Dadnos la bienvenida, papis y mamis, aunque sea antes de tiempo, porque somos vuestra descendencia recién engendrada. Hoy irrumpimos en vuestros sueños de formar una familia feliz, para advertiros de que no vamos a querer esos juguetes que estáis pensando en comprarnos. Somos la próxima generación y queremos que los muñecos bebé niño y niña, en lugar de lloriquear y balbucir mamá y papá, vomiten, escupan y berreen insultos hasta lo odioso.
No vamos a querer que las muñecas y muñecos sean guapos y de anatomía proporcionada, cuando no anoréxicos, pero siempre de cabello bonito y vestidos con corrección política. Deseamos que sean feos y gordos, y que tengan el pelo como el mocho de la fregona de un matadero o calvicie de quimioterapia agresiva. Y que vistan como rastafaris, punks, heavys, skinheads... con el añadido de tatuajes y piercings.
También queremos muñecas y muñecos que reflejen ambigüedad sexual para jugar a la verdadera diversidad familiar, ya sea estructurada o desestructurada. Así como atrofias musculares y malformaciones congénitas evidenciadas en sus rasgos faciales, para jugar a médicos como corresponde. Ya no queremos que se desplacen a gatas o andando, a no ser que lo hagan en silla de ruedas o con prótesis ortopédicas.
Somos los bebés que habéis engendrado, y no queremos que nos estimuléis con juguetes estereotipados porque no queremos tener vuestros prejuicios. Así que si no nos abortáis después de esta visita onírica:
¡Hasta dentro de nueve meses!