A estas alturas del verano, muchas familias, parejas, amistades y almas solitarias, ya se habrán ido a infestar las playas. Y en sus aguas, además de flotar como boyas y bracear con torpeza, sonrientes y cómplices también se habrán cagado y orinado. Cuando no, y sin inmutarse, habrán enterrado colillas en la arena y abandonado compresas y condones usados al capricho hipnótico y sedante de las olas.
De dónde vendrá ese irrespeto por uno de los reclamos poéticos más manidos.
jajaja cierto es... por eso no voy a la playa en verano. Ya me cansé de todas las sorpresas, la jauría, los pies de la toalla del de enfrente, sudor, olor... (parece que estoy describiendo el infierno jeje)
ResponderEliminarDesde luego, la playa es dura, y más por lo que tiene que aguantar.:)
EliminarCreo que es algo ancestral,que lo llevamos en los genes puesto que (dicen) en el mar empezó todo. Pero ocurre que somos tan hdps que todo lo que tocamos lo ensuciamos. Para mi, la playa en verano, es como la antesala del infierno.
ResponderEliminarSaludos
Hola, Joaquín. Hacemos todo lo peor que la pregunta sería qué no seríamos capaces de hacer.
EliminarHemos convertido el mar en un inodoro gigante, cierto. Nunca he entendido esa fascinación por meterse dentro, con lo que bonito que se ve desde fuera.. sí, igual que las personas.
ResponderEliminarSupongo que se lleva haciendo desde que el mundo es mundo, y los antiguos poetas no nos hablaron de ello. Prefirieron engañarnos con romanticismo.
EliminarNo lo entiendes, es el espíritu de prevalencia innato en el ser humano.
ResponderEliminarEsa basura estará en este mundo mucho tiempo después de que el responsable de tirarla haya muerto, así como antes se construían templos de piedra gigantes con el mismo propósito, dejar una firma, un "eh, yo estuve aquí", pero estilo siglo XXI. 🤣
No lo había pensado, pero ahora que lo has mencionado, es así de cierto. Se debe a nuestro estúpido afán de protagonismo, de ser y que los demás lo sepan.:))
EliminarYo cuando niño era muy fijón sobre las cosas que el resto botaba en la calle y, en mi cándido corazón, los condenaba. Después recogerlas y tirarlas a un tarro, era mi recompensa. Tiempo después, ya adolescente, me convertí en aquello que juré destruir: entraba a la villa comiendo un ¿dulce? con un envoltorio que tiré al suelo y justo, justo aparece un auto: arriba, iba manejando una conductora que bajó la ventanilla y me ordenó a que recogiera eso. Me puso mal la situación pero por mí, solamente. Faltó poco para que yo mismo me saque una multa y me cite al juzgado jaja
ResponderEliminarVa un abrazo, Carbónidas.
Tú hiciste un mal acto y la conductora, al verte, hizo lo que tenía que hacer.:)
EliminarPues en estos momentos lo único que extraño es el mar. La playa en verano no sé, nunca me gustó pero ahora creo que iría aunque tuviera que saltar por encima de la gente...mentira🤣 Extraño el mar, repito . Pero odio las playas en verano atestadas de gente y su suciedad. Busco lugares tipo rocas donde hay un poquito menos de peña. Pero después de 8 años ..no sé...igual me arriesgo 🙄😅🫣
ResponderEliminarPiensa que, al menos, tenemos un sistema inmunitario a la altura de las circunstancias playeras.:)
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