de las presentaciones cuando cruzamos nuestras primeras palabras, ahogadas por los decibelios, cuando te miré antes que tú a mí y te quedaste en mi cabeza.
Esta noche, si bien nunca te vas del todo, has vuelto con especial intensidad a recordarme que ya no estás, y me engaño a mí mismo intentando creer que nunca has existido. Por eso hoy, más que otras veces, siento la necesidad perentoria de cagarme largo y tendido en todos los dioses que animan el vacío existencial de las almas perdidas.
Perdidas como la mía, ahora que no sabe a dónde va o a dónde debiera ir, porque después de aquellos tres días de música en directo ya nunca apareciste. Llegaron otras, sí, pero nunca volvió a ser igual que contigo. ¿Has vuelto a sentir aquella sincronización de suprema realización? ¿La alquimia perfecta de fundirnos en el fluido del otro?
Quizá solo se trata de aceptar, más que entender, que hay situaciones
irrepetibles, y volver a conseguir semejante
grado superlativo de
complicidad, exigiría que antes fuéramos capaces de comulgar con
nuestras propias contradicciones, tan estúpidas y humanas, para así
otorgarnos el beneplácito de adentrarnos juntos en la verdadera esencia
de la vida y el sentimiento.
Pero para eso también tendrías que volver y el tiempo no hace más que escaparse y reforzar tu ausencia. De modo que sal de mi cabeza de una puta vez y desaparece del todo. Y aléjate tanto que ni mis recuerdos más vívidos puedan alcanzarte.
Vamos, déjala un poco más en tu cabeza, un tiempo chiquito, una eternidad, quizás.
ResponderEliminarVaya música tan buena, ese hombre guapo y con ese vozarrón tampoco saldrán de mi cabeza.
No, no. Que se vaya del todo. O está o no está. :)
EliminarEl universo es tan hijo de puta, que el día que logres olvidar, aparecerá de nuevo.
ResponderEliminarJa, ja, ja, casi seguro. No hace más que jodernos.
EliminarEs lo que tienen los paraísos perdidos, que se quedan colgando, idealizados en nuestra cabeza. ¿Has probado a darte un par de buenos cabezazos contra la pared?
ResponderEliminarNo, no. No creo que funcionara. Luego encima tendría que hacer venir a un par de albañiles para reparar el destrozo. :)
Eliminar😂
EliminarYo creo que no se olvida ni a martillazos, y cuando crees haberlo olvidado, vuelve como un boomerang, jaja.
ResponderEliminarUn abrazo Cabronidas!!
Sí, eso parece. Ya es casi tortura, según cómo. La cabeza muchas veces va por libre en estos casos. ;)
EliminarLeerte me ha hecho pensar en lo persistente que puede ser un recuerdo cuando se niega a morir. Y no por lo que fue, sino por lo que simboliza: una especie de coordenada emocional a la que uno vuelve aunque ya no tenga sentido.
ResponderEliminarEso de aceptar sin entender creo que es importante. Hay vínculos que no buscan lógica, ni redención, ni siquiera cierre. Solo ocupan espacio, y uno negocia con ellos como puede.
No sé si el olvido existe de verdad. Tal vez lo único que se puede hacer es aprender a pensar en otra cosa sin dejar de ser quien fuiste cuando todo eso ocurrió. No digo que a mí me funcione. Supongo que cada cual lidia con lo suyo como puede, a su manera, sin fórmulas universales.
¡Un abrazo, compañero!
Yo creo que el olvido completo no existe. Diría que siempre queda algún residuo. :)
EliminarVaya Cabrónidas..parece que la nostalgia te ha pillado de lleno
ResponderEliminarLas cosas irrepetibles, esas que crees que marcan la diferencia, en realidad son unos cuantos momentos que se desvanecen cuando pasa el tiempo. Yo creo que duele más el no saber que hacer con el cuerpo que se te queda.
Pero oye, es humano aferrarse a las sombras. Lo hacemos todos. El tiempo borra las huellas, las personas se van disolviendo, y las manchas de mora...ya lo sabes, que es muy antiguo.
Y no te preocupes que al final, hasta el dolor se acaba agotando
toma, esto "pa" ti.. que te pega
https://www.youtube.com/watch?v=BBoAODhotuc&list=PL4DNqBUKoAIT99SzJRhehQKMVRVMh9C1C&index=3
y si no lo puedes ver te quedas intrigado jajajajaj
EliminarLo he visto desde el mensaje de correo. :D
EliminarDesde el correo??! Joder con la modernidad.. Bueno, el caso es que llegó. Te dejo dosificando el sol, que a mi me toca la eterna condena diaria del pico y la pala.
EliminarSaludos en cabronidad os!!
Ayyy los recuerdos, hay algunos que se te atraviesan en el alma y no te dejan vivir...
ResponderEliminarBonito texto.
Un abrazo. 🤗
Como de recuerdos los hay buenos, también los hay no tan buenos. Celebro que te gustara el texto. Otro para ti. :)
Eliminaralgunas ausencias son como una herida que no ha terminado de cerrar y que no podemos dejar de rascar...
ResponderEliminarSí, es así más o menos, ¿verdad?
EliminarPor tus letras , mucho me temo q ya es parte de ti , mejor aceptarlo ,creo q es una pelea perdida y hay q ahorrar energía ; )
ResponderEliminarSí, María, es aceptarlo más que entenderlo. Tampoco hay viabilidad para otra cosa que no sea esa. :)
EliminarUn problema, Cabrónidas y uno muy grande, es que a menudo los recuerdos, el tiempo pasado, se ensalza, se le da un valor que es imposible despedazar, por eso nuestra mente viaja allí constantemente, a ese lugar, a las primeras veces que luego aun intentando revivirlas, es imposible lograr esa perfección.
ResponderEliminarAbrazos, y ánimo.
No somos dueños de nuestras cabezas por más que no empeñemos. ;)
EliminarCabro, te entiendo, yo también tengo una ausencia presente. Duró sólo una inolvidable noche de fin de año. La despedida, ya de madrugada, fue : "no nos dejamos nuestros números de teléfono ¿no?". Hoy no recuerdo ni su nombre, pero creo que la reconocería al instante si me cruzase con ella por la calle...
ResponderEliminarJa, ja, esa también es buena y muy real: recuerdos que se han grabado a fuego por lo desastroso y no por lo bueno. :))
Eliminar¡Pero Cabrónidas, por último, lo comido y lo bailado no te lo quita nadie! Igual no sé si esto te sirva de consuelo o querrás conseguirte la dirección de mi casa para venir a tirarme huevos.
ResponderEliminarJa, ja, mejor los cocinamos.
EliminarPues eso, hay situaciones irrepetibles que no podemos intentar que vuelvan a darse, y por mucho que en nuestra cabeza quiera permanecer incrustado a presión el recuerdo, esa arma tan canalla que tiene la conciencia para martillearnos por no haber hecho las cosas de otra manera.
ResponderEliminarLa conciencia no siempre se pone de nuestro lado. A los psicópatas les va muy bien sin ella. :))
EliminarLe he leído cosas exquisitas y perturbadoras, pero ESTA me llegó tan hondo que ahora no sé cómo seguir y tampoco sé qué más decir, comentarle.
ResponderEliminarEs usted un groso, como dicen por estos lados.
Hola, CPPER, siempre complace saber que el mensaje llega y no se queda a medio camino de ninguna parte. Lo que has comentado, al igual que tu presencia, es más que suficiente además de entendible. Así que gracias, siempre. :)
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