Fue beneficioso para la higiene pública, entre otras cosas, que se aprobara la Ley de Memoria Histórica. Ya que era del todo necesario que las estatuas ecuestres del Caudillo y la de Melilla, en la que no hay equino, dejaran de intoxicar con su presencia el paisaje de todos los ciudadanos. Desde aquel día, España, a pesar de ser un país de cabreros, empezó a ser mejor, si es que eso es posible.
Esos monumentos que nunca debieron existir ya no pueden ser vandalizados ni recibir de las alturas las corrosivas defecaciones aviares, que es lo que merecían, además de desprecio. Al menos, ahora mueren de olvido e invisibilidad, celosamente a resguardo entre cuatro paredes públicas, otras privadas y otras de complejo acceso burocrático, por no decir imposible.
Queda mucho por hacer al respecto; queda mucho que limpiar y desinfectar. Y se hará tarde porque ya es tarde. Y cuando se intente hacer, si es que se hace, los simpatizantes del Caudillo y su puta fundación nacional de pajilleros volverán a poner piedras en el camino. Para entonces, espero seguir vivo y verlos fracasar una vez más.
Seguro que han fracasado?? De las calles puede que les hayan largado, pero de las instituciones....
ResponderEliminarEn cuanto a lucirlas en la calle sí, que se supone que es de todos. Las instituciones... ya sabemos que son de quienes gobiernan.
EliminarMás claro ni el agua!
ResponderEliminarAbrazo.
Hola, Sara. Otro para ti. :)
EliminarSe quitaron las estatuas inertes cagadas por las sabias palomas pero nos quedan las estatuas vivas reacias a desaparecer. De hecho, yo ya no creo en absoluto que algún día vayan a ser derrotadas (lo creí un tiempo, recién muerto el dictador). Ahora, por desgracia, cada día tienen más adeptos.
ResponderEliminarSaludos.
Las vivas desde, luego, no van a desaparecer; ni de un bando ni del otro. Murió el dictador pero su sombra es alargada y lo dejo todo atado y bien atado. Eso ya no creo que tenga solución alguna.
Eliminar¿Sabes? Me da miedo que nos estemos condenando a repetir la historia que queremos enterrar. Está claro que no tiene sentido vanagloriar a nadie que haya forjado su historia en el fuego de la sangre de sus enemigos, pero no me gusta la retórica que hoy en día pretende atrincherarnos a todos en la elección de falsas dicotomías como si no tuviéramos en común mucho más de lo que nos separa. Los extremos están mejor descansando en sus esquinas.
ResponderEliminarSaludos!
Hola. Tal y como yo lo veo, lo único que acabó son las persecuciones, los disparos y las torturas, pero la guerra sigue en la radio, en la televisión y en las redes sociales. Y creo que nunca acabará si las dos ideologías enfrentadas de siempre dejan de ser eso y empiezan a pensar y actuar con el sentido común, tan en desuso desde ni se recuerda. Toda una quimera.
EliminarDifícil asunto, espero que no tardemos mucho en superarlo.
ResponderEliminarPor lo visto, no hay manera. Solo tienes que verlos en el Congreso. Solo tienes que leer a sus votantes en las redes...
EliminarEsta reflexión es un dardo satírico y visceral que lanza un puñetazo político sobre la Ley de Memoria Histórica y la retirada de estatuas franquistas.
ResponderEliminarOigo una voz airada que celebra la desintoxicación del paisaje público mientras lamenta la lentitud del cambio, con un guiño a la resistencia de los "pajilleros" que obstruyen, dejando un regusto de esperanza combativa pero amarga.
Saludos
Qué tal, Marcos. Tal cual lo dices. ¿No crees que el paisaje urbanístico, mire donde se mire, es más bello? :)
EliminarBueno, veo que hay novedades en España, recuerdos que no le hacen bien a nadie es bueno que los saquen de circulación. Buena semana cabroncito.
ResponderEliminarmariarosa
Hola, mariarosa. No es que sea algo novedoso la retirada de las estatuas, pero cuando algo se logra hacer bien, no está demás expresarlo. Gracias e igualmente. :)
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