Fue beneficioso para la higiene pública, entre otras cosas, que se aprobara la Ley de Memoria Histórica. Ya que era del todo necesario que las estatuas ecuestres del Caudillo y la de Melilla, en la que no hay equino, dejaran de intoxicar con su presencia el paisaje de todos los ciudadanos. Desde aquel día, España, a pesar de ser un país de cabreros, empezó a ser mejor, si es que eso es posible.
Esos monumentos que nunca debieron existir ya no pueden ser vandalizados ni recibir de las alturas las corrosivas defecaciones aviares, que es lo que merecían, además de desprecio. Al menos, ahora mueren de olvido e invisibilidad, celosamente a resguardo entre cuatro paredes públicas, otras privadas y otras de complejo acceso burocrático, por no decir imposible.
Queda mucho por hacer al respecto; queda mucho que limpiar y desinfectar. Y se hará tarde porque ya es tarde. Y cuando se intente hacer, si es que se hace, los simpatizantes del Caudillo y su puta fundación de pajilleros volverán a poner piedras en el camino. Para entonces, espero seguir vivo y verlos fracasar una vez más.
Seguro que han fracasado?? De las calles puede que les hayan largado, pero de las instituciones....
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