Indepe amaneció el Día de la Hispanidad con el escroto endurecido y rebosante de dicha. Así que aprovechando la ducha matutina, lo vació bajo el agua que salía de la alcachofa en nombre del Rey, del Papa y de la Santísima Trinidad. Después del ritual de secado y aseo, aparte de otras prendas necesarias, se vistió con una camiseta en la que había estampado la bandera estelada y salió a la calle.
Subido de ánimo, Indepe transitaba con calma por las calles de su ciudad catalana, abarrotadas de una vociferante multitud de españoles y españolas, que expresaban su patriotismo de naftalina y mierda seca ondeando con orgullo y adoración las banderas rojigualda y franquista. Indepe sintió un leve retortijón y dejó escapar un cuesco cuya fetidez fue mucho más real que la existencia de cualquier dios.
Inmerso en la delirante turbamulta, Indepe leyó grandes pancartas, muchas a favor y pocas en contra, sobre la celebración de ese día. Sus pasos lo llevaron a una gran plaza en la que habilitaron una tarima sobre la que había un atril y un micrófono, a través del cual los presentes podrían escuchar por boca de políticos casposos, todo un elaborado y tergiversado discurso sobre lo que supuso aquel genocidio.
Como esperaba, y tampoco podía ser de otra forma, nada oyó Indepe sobre evangelización impositiva, aculturación, violencia y muerte. Y sí sobre integración, intercambio de riqueza y fusión de culturas en pos del progreso. Durante el transcurso de aquella oratoria demagógica, tras Indepe, Progre y Conservador empezaron a discutir y a profesarse expresiones tales como comunista, facha, capitalista y rojo.
Indepe vio en aquel par de idiotas irreconciliables, la semilla de la cual germinan la mayoría de males social-políticos que aquejan al grueso de la ciudadanía de Hispañistán desde la Guerra Civil, si no antes. Tanto fue así, que asumiendo el riesgo, Indepe eructó hacia ellos con una potente sonoridad más auténtica que cualquier dogma religioso.
Progre y Conservador callaron y clavaron la mirada en Indepe. En cuanto vieron su camiseta, aparcaron sus rencillas ideológicas y más unidos que nunca, cargaron contra él en descalificaciones tales como golpista, terrorista, separatista, nazi y nazilaci.
Indepe, un tanto decepcionado aunque no sorprendido, esperaba una mayor creatividad. Y como que era un paisano educado, en el idioma de ellos y no en el suyo, les replicó que eran unos don nadies, mequetrefes, botarates, pincha uvas, mierdecillas, mierdas secas, pichas frías, atontolinados, tontolabas, atontados, sosos, sosainas, insípidos, chiquilicuatros, lelos, alelados, bobos, sandios, badulaques, gaznápiros, tardos, ceporros, panolis, pasmados, pasmarotes, empanados, zotes, zoquetes, obtusos, blandos, blandengues, tontos de baba, bobos de Coria, escasos de cerebro, pobres diablos, necios, ineptos, incapaces, torpes, mentecatos, estólidos, estultos, tontos de capirote, tamarugos, memos, cortos, fatuos, burros, borricos, majaderos, melones, pendejos, alcornoques, bodoques, pavitontos, tuercebotas, limitados, lerdos, tochos, mendrugos, gilís, menguados, piltrafillas, tolondros, zopencos, zurumbáticos, insustanciales, ignorantes, marmolillos, zambombos, mastuerzos, pollinos, asnos, estúpidos, cortitos, zorrocotroncos, ciruelos, mamelucos, tarugos, soleches, mamacallos, bolonios, papanatas, palurdos, cacho bolos, zopos, palomos, camuesos, cenutrios, zanguangos, cabestros, acémilas, pardales, abrazafarolas, zonzos, apardalados, merluzos, besugos, catetos, bobales, cretinos, matados, tolais, moniatos, cualquieras, abundios, brózanos, pichotes, desgraciados, lechones, cebollinos, mangurrinos, abotargados, tarambanas, berzas, berzotas, carapapas, rústicos, pringados, escoria, pagafantas, peina ovejas, sonajas, ablandabrevas, cantamañanas, bobalicones, robaperas, casca valeros, chalados, polichinelas, bacines, papatostes, cirigallos, fantoches, títeres, vainas, cagaollas, papamoscas, farfollas, pelagatos, cagarrutas, esperpentos, virutas, lentos, cazurros, pusilánimes, arracachos, zamacucos, carajotes, carajotados, mamarrachos, trogloditas, berenjenas, ceporros, papafritas, cansa almas, analfabestias, abejarrucotes, chanflones, espantajos, cerriles, romos, bausanes, zamarrazos, figurones, atropella platos, engaña baldosas, destiñe rubias, batuecos, garabatos, dompedros, inútiles, cagamandurrias, enreda bailes, chapuceros, bodrios, patosos, boludos, guiñapos, animales de bellota, petates, espantapájaros, gurdos, bestias, alcachofos, pelotudos, monigotes de feria, gandumbas, pachucos, caraculos, elementos, pelados, brutos, arrabaleros, pincha bombillas, cerrojos, cachivaches, churriburris, gilipuertas, chuscos, burdos, pamplinas, nichichanilimoná, babiecas, chafallones, patanes, estafermos, mostrencos, percebes, descerebrados, canijos, guarripatos, agapimús, peleles, troncha monas, mamporreros, gansos, panarras, botargas, gañanes, tocapelotas, bandarras, pellejos, asuras, rudos, papirotes, desastres, beocios, cansinos, incultos, burdos, pardillos, chorras, tontos del culo, huevones, birrias, marionetas, pegotes, boquerones, estorbos, petardos, lechuzos, primaveras, longuis, trastos, mazacotes, pantomimos, destripaterrones, pánfilos, toscos, fuñiques, gagas, simplones, bastos, energúmenos, gurruminos, ramplones, personajillos, capullos, masca chapas, cipotes, hazmerreír, groseros, chinga flautas, ceros a la izquierda, mangarranas, mandrias, pichiruches, chabacanos, melindros, borregos, plomos, ilusos, cabezas de chorlito, mangorreros, cernícalos, margaritos, modorros, pela cañas, plastas, pimpollos, chirrichotes, culos de trapo, bandurrias, cortos, cafres, metepatas, lilas, borricos, jumentos, chafandinos, ridículos, despojos, residuos, zascandiles, caracandados, badajuelos, inoperantes, zafios, maleducados, lilipendos, caras cartón, chupa charcos, chirimbainas, atorrijados, tontucios, tocinos, pintamonas, cuadrúpedos y pollas flojas.
Indepe tomó aire, pues aún le quedaban 1492 calificativos por enumerar, cuando reparó en que había anochecido, las manifestaciones se habían disuelto y aquel par de maleducados se habían convertido en piedra. «¡Collons! Que ràpid passa el temps quan estàs entretingut», se dijo.
Entonces, con la misma calma de hace unas horas, se alejó de allí dirección a su casa silbando con envidiable entonación el himno de Els segadors, mientras correspondía a los amigables saludos de algunos latinoamericanos que se cruzaban a su paso, los cuales se hacían selfies, colocándose muy sonrientes en medio de las jetas de Progre y Conservador, petrificadas en un rictus eterno de horror.