Callamos de pequeños porque nuestros mayores nos mandan callar. Nos mandan callar en casa, en los bautizos, en la escuela, en las bodas, en los funerales, en la reunión de vecinos... Nos mandan callar en todos los sitios. Qué sabrá un crío; estáis molestando; prestad atención. Callad. Callaos. Callamos por miedo al castigo.
Crecemos y seguimos callados.
Callamos porque estamos cansados de que nunca nos escuchen. Callamos porque nos rendimos. Callamos porque nos vencieron. Callamos porque no se puede hacer nada; lo siento. Callamos porque no va conmigo; jódete tú. Callamos por discreción, pero queremos que otros no callen para así enterarnos de todo. Callamos porque luego nos piden explicaciones. Callamos por no herir cuando una verdad a tiempo es mejor. Callamos por no errar porque siempre se recuerda más el fallo que el logro. Callamos cuando no debemos porque siempre hablamos sin tener nada que decir.
Callar significa no exponerse y seguir en nuestra posición de confort. Callar significa no ser señalado. Callar significa que no te excluyan. Callar significa que no te lluevan hostias. Callar significa que estás de acuerdo con lo que pasa. Callar significa estar del supuesto lado correcto. Callamos porque nadie es valiente; porque somos cobardes.
Y callamos.
Shhhhhh!
ResponderEliminar:O
EliminarMe ha recordado a la canción La edad del porvenir, de Javier Álvarez.
ResponderEliminarBesos.
Ni idea, pero para muchos el porvenir es bastante negro.
EliminarHay silencios atronadores. Yo no me callo...
ResponderEliminarY eso que dicen que el silencio, depende cómo, también es una opinión. La de la indiferencia, supongo.
EliminarHay silencios más explícitos que algunos discursos...
EliminarHay silencios que se clavan como puñales, lo mismo que hay miradas que matan. Porque en este mundo cruel no todo se dice con palabras. Aunque son unas formas de comunicación que también han de saberse usarse. En general opino que a las mujeres se nos dan bastante bien. Feliz inicio de semana
ResponderEliminarA los de arriba ya les está bien. Son muy impermeables con las miradas que matan y los silencios que gritan. Aunque si no callamos pero tampoco pasa de ahí... ¡Gracias e igualmente!
EliminarCreo que hablamos del silencio en dos ámbitos muy diferentes, el tuyo con las alturas y más social mientras que el el mío es más doméstico con los cercanos, familiares y amigos.
EliminarCreo que esos silencios son peores aun, porque afectan, creo que más mal que bien, a las interioridades de la vida del que decide callar, sean cuales sean las razones. Ese silencio que enquista lo que no hay que callar es peor, creo. Creo que la entrada es adaptable a toda clase de silencios por nosotros siempre utilizados, por eso no he hablado de ninguno de ellos en concreto.:)
EliminarLa sociedad de la obediencia como en la casa del Gran hermano.
ResponderEliminarNi más ni menos. Sin hacer nada por nadie.
EliminarSe me erizó la piel sólo de recordar, vinieron a mí montones de sensaciones de aquellos tiempos en que todo era CALLAR CALLAR CALLAR... Es que está dibujado con toda precisión.
ResponderEliminarPero no todos, ya con uso de razón no todos por favor, no todos!
Por fortuna no todos. Aún quedan algunos que llaman valientes.
EliminarSoy víctima de muchos de esos silencios obligados. Aunque también tengo que reconocer que luego me puse las pilas en lo de no callarme y casi acabo en bocachancla. A lo mejor hay un punto intermedio pero no sé...
ResponderEliminarDiría que todos, en algún momento o en varios, hemos sido víctimas de esos silencios. Desde luego, el punto intermedio es difuso.
EliminarAlgunos no callamos: balamos. ¡Beeeeeeeee!
ResponderEliminarQue sea nuestro grito de guerra.:))
Eliminar"Callar significa que no te lluevan hostias". Y a veces ni callando se consigue que no lluevan
ResponderEliminarJajaja, pues tampoco, aunque menos, ¿no?
Eliminaryo muchas veces lo hago porque no tengo nada que decir, a veces parece que todo se ha dicho, que es tan evidente que no puedes agregar nada... a veces callo porque me abruma mi propia ignorancia y me asustan los demás....
ResponderEliminarEstamos ya demasiado intoxicados por todo...
EliminarMe encanto la reflexión, muy cierta... un gusto pasar por aqui. Saludos!
ResponderEliminarHola. Gracias. El gusto es mío.:)
EliminarHablé, hasta que me di cuenta, que no valía la pena, no valía el esfuerzo, no valía mi tiempo; y no había más nada qué decir ... luego, no es que me propusiese callar, es que me sobrevino la indiferencia.
ResponderEliminarSí, es justo lo que digo en la entrada. Somos cobardes, pero hay valientes. Eso sí, la mayoría mueren gritando. Pero si todos nos sumimos en la indiferencia y nadie grita, estamos perdidos.
EliminarMadre decía que tenía una lengua afilada, que no hablaba, pero cuando lo hacía, era a la yugular. Creo, Cabrónidas, que hay que saber dónde gritar, dónde no detenerte hasta hacerte escuchar y dónde, simplemente, tirar la toalla, porque ha dejado de importar.
EliminarPor suerte, allí donde se tira la toalla, viene otro y la recoge.
EliminarEl relevo ... me gusta =)
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