26/9/25

474. Advertencia y sensibilidad

    Una persona —supongo que adulta— ha leído la entrada 473 de esta bitácora, ha considerado que incluye contenido sensible y la ha marcado para que el equipo de Blogger la revise.

    No creo que haya sido ninguna de las personas asiduas a este espacio. ¿Quizá alguna que ha entrado por primera vez? Diría que tampoco. Creo más bien en alguien que entra aquí muy de vez en cuando, y se alegraría de que yo dejara de escribir y, en consecuencia, de herir sensibilidades, ¿como la suya?

    ¿Habrá sido una mujer? ¿Una mujer sin webcam, pero también anciana o bastante alejada de su juventud? ¿Quizá una hembra joven que ha visto a su abuela reflejada en la susodicha entrada? A veces las palabras, como que son mágicas, activan ciertas asociaciones que creemos larvadas.

    En fin, como que ha sentido herida su sensibilidad sin previo aviso, quiere evitar que a la ajena le pase lo mismo. Hay que ver qué buena fe tienen algunas personas y cómo cuidan del prójimo. No sé qué haríamos sin ellas, ja, ja, ja, ja.




22/9/25

473. La vieja de la webcam

Este resumen no está disponible. Haz clic en este enlace para ver la entrada.

18/9/25

472. No todo lo que brilla es oro

    Hoy me han enseñado cómo sacas pecho en todas y cada una de tus redes sociales por haber dado el paso. Cómo muestras a la masa de tus palmeros lo feliz que eres después de haber dejado a tu pareja. La misma de la que ahora echas pestes porque cuentas que te mereces algo mejor; porque dices que nadie tendría que pasar por lo que tú has pasado.

    Pero no son más que mentiras y medias verdades, lo cual también son mentiras, porque fuera de las redes yo te conozco bien. Y sé que la persona que apartaste de tu lado no era perfecta; desde luego que no. Lo sé tan bien como que, aunque no lo cuentes —y ni falta que hace—, tú también fuiste un puto grano en el culo en la vida de esa persona.

    Solo que ella no lo cuenta en sus redes sociales, quizá porque tiene más dignidad que tú.




15/9/25

471. ¡Bang!

     Charlie Kirk que estás en los cielos, nunca más volverás a empuñar un arma de fuego ni ninguna otra cosa. ¿Ha sido la justicia poética más inspirada? ¿El más cínico de los infortunios? Por lo visto, al igual que los caminos del Señor, los de la pólvora también son inescrutables.


11/9/25

470. Monumentos fecales

    Fue beneficioso para la higiene pública, entre otras cosas, que se aprobara la Ley de Memoria Histórica. Ya que era del todo necesario que las estatuas ecuestres del Caudillo y la de Melilla, en la que no hay equino, dejaran de intoxicar con su presencia el paisaje de todos los ciudadanos. Desde aquel día, España, a pesar de ser un país de cabreros, empezó a ser mejor, si es que eso es posible.

    Esos monumentos que nunca debieron existir ya no pueden ser vandalizados ni recibir de las alturas las corrosivas defecaciones aviares, que es lo que merecían, además de desprecio. Al menos, ahora mueren de olvido e invisibilidad, celosamente a resguardo entre cuatro paredes públicas, otras privadas y otras de complejo acceso burocrático, por no decir imposible.

    Queda mucho por hacer al respecto; queda mucho que limpiar y desinfectar. Y se hará tarde porque ya es tarde. Y cuando se intente hacer, si es que se hace, los simpatizantes del Caudillo y su puta fundación nacional de pajilleros volverán a poner piedras en el camino. Para entonces, espero seguir vivo y verlos fracasar una vez más.



8/9/25

469. Eclipse 2

    Septiembre ya se había instalado en nuestras vidas, lo que significaba que el verano (querido verano) pronto nos daría la espalda. Ahora las noches eran frescas y estimulantes, idóneas para una incursión a la zona más alta de la ciudad, desde la cual presenciar con ciertas garantías el fenómeno astronómico que se iba a manifestar.

    No éramos un grupo de cinco ni de siete, sino de seis integrantes. Así que pudiera ser que no despertáramos las simpatías del espíritu de la siempre recordada Enid Blyton. Pero ese era el número, lector asiduo. El de la armonía, el equilibrio y la belleza según la numerología, aunque al lado del sesenta y seis formara una cifra apocalíptica preñada de nefastos augurios.

    La zona más alta del este de la ciudad era el cementerio, ya sabes: destino final e ineludible de eterno descanso donde a veces ocurren cosas extrañas e inexplicables. No así como la Luna de Sangre, que si bien tiene una explicación y nada de extraño, a pesar de la nubosidad, de veras me pareció un acontecimiento mágico. También debo añadir que, a pesar del plenilunio, no hubo licántropos acechando.

    Y eso que estuve atento al respecto.




5/9/25

468. De noche por carreteras secundarias

    El problema de estar demasiado lejos de todo es que la tentación de no regresar jamás aumenta día a día. Aun así, como siempre, emprendí el regreso a la existencia que volvería a anularme.

    No tenía prisa por llegar, de modo que conduje de noche con la tranquilidad que ofrecen las carreteras secundarias, con la música del trueno a volumen subliminal y dejándome hipnotizar por la sobriedad de la calzada desierta.

    No me crucé con los perros del orden y la ley, siempre afanosos de recaudar para el amo. Solo me crucé con un hombre solitario, ya mayor, que se detuvo en el arcén debido a su próstata y sus circunstancias. ¿Quizá él también trataba de ralentizar la inevitabilidad de su destino?

    El mío no era precisamente la ciudad de Las Vegas, allí donde Raoul Duke y su abogado Dr. Gonzo vivieron una enloquecida travesía de miedo y asco. Y si bien no dispongo del incendiario contenido del maletín que los acompañó en tan onírico viaje, yo también diviso a los murciélagos. Cientos y cientos de ellos aleteando frenéticos en el horizonte iluminado por la luna.

    Supongo que regresar no me da miedo, pero sí cada vez más asco.




1/9/25

467. Retorno al punto de partida

    El tiempo de huida había finalizado y era hora de que regresarais a vuestras vidas. Las mismas de las que os alejabais, como mínimo, una vez al año, puede que por muy aburridas o porque quizá no eran las que imaginabais cuando erais jóvenes. ¿Por qué, si no, ibais a distanciaros de ellas? Ah, claro: hay que ver mundo para decir que se ha vivido y, a poder ser, dejar constancia de ello en las fotos con una radiante sonrisa. Hay que ver otras caras, pisar otros escenarios y respirar otros aires. Hay que ser uno más de la masa humana que va y viene. 

    Sí, estupenda manera de desconectar y relajarse, aunque luego estéis encantados de tener el mismo sitio de siempre al que volver, tan familiar y rutinario. En cualquier caso, si necesito escapar del mío, decidme a qué lugar no iréis el año que viene.




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